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Decía Manuel Rivas que «somos lo que soñamos ser, y ese sueño no es tanto una meta como una energía». Un sueño que se frustra antes de tiempo deja de ser esa meta, pero su energía se mantiene. De eso sabe mucho Francisco de Borja Lara, que vio cómo su sueño estallaba por culpa de las lesiones y su rodilla le retiraba del fútbol profesional.
Sin embargo, la energía permanecía ahí, de esa lucha infatigable que todos los deportistas mantienen de manera innata, como su forma natural de sobrevivir.
Borja Lara, como le conoce la ciudadanía vallisoletana, fue parte de la primera plantilla del Real Valladolid, en el que debutó con 17 años en la liga Nacional Juvenil, ascendió con el equipo a Primera División y colgó las botas de manera definitiva con 22 años.
Después, y tras buscar su sitio, llegó la Fundación Municipal de Deportes, en la que está al frente desde 1990 como gerente.
–¿Qué significado tiene la palabra fútbol, y el deporte de base puesto que es el gerente de la Fundación Municipal?
–La palabra fútbol para mí tiene el significado de la pasión de mi vida. En cuanto al deporte de base, es educación, participación y, sobre todo, ilusión de los niños.
–Su primer recuerdo dentro del fútbol.
–Sin duda alguna, mi primer recuerdo en el mundo del fútbol es vestir la camiseta rojiblanca del colegio San José, que es la primera que vestí cuando era pequeño, cuando empecé a jugar al fútbol.
–Una anécdota que recuerde de sus inicios.
–Quizás el día de mi debut con el Real Valladolid en Puertollano. Fue en Segunda División y fue precisamente el día que echaron al entrenador, así que debimos hacerlo rematadamente mal. Sí recuerdo que perdimos, así que mi debut lo recuerdo por ser mi primer partido con el primer equipo y por la destitución del entrenador.
–Una rivalidad.
–La verdad es que no soy muy de rivales, no busco rivales y tampoco los he encontrado despiadados en la vida. Además, en deporte siempre que juegas tienes un rival enfrente, son fundamentales.
–Un momento que le marcase.
–Lo que más me marcó a mí fue tener que abandonar el fútbol, sin duda alguna. Pero también me han marcado posteriormente cosas en positivo, por ejemplo los primeros campos de hierba artificial que inauguramos en Valladolid. Fue en el año 2002 en la Finca de Canterac y en la Rondilla.
–Un lugar que sea sinónimo de fútbol y de deporte de base.
–Si hablamos de fútbol, sin duda alguna el Viejo Estadio Zorrilla, aunque ya no existe y el otro lugar me quedaría con el Polideportivo Huerta del Rey.
–Un referente.
–Antes que nada, mi padre. Y luego ya, deportiva y futbolísticamente hablando, José Ángel Iribar.
–¿Cómo ve el fútbol de base en la actualidad?
-Creo que el fútbol base en la actualidad está pasando por un momento bueno en cuanto a la participación pero creo que está bajando el nivel considerablemente. Quizás estemos convirtiendo los equipos y los clubes en una especie de 'guarderías' para aparcar a los niños dos o tres días a la semana. Creo que antes había más competitividad.
–Dentro de diez años se imagina un fútbol en el que...
–Me imagino un deporte en el que no haya violencia y que esté presidido por el espíritu deportivo en todas sus facetas y en todo aquello que esté relacionado con él. Que yo creo que es lo importante. Amar un deporte es saber que se gana, se pierde y se empata y no pasa nada, porque son las tres posibilidades que tienes en este deporte.
–¿Y qué papel cree que jugará en estos años?
–Bueno... ya me queda poca cuerda a mí [risas]. Pero intentaré que tengamos más y mejores instalaciones y sobre todo seguiré con la ilusión de ver a chicos y chicas jugando y practicando diferentes deportes. Esto es lo que ahora mismo más me motiva para seguir adelante.
Francisco de Borja Lara iba para estrella del fútbol. Eso dicen los que le vieron jugar. Sin embargo su rodilla izquierda no se lo permitió y con cuatro operaciones a su espalda dijo 'basta'. En el horizonte se quedaron grandes equipos que pudieron haber sido su futuro, pero en la memoria permanecen los recuerdos de lo conseguido con la elástica blanquivioleta desde su debut. El ascenso a Primera División 79/80. La siguiente temporada, ya en la máxima división, fue su mejor año como jugador con 21 partidos disputados, una temporada después llegó el adiós definitivo. Tras continuar con su formación académica, trabajar y dar clase el deporte volvió a cruzarse en su camino en forma de gerencia. Fue en 1990 cuando llegó hasta la Fundación Municipal de Deportes. Pocos vallisoletanos vinculados a este mundo desconocen de su existencia, Borja Lara es una de esas caras de las mañanas del deporte base.
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