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Gerardo Liendo
Jueves, 30 de enero 2020, 07:45
Cuando era un niño, Carlos Rodríguez siempre se fijaba en un tablero de madera que había en su casa, con 64 casillas y 32 figuras repartidas sobre ellas. Un día, con la curiosidad a flor de piel, preguntó a su padre: '¿Cómo se juega?', «y ... él me enseñó. A partir de ahí, continué practicando este deporte a nivel aficionado hasta que nacieron mis hijos. Al igual que mi progenitor, les enseñé a jugar, y para que pudieran practicarlo, junto a un grupo de padres, creé hace quince años un club, el Ajedrez Promesas Valladolid, actualmente el que más licencias federativas tiene en Castilla y León».
–¿Qué significado tiene para usted la palabra ajedrez?
–Es una de mis principales vías de escape y una de las actividades principales que desarrollo en mi vida, junto con el trabajo. Este deporte me ha ayudado a convivir con mis hijos, a relacionarme con mis amigos...
–¿Cuál es su primer recuerdo dentro del mundo del ajedrez?
–Participar en los juegos escolares de Valladolid después de que mi padre me enseñara a jugar. Al igual que la mayoría de la gente, cuando vi por primera vez un tablero y las piezas que estaban sobre él quise saber cómo se movían.
–Una anécdota que recuerde de sus inicios.
–Tendré muchas, pero a nivel personal no las recuerdo. Pero nunca se me olvidará cuando creamos el club para que nuestros hijos, que ya disputaban los juegos escolares de Valladolid, pudieran hacerlo también a nivel federado. En ese momento, nos llevamos la sorpresa de que los clubes vallisoletanos apenas admitían chavales para jugar las competiciones por equipos. Eso nos motivó a crear el Ajedrez Promesas Valladolid.
–¿Existe o ha existido rivalidad en su deporte?
–Como dice el refrán 'En todos los sitios cuecen habas...', pero es cierto que en el ajedrez, sobre todo a nivel individual, no existe la rivalidad que pueda darse en otros deportes. Por norma general, el jugador suele ser bastante respetuoso y acepta bien la derrota porque sabe que el otro rival le ha ganado bien. En el ajedrez no existe la suerte; cuando pierdes una partida, el 99% de las veces es porque el otro jugador ha sido mejor. Resulta bastante gratificante ver cómo una partida de ajedrez termina con los dos jugadores dándose la mano, analizando lo que ha pasado en la partida, hablando... En este deporte se aprende a perder.
–Un momento que le haya marcado.
–Cuando el club consiguió ganar el Campeonato Autonómico por equipos en 2012 y entre cuyos jugadores se encontraba mi hijo. Ese momento fue inolvidable, al igual que su participación en el Campeonato de España.
–Un lugar que para usted sea sinónimo de ajedrez.
–Benasque (Huesca) es el paradigma del ajedrez en España porque allí se organiza el mejor campeonato de nuestro país. Y Salobreña (Granada) en cuanto a torneos de ajedrez por edades –hasta juveniles–.
–Un referente en el mundo del ajedrez.
–Siempre he sentido gran admiración por Bobby Fischer, para mí el mejor ajedrecista de la historia, que no significa que haya sido el más inteligente, porque no hace falta tener un gran coeficiente intelectual para jugar al ajedrez, pero sí es fundamental dedicarle muchas horas de estudio y trabajo.
–¿Cómo ve el ajedrez de base en la actualidad?
–Muy cambiado gracias a plataformas de Internet y a las redes sociales, que han permitido un acercamiento mayor de niños y jóvenes a este deporte porque ahora pueden practicarlo en cualquier lugar, incluso desde casa. Ahora mismo, en los juegos escolares de Valladolid participan 400 niños.
–Dentro de diez años se imagina un deporte como el ajedrez en el que...
–... Puede que no existan las partidas presenciales y los campeonatos se jueguen por la Red. Actualmente, la difusión del ajedrez es enorme, pero dentro de diez años será aún mayor. A nivel internacional, España es una de las potencias porque somos de los países que más licencias federativas tenemos y nuestros representantes participan en numerosas competiciones mundiales. El ajedrez tiene muchas posibilidades de futuro.
–¿Y qué papel cree que jugará usted en este deporte en la próxima década?
–Supongo que seguiré como presidente del club, si no pasa ninguna desgracia. Es verdad que, cuando acabas una temporada, piensas que ha llegado el momento de dejarlo para dar paso a otras generaciones, pero al final vuelves porque estás enganchado. Así que si no pasa algo que me lo impida, seguiré estando dentro de este mundo apasionante del ajedrez.
Al igual que hizo su padre con él, Carlos Rodríguez quiso enseñar «el movimiento de esas extrañas figuras» a sus hijos y dio el paso de crear un club para que estos pudieran practicarlo como equipo, un deporte que, al igual que sucede en otros, las competiciones se dividen en provinciales –bien individuales, bien por equipos, y por edades–, autonómicas, nacionales e internacionales.
Rodríguez reconoce que Castilla y León tiene un buen nivel, aunque está lejos de otras comunidades más pobladas y con más licencias federativas como «Cataluña, Madrid o Cataluña», y advierte de que organizar campeonatos en nuestra región es complicado «porque contamos con muchas provincias y los competidores están muy repartidos y alejados, de tal forma que la Federación tiene problemas para llegar a todo».
A su vez, defiende con argumentos que el ajedrez es un deporte, «y además bastante duro, sobre todo a nivel competitivo. Aquellos que disputan partidas que se prolongan más de cuatro horas deben alimentarse bien, tener buena salud y entrenarse correctamente porque es necesario ejercitar el cuerpo para practicarlo, especialmente si llegas a profesional. El ajedrez es algo más que utilizar la mente; te obliga a estar en forma para tomar las mejores decisiones posibles».
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