José Antonio de Castro Blanco compagina su papel de entrenador con la de presidente de un club, el Fundación Grupo Norte, «que esta temporada aspira a meterse en la Final Four nacional de baloncesto en silla de ruedas. También tenemos nuestras posibilidades en la Copa ... del Rey, que se disputa este mes de febrero, y en la Euroliga 2, que este año se celebrará en Valladolid del 23 al 26 de abril; aún no sabemos qué equipos europeos vendrán, pero queremos ser competitivos y dar la cara ante nuestra afición», advierte.
–¿Qué significado tiene para usted las palabras baloncesto en silla de ruedas?
–Ha sido una oportunidad y me ha permitido disfrutar de una pasión, teniendo una discapacidad. Hasta 1995, en Valladolid no existía la posibilidad de practicar deporte si eras discapacitado; recuerdo que el colegio jugaba en el recreo al fútbol con bastones, no tenía oportunidad de hacer un deporte reglado. Conocí el baloncesto en silla de ruedas en el Hospital de Parapléjicos de Toledo, y desde entonces toda mi vida gira alrededor de este deporte, es mi vida.
–¿Cuál es su primer recuerdo de este deporte?
–Cuando tenía doce años, estaba ingresado y en hospital bajaba a entrenar, era mi principal objetivo; es un recuerdo que nunca olvidaré. También mi primer partido fuera de Valladolid, concretamente en Reinosa...
–¿Una anécdota?
–Cuando debuté con el equipo de Burgos. Después de estar ingresado en el hospital, volví casa y al cabo de seis meses me llamaron de la capital burgalesa, que contaba con un club en División de Honor. Nada más llegar me dijeron: 'No hay camisetas, ¿qué número quieres?'; me acabaron dando una que llevaba un número de fútbol, el 18, que por aquel entonces no existía en el mundo baloncesto. Tampoco tenía silla de juego, me la donó un equipo francés que vino a jugar un torneo a Burgos, no era nueva, pero me la regalaron, algo impresionante. Hay que tener en cuenta que, actualmente, una silla de juego puede superar los 5.000 euros.
–¿Una rivalidad?
–El equipo de Vigo, un rival con el que hemos protagonizado auténticos partidazos. Creo que llevamos compitiendo contra ellos uno 23 años en División de Honor, y aunque tenemos una gran relación entre clubes, en la cancha los partidos son durísimos... De momento, el balance de victorias a nuestro favor es de un 60-40.
–¿Un momento que le haya marcado?
–La llegada de un jugador extranjero como Tristan Knowles, que llegó en 2010 de forma casual. Su fichaje nos cambió la forma de ver este deporte. Un mes antes de su llegada había fallecido nuestro entrenador, Juan de la Cruz, y me hice cargo del equipo. Una noche me llamaron para decirme que había un jugador del equipo que había en Murcia, que llevaba cuatro meses sin cobrar y al que le gustaría jugar con nosotros. No teníamos capacidad para poder fichar a jugadores extranjeros, y menos de ese nivel, teniendo en cuenta que Knowles había sido medalla de oro en unos Juegos Paralímpicos y en un Campeonato del Mundo. Pero él se ofreció. Al día siguiente, se subió a un autobús –no tenía dinero ni para pagarse el billete–, junto con otro compañero, y aterrizó en Valladolid. Era un fuera de serie, tenía otra manera de competir, y gracias a él ganamos la Liga; ha sido el mejor jugador que hemos tenido. La pena es que solo estuvo tres temporadas porque le fichó el Galatasaray, que se fijó en él después de habernos llevado muy arriba en la Champions. Knowles cambió la mentalidad de nuestros jugadores.
–¿Un referente a lo largo de su trayectoria?
–Como entrenador soy fan número uno de Porfi Fisac, creo que se merece entrenar a un club grande. Como jugador, no soy mucho de ídolos, pero por su juego me encantaba Jose Antonio Corbalán -por él me pedí el dorsal número 11-. Y luego Michael Jordan, Magic Jhonson, Larry Bird...; y en baloncesto de silla de ruedas Patrick Anderson, el mejor jugador de todos los tiempos.
–¿Cómo ve la cantera en baloncesto de silla de ruedas?
–Tenemos una escuela deportiva, que lleva ya unos cuantos años y hemos sacado jugadores... Está complicado pero con el tiempo vamos a intentar conseguir que este deporte sea cada vez más inclusivo. Este año hemos comenzado a admitir en la Escuela de Baloncesto de Silla de Ruedas a niños que no tienen discapacidad, y el futuro pasa por poder hacer una competición para todos. El último campeonato de España de Selecciones Autonómicas ya ha tenido la etiqueta de 'inclusivo' y en él han podido participar niños sin discapacidad.
–Dentro de diez años, ¿cómo se imagina este deporte?
–Con la ventaja de que podrá participar cualquiera, aunque primándose que las personas con discapacidad tengan preferencia a la hora de poder competir en igualdad de condiciones. Será un deporte igual de minoritario pero con un seguimiento informativo mayor, sobre todo a nivel de redes sociales, que actualmente nos permiten transmitir partidos y nos dan la oportunidad de contactar con jugadores internacionales.
–¿Qué papel cree que jugará dentro de los próximos diez años?
–Todas las temporadas espero que venga alguien y se ponga en mi lugar, sobre todo como entrenador, pero no hay forma. Como presidente, tengo la suerte de que el club no es presidencialista y funciona con gente que trabaja en la sombra desde hace mucho tiempo. Es difícil compaginar ambas funciones porque, a veces, como entrenador el cuerpo te pide unas soluciones que como presidente no puedo cumplir. Es cuestión de saber estar en cada momento, sabiendo que el club está por encima de todo y de todos.
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