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A veces el juez o el árbitro son deportistas retirados a los que, por desgracia, la edad y el físico no les invitan a continuar con su actividad. Pero no siempre es así; en ocasiones, el amor por un deporte anima a compatibilizar labores. Así ... lo hace Ainara Zarandona, atleta del Club Atletismo Valladolid: compite en todo aquello que puede y, cuando no, hace de jueza de atletismo, el deporte en el que fue campeona de España juvenil y en el que fue internacional en edad júnior. «Un día unas compañeras y yo vimos un cartel en Río Esgueva sobre el curso de jueces y nos apuntamos. Los jueves íbamos a clase y hacíamos actividades y en diciembre hice los primeros exámenes para ser juez provincial. En enero me presenté al nacional y también aprobé», cuenta Ainara.
Este conocimiento de primera mano de la reglamentación le ha ayudado a conocer la normativa y a comprender mejor la postura de los jueces que cuando solo competía. No hay nada como meterse en la piel de un tercero para saber cómo se siente y cómo uno no ha de comportarse, aunque el atletismo no sea un deporte muy dado a problemas. «Cuando empecé, entendí que algunas cosas no las conocía, y ahora que las he estudiado, entiendo cuándo el atleta tiene derecho a quejarse o cuándo lo hace desde el desconocimiento. A veces pensamos que por ser los que competimos tenemos la razón, pero no es así; hay cosas de las que tenemos que estar informados o que tenemos que cumplir», explica, sabedora de que «el juez está aplicando un reglamento que le viene dado, no tiene otra opción». Así, a su poso y a su educación le ha sumado un conocimiento que le permite dar más pasos en pos de la convivencia en la pista. Después de todo, «en muchas competiciones estamos los mismos jueces y atletas», dice entre competición y competición, disfrutando de todas, como suele hacer.
Como jueza, le gusta especialmente estar en las competiciones «con los más pequeños», ya que «son los más inocentes» y le permite verse reflejada en la ilusión que ella tenía en sus inicios. «Me gusta ver cómo lo viven. Los jueces les enseñamos también bastante, porque no entienden del todo cómo es ser parte de este mundillo. Además, cuando eres pequeño es cuando más te diviertes. Por eso me gusta enseñarles y ayudarles a que vayan aprendiendo poco a poco a disfrutar del deporte», pondera Ainara.
Todo es compatible
La mayor y lógica preocupación de su familia, cuando dijo que quería ser jueza, radicaba en si sería capaz de compatibilizar esta labor con sus entrenamientos y «con lo más importante, que son los estudios». Y así lo está haciendo; cursa la carrera de Derecho y está presente en todas las competiciones que puede, con una o con otra labor. Además, contó con el apoyo inestimable de su club: «Mi entrenadora nos animó mucho a todas las que nos apuntamos, porque considera que forma parte de nuestro desarrollo, y en casa me dijeron que priorizara, y lo estoy haciendo. Sé que lo primero son los estudios, porque del atletismo en España no se puede vivir, y en mi club también lo entienden y valoran así».
El ser jueza –o al menos jueza de atletismo– no es a día de hoy el fin, porque Ainara Zarandona no piensa en colgar las zapatillas y sí en seguir compitiendo, si bien las lesiones han detenido un poco su evolución. En 2017 fue campeona de España juvenil y un año más tarde acabó tercera en el Nacional júnior, lo que le permitió ir convocada con la selección española en un encuentro de pruebas combinadas. En la actualidad, lamenta que no termina «de arrancar» por culpa de esos problemas físicos, pero descarta que ejercer esta otra función en la pista sea porque vea ese final: «No es por mi nivel competitivo, porque quiero seguir compitiendo a un buen nivel. Tengo solo 19 años y mi intención es seguir compatibilizando todo siempre que me sea posible».
Por ello, no se fija objetivos en esta nueva labor, sino que piensa en seguir «como hasta ahora, disfrutando de ello» y de su carrera como deportista. Y cuando lo tenga que dejar, ¿qué pasará? «No tengo unas expectativas creadas. Lo primero que quiero hacer es acabar mi formación académica». No obstante, quizás el día de mañana el hecho de poder seguir vinculada al atletismo de esta forma le haga pensar «en ir a campeonatos nacionales o internacionales», puesto que, como bien sabe ya, «te da mucho mundo, te permite conocer gente nueva y te proporciona muchísima felicidad».
Mientras tanto seguirá exigiéndose, porque lo hace cada día, en parte porque así ha aprendido a ser con el atletismo: cada décima cuenta en la pista, igual que cada décima cuenta en cada examen. «El deporte me ha enseñado a tener disciplina y a saber organizarme, a saber que si algún día te tienes que perder algún entrenamiento o alguna clase por la otra faceta, tienes que compensarlo. Como atleta y como jueza, el atletismo me ha ayudado a exigirme más a mí misma», narra.
Y con esa filosofía, y sin perder su naturalidad y su sonrisa, volverá a clase, a entrenar o a ser la jueza que enseña a los niños. Continuará haciendo aquello que sabe, que es disfrutar de un deporte que forma parte importante de su vida.
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