![Los árbitros dicen 'stop' a la violencia en las canchas](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/30/media/cortadas/BASE2B-k4SD-U901380813967OGF-624x385@El%20Norte.jpg)
![Los árbitros dicen 'stop' a la violencia en las canchas](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202001/30/media/cortadas/BASE2B-k4SD-U901380813967OGF-624x385@El%20Norte.jpg)
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Imagínense que en su trabajo están obligados a tomar una decisión en décimas de segundo. Por un instante piensen que eso sucede, además, durante un rato continuado. Que lo hacen con la responsabilidad que conlleva no poder errar, dado que una equivocación puede generar una ... situación que otros pueden creer que es injusta. Supongan ahora que esos otros lo someten a un examen en cada una de esas decisiones; le presionan. Incluso cuando aciertan, le ponen en entredicho. También gente que pasa por la calle, alertados de que dentro de su oficina está sucediendo algo que les resulta interesante. Imaginen que todas esas personas creen saber más que usted, que, además, lleva apenas un par de semanas, acaso dos meses, en su nuevo oficio. No solo piensan que saben que más, sino que además se lo dicen. Y no de buenas maneras. Aun cuando realmente no saben todo lo que dicen saber. Imaginen que ese contexto se torna violento; les dicen que no tienen «ni... idea». De hecho, jueguen a imaginar que no lo dicen a los ustedes de ahora y sí a los que eran de chavales, con 15 años. Jueguen, si no, a imaginar que son sus hijos, o sus sobrinos, o sus nietos, los que tienen que oír, como poco, que son inútiles; que lo que les enseñan no sirve para nada, que toda la ilusión que ponen es en vano. No es agradable, ¿verdad? Después de todo, a nadie le gusta que le griten, que pongan en entredicho sus actos o que les insulten, cuando además están formándose.
Pues eso mismo que no quieren sufrir ni que pasen seres cercanos es lo que les pasa muchas veces a los árbitros que cada fin de semana van a dirigir los partidos de sus hijos, de sus sobrinos y nietos.
Sí, es cierto, ni es siempre ni es en todos lados. Pero piensen por un minuto en el ejemplo que da quien lo hace y en la sensación que puede sentir un adolescente que sale de su casa un sábado por la mañana con ganas de disfrutar de su deporte (ya que ellos también son deportistas) y horas después tiene que volver con la sensación, cuanto menos, de no ser capaz de comprender algunas de las cosas que han escuchado, salidas de la boca normalmente de adultos que, además, están educando a otros adolescentes o niños (en ocasiones, con la misma presión o más, si bien eso es harina de otro costal, y no del que protagoniza estas líneas).
Esa sensación que está pasando por sus cabezas es la misma que han tenido en el Colectivo de Árbitros de Balonmano de Valladolid, con un añadido: han dicho basta. No lo han hecho respondiendo de igual modo, tampoco plantándose –aunque si lo hicieran, imagínense–, sino con una campaña que pretende concienciar de que todo lo que han leído antes no se debe hacer a todos aquellos que participan de esta fiesta que es el deporte base. Cansados de pasar por todo eso, se han propuesto que en las pistas no haya más violencia verbal a través de una etiqueta y de un gesto que inundó hace unos días las redes sociales y las canchas. Una mano abierta en señal de 'stop' dice a quienes lo hacen, o están junto al que lo hace, o lo han hecho, que no, que eso se tiene que acabar de una vez. #STOPViolenciaEnElDeporte es el 'hashtag' utilizado con el que han acompañado dicho gesto, que se puede ver en nuestra portada.
Cada año suelen comenzar más de medio centenar de árbitros a pitar. Ni todos acaban siempre el proceso de formación ni todos terminan las temporadas o siguen después. Pasa en el balonmano, donde cada fin de semana hay más de 30 partidos de los Juegos Escolares, y en cualquier deporte. Mientras están, tienen su proceso formativo garantizado en sus clases semanales, en las cuales se intentan paliar sus déficits, para nada extraños: cualquiera que esté formándose, también aquellos que juegan, los tienen. Y además todos yerran. En esos colegios, además, se les acompaña en todos los sentidos, puesto que es habitual que aquellos con más experiencia acompañen a los novatos en sus partidos, algo que se reforzó el pasado fin de semana, a tenor de la escalada de violencia verbal en las pistas.
No obstante, se buscó revestirlo de normalidad, puesto que eso es lo que quieren los árbitros; no va en su naturaleza ser protagonistas. Así lo decía Susana Reoyo, directora de la Escuela Territorial de Árbitros de la comunidad en las pistas del colegio Cristóbal Colón. Sabedora de que la campaña había tenido efecto en el corto plazo, se emplazaba a uno más largo para comprobar realmente si la gente se ha concienciado. Y así lo deseaba; así lo desea el balonmano, en general, como comentó al mismo tiempo Miguel Ángel Peñas, el entrenador del Aula Alimentos de Valladolid, asistente cada fin de semana, siempre que se lo permite su actividad principal, a varios partidos de base.
Esa normalidad la alteraron unos pocos –porque son pocos– a través de su poca educación, alterando el ánimo de concordia que reinaba en las pistas. La Fundación Municipal de Deportes y la concejalía de dicho área, pues en las primeras horas de la campaña Alberto Bustos, titular de dicha concejalía, mostraba el afán de «sumar esfuerzos» en hacer del deporte el «espacio de convivencia» y de concordia que debe ser, que los distintos organismos competentes quieren y que no será, en ninguno de los casos, si aquellos que gritan, una vez el eco de esta campaña no se iga, vuelven a gritar como si los árbitros no pudieran ser sus hijos.
Las reacciones no se hicieron esperar y en cuanto los árbitros empezaron a movilizarse se encontraron con un apoyo total del mundo del balonmano. Desterrar a aquellos que quieren ensuciarlo no es fácil, pero lo es un poco más si del lado de los colegiados se posicionan tantos y tantos. Fue el caso, como se ve a la derecha, del entrenador Juan Carlos Pastor, que triunfa en el Pick Szeged húngaro y que fue el precursor de la escuela vallisoletana de técnicos que tantos éxitos ha dado en el balonmano mundial.
Las chicas del Aula Alimentos de Valladolid también se sumaron a la iniciativa del 'stop', igual que varios jugadores del Ademar León, que el Balonmano Zamora e igual que otros árbitros de Burgos, Salamanca, León o Madrid. Porque en el fondo, si bien la denuncia parte de Valladolid, esta campaña se puede extender a todos los sitios donde hay un árbitro, y no solo de balonmano. Y es que no es extraño ver cómo la presión a la que son sometidos los colegiados de este deporte se dan en otros, y también sobre aquellos que intentan meter canastas o goles. En estas páginas son ya muchas las historias contadas de colegiados que, no obstante, se han repuesto a cualquier situación adversa porque han querido disfrutar de algo que es igualmente bonito, que aunque sí, puede tener algún sinsabor, ofrece también sabor dulce.
Ser árbitro es, en realidad, ser un deportista más, un joven más, una persona más, aunque unos pocos lo quieran ver de otra manera. Por eso lo normal es apoyar esta iniciativa. Y es que así es, la violencia no debe estar presente nunca en el deporte.
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