Un cuarto de siglo corriendo por Don Bosco

A finales de los años noventa, a un lado de la verja del centro Don Bosco, a unas decenas de metros de donde se ubica hoy la salida de una de las carreras más populares de Valladolid, las jeringuillas «eran el pan nuestro de cada día», recuerdan en Pajarillos.

La droga era un mal endémico a una zona que buscaba «un salvavidas» en el deporte. Lo fue el fútbol, –primero– con un campo, en el que esa verja de los Salesianos separaba el balón de las agujas tiradas en el descampado o los restos de papel de aluminio. Y lo fue a partir del 2 de febrero de 1997, la Carrera Popular Don Bosco, que este viernes cumple 25 años, y que este domingo celebrará su primer cuarto de siglo corriendo en Pajarillos.

Aquella idea inicial, con un fuerte componente social, recibió en muy poco tiempo el apoyo de todos los sectores de la ciudad, entre los que destacaron los grandes protagonistas del deporte vallisoletano. Así, cada presentación de la prueba se convertía en un desfile de las principales figuras del fútbol, baloncesto, balonmano o atletismo, entre otros. El desaparecido Lalo García, histórico capitán del Fórum Valladolid; el central internacional del Balonmano Valladolid, Raúl González; o Mayte Martínez, que aparcó el tartán para estar en Pajarillos en más de una ocasión y que, precisamente esta semana, hizo lo propio, pero ya como concejala de Deportes de la ciudad. Junto a ellos, el histórico portero del Real Valladolid César Sánchez o el también blanquivioleta Eusebio, en una demostración de que la carrera iba más allá de los 9.200 metros alrededor del barrio a completar como buenamente se pudiera. Algunos, con el último modelo de zapatillas, y a modo de competición; pero muchos otros con el único motivo de hacerlo con vista a dar visibilidad a la realidad que se vivía en aquellos «Pajarillos altos», que recuerdan los organizadores.

En aquella primera edición, la respuesta «fue sorprendente», destaca el director de la carrera, Chema Blanco. «Fueron seiscientos participantes, y me acuerdo que la gente mayor se ponía en la salida con zapatillas de estar en casa, o muchas mujeres con falda». «Algunas calles casi no estaban asfaltadas», bromean desde una organización que ha visto participar en su iniciativa a casi 40.000 personas; y que para este domingo espera alcanzar los 1.500 participantes, entre corredores y andarines. Las inscripciones de carácter gratuito se mantendrán abiertas durante todo el día de hoy.

La inclusión de las categorías inferiores, por ejemplo, con los chupetines –los más pequeños de la casa– también se convirtió en uno de los hitos y transformó la prueba en un evento familiar. De niños a abuelos, y una motivación que ayudó «y ayuda» –recalcan– a jóvenes y no tan jóvenes a adquirir hábitos saludables, lejos de la droga, entonces; lejos de otros problemas en la actualidad, sin olvidar aquel descampado tan próximo, «aquel poblado de la Esperanza por el que nos conocía toda Valladolid», recuerda Jesús María Gómez, uno de los promotores de la prueba y que pone voz a la carrera desde el inicio. «Este domingo correré con el número 25 como homenaje».

En los primeros años todo era manual, «casi hasta la megafonía», bromea Jesús María, hoy conocido como una de las voces del deporte vallisoletano.

El recorrido también ha sufrido variaciones, y el pasado año se modificó para dar cabida a otros barrios, como lo es Santos Pilarica, que volverá a acoger parte del trazado este 2024.

En estos 25 años, desde la Casa de Juventud Aleste se congratulan por lo conseguido, pero también sin perder de vista el camino a recorrer. «Sigue en nuestro ADN apostar por un deporte abierto y popular al que todo el mundo tenga la posibilidad de acceder», concluyen con la satisfacción de 25 años de trabajo y «el respaldo de un barrio y toda una ciudad».

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