El barrio de Parquesol tuvo la ocasión de disfrutar del único 'puerto montañoso' de la crono. Broma aparte, nos referimos a la subida de la calle Padre Llanos, la tachuela más significativa de la jornada. Los aficionados del lugar lo sabían y fue el ... sitio que más público reunió en el paso de la prueba por esta zona de la capital. Un repecho en el que los ciclistas tenían que dar lo mejor de sí para superar el escollo. Jaleados por los lugareños seguro que costaba menos.
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Los ciclistas entraban desde el auditorio Miguel Delibes a la subida de Parquesol para girar a la calle Padre Llanos e iniciar la subida. En la zona de la piscina Laura López Valle poca gente, normal ya que hay poca vivienda por esa zona. Allí se escuchaba el sonido de los cambios para afrontar el repecho hasta la intersección con Hernando de Acuña. A partir de ahí, tomaban un descenso que despertaba la admiración de los aficionados. «Si van a ochenta por hora», aseguraba uno de los concitados en esa calle de Parquesol. Y es que la pendiente hacía que los corredores bajasen a tumba abierta, lo que obligaba a los motoristas y los coches a seguir la velocidad de los ciclistas.
El problema venía cuando había que girar, nada menos que noventa grados, para continuar la bajada por Adolfo Miaja de la Muela. Hubo algún susto en la mencionada curva. Primero, un coche de equipo que entró más deprisa de lo deseado, lo que le obligó a un pequeño derrape para corregir la trayectoria y seguir su camino sin más contratiempos. Más llamativo fue lo que le pasó a un automóvil de la organización, que también entró más fuerte de la cuenta en la citada curva. Pequeño susto de nuevo, sobre todo para los aficionados que se congregaban en esa zona. Hubo algún grito de los presentes, pero el Skoda retomó la dirección correcta y siguió detrás de ciclista, motoristas y resto de coches que componían el cortejo.
El calor fue protagonista. Aunque la temperatura no tenía que ver mucho con la de semanas precedentes, el sol se dejaba notar. Por ello, todo el mundo buscaba una sombra bajo la que cobijarse. Y eran espacios que se demandaban. La sombra de una casa o de un árbol era lo mejor para ver pasar a los ciclistas. Tampoco se le hacían ascos a alguna marquesina de los autobuses. Estuvieron pasando unas tres horas corredores –el primer ciclista, el último en la general, llegaba a Parquesol antes de las 14:15 horas y el último, el líder Kuss, lo hacía sobre las 17:10–, un reto duro. Por ello, además de sombra, un bordillo donde sentarse o incluso un banco eran sitios ocupados por los espectadores.
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Es verdad que a las dos de la tarde la presencia de aficionados era menor. Con el paso de las horas y de la hora de comer, la gente optó por bajar a la calle. Hubo quien que desde su terraza o su balcón siguió todo el devenir de la carrera. Alguno no tuvo reparos en tomar el café desde su terraza mientras seguía con interés el discurrir de la contrarreloj. Incluso seguir la prueba de una manera híbrida, desde el balcón de casa a la vez que la televisión. Así estaba enterado de cómo marchaban los tiempos de los participantes. Con la salida de los mejores de la general, el número de aficionados presentes en las calles de Parquesol fue creciendo. A todos nos gusta ver de cerca a los mejores ciclistas del planeta más que a través de la pantalla de un televisor.
Era llamativo en el tramo de Adolfo Miaja de la Muela la presencia de varias personas con sillas de playa y neveras, totalmente pertrechados para ver el desarrollo de la carrera. Eran la familia Matías, un padre, un hijo y dos nietos. Aficionados de pura raza que viven en Pontevedra, pero con raíces zamoranas. Reconocen que suelen programar sus vacaciones pensando en presenciar alguna etapa de la Vuelta a España en función de lo que mejor les venga a sus intereses. En esta ocasión ha sido Valladolid, donde disfrutaron de la contrarreloj como pocos.
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Lo que sí se pudo constatar es que los aplausos sonaban más fuertes cuando eran corredores españoles los que pasaban, ya fuesen de equipos como el BHBurgos o el Movistar, o ciclistas de nuestro país que compiten con escuadras de otras nacionalidades. También se cumplió que a esta citas acuden muchos corredores aficionados ataviados con todo lo obligado en una indumentaria ciclista que se precie, además de la consabida bicicleta.
La Vuelta pasó por Parquesol y el barrio disfrutó de lo lindo de una parte de la contrarreloj, la que pasaba por la única tachuela en un recorrido de casi 26 kilómetros.
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