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Veinticinco años se cumplen de su última victoria en el Tour, también de ese otro ciclismo tan añorado que ha dado paso a otro mucho más medido y metódico, y el paso del tiempo ha afilado su forma de ser. Indurain ya no «habla con ... sus silencios», como solía decir Eusebio Unzué, y ahora es más lenguaraz, extrovertido y socarrón. También más analista con el deporte que le convirtió en leyenda entre los años 1991 y 95 –único ciclista que ha encadenado cinco victorias en la ronda francesa–.
«Hoy el Tour beneficia más a los escaladores, la crono es una especialidad difícil a la que hay que dedicar tiempo y la de este año va a ser el penúltimo día, quizas tarde, cuando las cartas estén ya claras», se lamenta quien ha sido el mejor rodador de todos los tiempos, con auténticas exhibiciones que aún se mantienen en la retina como aquella crono del 94 en la que sacó dos minutos a Lance Armstrong –entonces campeón del mundo– en los primeros 12 kilómetros o la de Luxemburgo en 1992 cuando acabó doblando a Fignon.
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Eran otros tiempos, sin pinganillos ni potenciómetros, que no permiten comparación para el propio Indurain. El deporte evoluciona y te tienes que adaptar a lo que hay. Pasa lo mismo en las motos, la Fórmula Uno o en el fútbol con el VAR. ¿Lo cambiaría? Sinceramente no, los corredores ya tienen su forma de correr y andar quitando y poniendo... O lo quitas o lo dejas. Al final hay que tener piernas para rodar», señala, reconociendo que lo único que le atrae de la irrupción de las nuevas tecnologías en el ciclismo «con las bicicletas que hay ahora de contrarreloj».
No se puede decir que las tecnologías le acompañen en su retiro en Villava. «No uso ni móvil, no me gusta perder tiempo», confiesa el navarro, que lleva una vida «normal», sin más hobby que rodar en bicicleta, mantener la figura que le hizo campeón en los 90 y seguir la actualidad que arroja el ciclismo actual. «Mi pasado me ha ayudado a cuidar la alimentación y también a saber que las cosas se consiguen con trabajo y esfuerzo», apunta, con la misma humildad que agrandó su figura como corredor en activo.
Como embajador del banco Santander, este sábado hizo cumbre en Segovia tras completar una marcha cicloturista con salida en Cercedilla. Fue en tierras de Perico Delgado donde ha analizado la actualidad que impera en el Tour y en el ciclismo postpandemia. «Este año es difícil para los corredores porque afrontan estas tres semanas de carrera sin saber si están en forma o no. No tienen referencias y no saben si un esfuerzo de más lo pueden pagar más tarde. Pero aún así se están haciendo medias de 40 kilómetros/hora», analiza, mojándose lo justo en el epílogo que se escribirá en los Campos Eliseos. «La verdad es que pensaba que Dumoulin iba a hacer buen Tour pero han decidido que todos trabajen para Roglic y no hay mucho más que decir. En cuanto a Bernal no está tan fino como el año pasado pero aún quedan puertos, y más largos que hasta ahora, que le pueden ir mejor que a Roglic. Es el vigente ganador y hay que tenerle en cuenta», explica Miguel Indurain, que también apuesta por una mejoría de Landa en las dos próximas semanas. «Alejandro (Valverde) y Movistar no están al nivel que se espera pero Landa está bien, ha corrido poco y tiene que ir a mejor. Aunque la crono no la suele hacer bien, creo que sí puede hacer podio».
Considera positivo para el ciclismo la irrupción de las nuevas generaciones (Pogacar, Evenepoel, Van der Poel, etc) y no cree que el pelotón español se haya quedado atrás. «Va por rachas pero hay buena gente. Hay épocas mejores que otras e igual es que aquel boom de mi época no era lo normal», asegura quien ya se prepara para un reto con Martin Fiz que consistirá en 20 kilómetros en bici y 5 a pie.
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