¡Ha llegado el Tour!
De ayer a hoy ·
El autor se congratula con la aparición del mejor ciclismo en la espectacular ascensión a los picos de la Madeleine y Lozeángel maría de pablos
Miércoles, 16 de septiembre 2020, 19:20
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De ayer a hoy ·
El autor se congratula con la aparición del mejor ciclismo en la espectacular ascensión a los picos de la Madeleine y Lozeángel maría de pablos
Miércoles, 16 de septiembre 2020, 19:20
Cuando de pequeños jugábamos con las chapas al Tour de Francia, siempre añadíamos con arena puertos de montaña. Y nos agarrábamos a unas subidas que hicieron, y hacen, historia del ciclismo mundial: Galibier, Alpe d'Huez, Telegraphe, Aubisque y tantos otros. Tarde llegó la Madeleine, ... con el primer Tour de Eddy Merckx, pero cuando llegó lo hizo con firma de 'mataciclistas' por su especial dureza y gran dificultad. Ahora si los organizadores han sumado el col de Loze, inédito hasta este año, la cosa se multiplica en dureza y en exigencia.
La etapa de ayer, que el Tour anunciaba como 'la gran etapa alpina', ha demostrado que en efecto todas esas terroríficas virtudes han puesto patas arriba la carrera, pero ha demostrado que mi admirado Julio Jiménez tenía razón: «el Tour no empieza hasta que llega la montaña, pero la de verdad». Y verdad era la montaña que tuvieron que digerir los participantes en la prueba y que, incluso, a muchos se les indigestó. Pero el Tour no ha sido este año tanto Tour como lo fue ayer, sobre todo en los últimos 40 kilómetros. Y si incluimos los últimos diez, podríamos pronunciar con razón ese adjetivo tan manoseado: épica.
A costa, sin duda, de ver cómo el ecuatoriano Carapaz volvía a masticar su derrota por segunda vez consecutiva, cuando su demostración de valentía y pundonor parecía, solo parecía, tener a su alcance el fruto de la victoria. La violenta reacción de sus perseguidores le sobrepasó pese al apoyo inicial de Gorka Izaguirre que fue el último en caer de los fugados inicialmente. Y le sobrepasó para mostrarnos la dureza de un deporte a la que no se sustraen ni los, en apariencia, más fuertes.
Ver a Roglic con el rostro de sufrimiento, mirar a Pogacar incapaz de seguir al líder recurriendo hasta la última milésima de fuerza y sentir cómo el rosario de ciclistas se iba retorciendo sobre la máquina, incluso Miguel Ángel López, el colombiano que, al final, se salió con la suya pasando primero bajo la pancarta de meta.
¡Por fin ha llegado el Tour de verdad!
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