Corredores sanguijuelas

Ayer la carrera se planteaba con un pelotón acostumbrado a rodar tras la imagen de 6-7 ciclistas del Jumbo como guardaespaldas de su jefe de filas y líder de la carrera, Primoz Roglic. Por fortuna, la etapa estuvo salpicada de escapadas que protagonizaron hombres de segunda fila junto a otros que no lo son. Pero todos aspiraban a un triunfo, siquiera parcial, que llegase para iluminar el palmarés de cada equipo.

Y viendo las imágenes de televisión recordé al hombre que más me enseñó sobre las circunstancias de una carrera ejerciendo de maestro además de amigo. Siempre que pasaba por Valladolid me llamaba y luego hablábamos de lo divino y de lo humano pero en bicicleta. A veces entrábamos en las oficinas del periódico y Dalmacio Langarica, pues a él me refiero, se prestaba a mis preguntas y me hablaba de la belleza del ciclismo como «un deporte individual en el que importa el equipo». Y en cierta ocasión, remató su clase:

– Bueno, importa el equipo pero teniendo cuidado con los corredores sanguijuelas…

– ¿A qué te refieres?, le pregunté.

– A los que se aprovechan del esfuerzo ajeno para luego rematar…

Recuerdo esta anécdota porque ayer, el ganador de la etapa, el alemán Lennard Kämna, sin hacer nada ilegal, fue un poco sanguijuela. Se aprovechó del esfuerzo de Richi Carapaz para, en cuanto se quedó sin fuerzas el ecuatoriano, dejarle tirado aprovechando en la bajada su mayor corpulencia. Pero nada que oponer a su victoria. Aunque sí señalar que el director deportivo de Roglic debe cambiar su táctica porque dejar más de 16 minutos de ventaja a quienes tienen hambre de victorias con ese dominio aparente del cálculo le puede costar un disgusto.

Ya veremos hoy con la Madeleine como juez de paz.