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Benito Urraburu
Viernes, 18 de julio 2014, 02:54
En esta estación alpina a la que el Tour no había llegado desde 2001, con una cronoescalada que ganó Lance Arsmtrong, es difícil decir si Vincenzo Nibali se encuentra en el mejor estado físico de su carrera. Cuando se han ganado Giro y Vuelta a España resulta complicado discernir cuál ha sido el momento más álgido de este siciliano hecho ciclista en la Toscana.
Una cantera, la del sur de Italia, que ha surtido de nombres importante al norte, donde están la mayoría de las carreras. Los números, fríos, dicen que firmó su tercera victoria de etapa. Ganó en Sheffield, aprovechando un momento de pensamiento único en el pelotón. Volvió a vencer en La Planche des de Belles Filles. Ganó de nuevo en la primera llegada en los Alpes, en una subida larga, pesada, sin grandes pendientes, en la que se movió a su antojo, manejando al resto del pelotón como quiso, atacando y tomando aire, saltando de grupo en grupo para irse finalmente solo.
No fue una buena etapa para Purito Rodríguez, que perdió el maillot de la montaña. Su desgracia fue que Vincenzo Nibali sumó los puntos que había en Chamrousse casi sin querer. Si el italiano mantiene ese mismo comportamiento en los Pirineos, va a obligar al líder de Katusha a ganar en una llegada en alto para lograr los puntos necesarios, además de meterse en escapadas en jornadas de alto voltaje para ir sumando. No lo va a tener fácil. Mientras eso llega se produjeron nuevos abandonos como el de Dani Navarro, que se retiró con vómitos, y más caídas Kittel, Van den Bröeck, De Kort o Fuglsang, entre otros. Romain Bardet tuvo molestias en la zona perineal, que es bastante delicada para un ciclista. Hubo, como siempre, alegrías y tristezas.
Nibali no está en el Tour para hacer exhibiciones, sino para ganarlo. Y eso es lo que está haciendo. Domina los aspectos claves que siempre le gusta controlar a un líder: sacar tiempo a sus rivales, fundamental, y explicarles en la carretera, en el plano psicológico, que no hay nadie más fuerte que él.
Se quedó sin Scarponi y sin Fuglsang, que se cayó, pero contó con Kangert. Con eso le bastó para esperar acontecimientos, movimientos. Cuando Valverde atacó a 10,5 kilómetros de la meta salió a por él. Se les unirían Thibaut Pinot y Ten Dam. Estuvo cuatro kilómetros con ellos hasta que decidió irse solo para alcanzar a Konig y Majka, que iban por delante.
Se tomó un nuevo respiro, de dos kilómetros, distancia suficiente para comprobar que era capaz de volar en solitario hasta la meta. Cuando restaban 3,3 kilómetros aceleró para ganar su tercera etapa, sumar nuevos segundos de ventaja y poner el Tour, la general final, todavía más a su favor.
Cumplirá Nibali 30 años en noviembre. Lleva nueve temporadas en profesionales y su maduración como ciclista ha sido lenta. Es cierto que no están Froome y Contador, algo que no es culpa suya. Mañana podría no estar él. Las carreras se hacen con quienes se presentan en la línea de salida.
Nibali no tiene un ataque seco en montaña. No es un escalador al estilo Froome o Contador. Lo suyo es dirigir los pasos con sagacidad, utilizar la inteligencia en momentos en los que no todos los corredores pueden pensar. No se mueve por impulsos, sino por razonamientos.
Es verdad que no quedan escaladores en la carrera. Tampoco hay muchos a nivel internacional. Pinot puede ser el más peligroso de ellos, junto a Bardet. Los dos franceses fueron valientes. No se arrugaron. Dieciséis segundos les separan del podio. No es tiempo si vemos cómo el pelotón se rompió en cuanto llegó un puerto de cierta entidad.
Los Pirineos van a resultar el final de algunas tragedias interiores que se están gestando. Cuando en la primera hora de una etapa que finaliza en alto se cubren 44,8 kilómetros, hay ciclistas que saben que sus padecimientos se irían agrandando según transcurran los kilómetros.
Nibali suma segundos mientras resta inquietudes. Es el mejor de todos los supervivientes de esta carrera. Valverde, que perdió cincuenta segundos, hizo lo que se esperaba: atacar. Los siguientes pasos los manejó Nibali con maestría. El italiano le dejó con la misma facilidad con la que le alcanzó. Todo con serenidad, sin aspavientos.
Volver a pedir a Valverde que tiente a Nibali sólo se puede hacer si se presenta algún momento de debilidad: un mal día, un aislamiento total, algo que este viernes no les sirvió de nada a sus rivales, puesto que junto a Kangert se manejó con maestría.
Para Valverde lo ideal sería poder irse con Nibali y alejar a los dos lobos franceses que tiene detrás, Pinot y Bardet, ciclistas con hombre de gloria, de podio, de hacer historia en el ciclismo y asegurar su futuro. La necesidad es una de esas virtudes que lleva al ser humano a realizar actos que nunca pensó que podría hacer.
Por eso, a Valverde le interesa abrir brecha. Movistar se movió lo que pudo en Chamrousse, con Jon Izagirre, Rojas y Gadret. Nadie, salvo Nibali, parecía ir sobrado. Lo maneja todo a su antojo.
Zubeldia escala puestos
Zubeldia, undécimo en la etapa, es decimocuarto en la general. En puertos largos como los de los Alpes suele sentirse mejor que en los Pirineos. De momento, mejora.
El balance final de los Alpes se hará este sábado, después de la llegada a Risoul. Las escapadas de lejos no llegan porque siempre hay alguien que rueda muy rápido y nadie puso en práctica la teoría de que ataquen de lejos los ciclistas que están a cuatro minutos en la general. ¡Está la gente como para atacar de lejos! A quienes soportan a Nibali les vale con esperar al final y ver quedarse ciclistas.
El calor dejó a Porte, víctima de problemas estomacales, tirado en la carretera con Mikel Nieve. En determinados momentos llegó a pensar en el abandono.
Los grandes equipos italianos, o controlados por italianos, siempre se han centrado en un objetivo dejando de lado otros. Los mejores puestos de Nibali este año han sido quinto en Romandía y séptimo en Dauphiné. Transmitían que no estaba mal y escondían la realidad, que llegaría pletórico al Tour. Él ha cumplido la parte que le tocaba.
Que la carrera se le pusiese como una alfombra en la primera semana es algo con lo que no contaba. Pero ha sido así. Van a caer más ciclistas importantes.
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