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Pedro Delgado (Segovia, 1960) tiene cuerda para rato. El exciclista, actual comentarista del deporte de las dos ruedas en Televisión Española y uno de los rostros más reconocidos de este deporte a nivel nacional, repasó este miércoles su trayectoria deportiva en Valladolid, al tiempo que ... valoró algunos aspectos de la actualidad de su deporte.
El ganador del Tour de Francia en 1988 fue el invitado en los Desayunos de la Asociación de la Prensa Deportiva de Valladolid, y aprovechó para recordar sus orígenes como corredor en la provincia vallisoletana, gracias a su fichaje por el mítico equipo Moliner Vereco, del que guarda «muy buenos momentos».
Delgado que traspasó las fronteras del deporte, además de por sus logros sobre el sillín también por su forma de ser cercana y desenfadada, no dudó en valorar la figura de la estrella actual del ciclismo, Tadej Pogacar, al que tildó de «bestia», y de la que apartó la sobra del dopaje. «Siempre habrá algunos que duden, pero lo que es una bestia. Ahora mismo el único rival que tiene es el mismo, y el peligro para que deje de ganar está en que vea que ganar es tan fácil que se disperse», explicó el comentarista segoviano.
El excorredor del Reynolds -posteriormente Banesto y origen del actual Movistar Team- puso de ejemplo lo vivido con Peter Sagan. «El checo lo ganaba todo, lo hacía tan fácil que llegó un momento en el que se empezó a distraer, que si la separación de su exmujer, que si viajes exóticos, que si probar en otras disciplinas... Cuando quiso darse cuenta ya no ganaba y no sabíapor qué«.
«Solo veo que a Pogacar le pueda pasar algo así, para que no esté ahí ganándolo todo los próximos cinco años...», subrayó, mientras que contó el ejemplo de lo que vivió en la Volta Catalunya este 2024, en la que se impuso el ciclista esloveno. «En la primera etapa de montaña, puso a su equipo a tirar a una velocidad rapidísima... Quedaba muchísimo, y no había ningún peligro. Luego atacó y ganó. Yo me alojaba en el mismo hotel que su equipo, el UAE, y le pregunté a su compañero, al español Marc Soler que por qué habían tirado tan fuerte... y me contestó que a él no le preguntara, que todos iban con el gancho, y que fue Tadej al que le parecía que iban demasiado despacio...».
Esta anécdota sobre el actual campeón del Tour de Francia y Giro de Italia, le hizo a Perico rememorar lo que sucedió en el Tour de 1989, aquel de infausto recuerdo para el campeón español por aquel retraso en la salida del prólogo de Luxemburgo que lastró sus opciones de repetir triunfo en la ronda francesa. «Yo en el 89 me sentía el Pogacar actual... Me acuerdo en una etapa de la Vuelta, que entonces era en mayo, y que íbamos subiendo un puerto y que me dio por mirar para atrás, y digo si vamos 25 ya solo, y le pregunto a mi compañero, qué ha pasado, y me dice, no ves que vamos todos con el gancho... Y me iba todo hinchado yo. Digo qué bueno soy y que bien estoy», bromeó ante los asistentes en el evento celebrado en la Real Sociedad Hípica, con muchas caras conocidas entre el público, como el exseleccionador Javier Mínguez; el exciclista iscariense Juan Carlos Domínguez; o entre otras jóvenes promesas, el joven Sergio Romeo, hermano del vigente campeón del mundo de contrarreloj sub-23, Iván Romeo.
La comparativa entre el ciclismo actual y el de su época tampoco pasó desapercibida para los presentes. «Yo hubiese sido un ciclista bueno... Pero yo soy, como se dice en Castilla, un 'tragapanes'. Si en el Tour del 88 que gané pesaba 63 kilos, con los baremos actuales tendría que haber estado en 58... Nosotros nos metíamos un buen filete antes de las etapas, nos decían comed bien que hay que estar fuertes. Ahora todo esto sería imposible. Los ciclistas hacen muchísimos sacrificios, pero el del hambre... Está la figura del nutricionista, que por supuesto que hace su trabajo, pero te dice solo puedes comer 50 gramos de carne, la tortilla de patata no la puedes comer... Te dicen sufres un tiempo, pero te acostumbras, pero no es verdad», analizó.
En ese nuevo ciclismo, Perico también indicó que a él también le hubiese pasado factura que, quizá le contasen lo bien que estaba todos los que le rodeaban, y luego pudiese llegar otro y otros corredores y ganarle. «No sé si lo hubiese soportado», destacó. «Te dicen que estás en tu peso ideal, que tienes los mejores valores de tu carrera, que tienes a este compañero que va a estar contigo en ese puerto analizado al detalle... Y sales hinchado y te encuentras con que te ganan cinco, porque te encuentras con un Pogacar o un Evenepoel todos los días». «Así es normal, que todo esté más medido, y que todos los ciclistas corran con el mismo patrón, con los números... Pero antes no era así», añadió.
En este sentido, Delgado también analizó la figura del pelotón español y las posibles figuras. «Están Juan Ayuso y Carlos Rodríguez... Pero es que está Pogacar, pero lo mismo le ocurre a Francia o a Italia. No sé si habrá nacido ya un corredor capaz de hacerle frente, al margen de Vingegaard, pero aún no está en el pelotón. La única manera es que hubiese un Luis Ocaña, más anárquico, capaz de correr por impulsos».
En relación a sus orígenes en Valladolid, recuerda la rivalidad con el equipo Moliner. «Venían a Segovia a correr la copa de las escuelas de aquí, y decíamos por qué tienen que venir de Valladolid, que se queden allí. Recuerdo como salía a uno y otro ataque, y al final me ganaban, y me enfadaba y les llamaba chuparruedas», señaló.
Su carácter y su capacidad para competir con los corredores -más profesionales de Valladolid- con un dos latas de bici, le llevó a que Moncho Moliner, director del equipo, le fichara, y le iniciara en la que sería su vida. «Para mí todo era estupendo... Corría en bicicleta, viajaba, porque no había salido nunca de Segovia, y ganaba dinero. Más tarde tuve que elegir entre los estudios de Enfermería y el ciclismo, porque mis padres no veían lo de dedicarme al deporte. Lo que quieras pero con los estudios», recordó.
Del Moliner fichó por el Reynolds navarro, en detrimento de la oferta que tuvo de Javier Mínguez para seguir en Valladolid. «Creo que lo hice precisamente porque José Miguel Echavarri fue más laxo con el tema de los estudios y Mínguez era más de esto es así, más recto», afirmó.
En el Reynolds se convirtió en profesional y con el equipo navarro, se convirtió en ganador del Tour en 1988, un triunfo que le marca hasta en la actualidad, aunque como él admitió también capítulos como el vivido en 1989. «Se acuerdan de aquel prólogo en Luxemburgo. Yo lo pasé muy mal, Me decía soy el hazmerreir, estuve sin dormir, sin estar centrado... Era mi año... ¿Vosotros no habéis llegado tarde nunca?», interpeló al público en relación a ese retraso a la salida de la contrarreloj inicial del Tour de aquel año que ha pasado a la historia de la carrera francesa.
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