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La centenaria Milán-San Remo inició este sábado los monumentos del calendario ciclista esta temporada. La carrera, de 288 kilómetros, no defraudó, y tuvo protagonismo español, gracias a Sergio Samitier (Movistar), que estuvo escapado más de 240 kilómetros.
Sin embargo, la aventura del corredor aragonés ... terminó antes de tiempo, a 19 kilómetros de meta y una vez coronado ya el principal puerto de la jornada, Cipressa. Samitier se fue al suelo en un descenso donde ya el pelotón comandado por el UAE de Tadej Pogacar engullía escapados de forma voraz.
Con el español fuera de carrera, y con algún amago de Gonzalo Serrano (Movistar), que incluso llegó a salir a la rueda del líder del UAE en el último ascenso, la emoción -como era previsible-, se centró en los favoritos, con la posibilidad de que por primera vez en 16 años un corredor pudiese repetir victoria en San Remo.
Para ello trabajó toda la jornada el Alpecin, el equipo de Mathieu Van der Poel, que reaparecía en la carretera seis meses después y tras haberse proclamado campeón de ciclocross durante el invierno. No defraudó el neerlandés, aunque enfrente en esta ocasión tuvo a Pogacar, en uno de los duelos más esperados de este inicio de temporada.
UAE y Alpecin coparon el protagonismo, con el Visma en retirada tras la caída de Cristophe Laporte a 40 de meta, y con el gigante Kooik sin ser capaz de pasar las últimas elevaciones, que le dejaran un mano a mano al sprint con Jasper Philipsen.
Una vez neutralizada la escapada a 20 de meta, el Poggio tendría que ser el lugar escogido para marcar las diferencias con los sprinter supervivientes en el grupo cabecero.
Lo intentó Pogacar hasta en dos ocasiones. En la primera, fue Van der Poel, el que enseguida salió a su rueda para neutralizarle. Sin embargo, en la segunda, el esloveno -obsesionado con sumar el Monumento- logró soltar a todos para encarar el descenso en solitario, eso sí, con una renta ínfima.
Le dio caza Van der Poel, con aparente facilidad. Hasta el británico Pidcock -otro que también ha estado inmerso en el calendario de ciclocross-; incluso Mohoric, ganador en 2022, y quizá el mejor especialista en bajadas del pelotón internacional. Lo intentó el campeón esloveno, que cogió una renta a falta de 2 kilómetros para la meta, pero que no fue suficiente.
Van der Poel entendió que su turno había pasado, y fue el encargado de neutralizar en primera persona los intentos de unos y otros por lograr la gesta y tratar de aprovechar las dudas entre los primeros espadas. No hubo lugar a esa indecisión en el Alpecin, ya que el campeón del mundo entendió su rol y trabajó para su compañero Philipsen, quizá el mejor esprinter del mundo -a tenor de lo visto en el último Tour de Francia-, y el velocista belga se llevó el premio a su constancia durante toda la carrera, al trabajo de su equipo y al derroche de watios de todo un campeón del mundo, Mathieu Van der Poel.
Tadej Pogacar, que lo intentó «todo», se quitó la espina de meterse en el podio de la carrera, después de dos últimas ediciones quedándose a las puertas.
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