Alaphilippe silencia a Lefevere

La victoria llegó después de que el francés, doble campeón del mundo, se haya ganado el título honorífico de corredor más combativo de la Corsa Rosa, con presencia en las escapadas a diario, hasta quedarse con la miel en los labios en la sexta jornada, cuando solo el esprint de Pelayo Sánchez le dejó sin su primera victoria.

Sin embargo, el líder del Soudal, al que su propio director, Patrick Lefevere, puso en el disparadero al acusarle de «ir a demasiadas fiestas y tomar demasiado alcohol», lo ha seguido intentando hasta conseguir una victoria de prestigio, «una de las más especiales» de su carrera, y todo pese a saber lo que es ganar en el Tour, vestirse de amarillo en la ronda francesa, y llevar dos años el jersey arcoiris. «Julian está bajo el hechizo de Marion Rousse, quizás demasiado..», señaló el pasado mes de febrero Lefevere en relación a la pareja de Alaphilippe.

No es de extrañar que poco después de cruzar la meta, y nada más que le pusieron un micrófono delante, la victoria fuera dedicada para ella, una compañera que no perdió tampoco la ocasión de responder al director de su pareja tras la polémica.

El «bajo rendimiento» del último héroe francés en el pelotón, también llevó aparejada una amenada de «despido», si no cambiban su actitud, de ahí que en lo que va de temporada, a D'Artagnan le hayan vinculado para la próxima temporada con unas cuantas escuadras y lejos de los colores de su actual equipo.

Aún así, y después de una temporada de clásicas, en que Julian comenzó a dejarse ver –eso sí, muy lejos de corredores como Van der Poel o Pogacar–, el Giro de Italia se haya convertido en el mejor escaparate para una reinvidicación que, por fin, llegó en una jornada que se asemejaba más a una clásica que a una etapa de transición en una vuelta de tres semanas.

La etapa, de 193 kilómetros, entre Martinsicuro y Fano, se convirtió en una emboscada final en la que el francés demostró ser el más fuerte. Logró que la escapada fructificara después de 125 kilómetros escapado junto al italiano del Polti Maestri –otro acostumbrado a dejarse ver en las escapadas desde el inicio de la Corsa–.

Maestri acompañó a 'Lulú' hasta los últimos once kilómetros, hasta el muro del Monte Giove, donde sus piernas dijeron basta después del tremendo esfuerzo realizado. Ahí, Alaphilippe sacó la clase que atesora como uno de los mejores 'clasicómanos' del siglo XXI, y logró mantener la distancia en unas rampas que llegaron a presentar un 20% de pendiente positiva. Atrás, saltaron Narváez –otro de los combativos del Giro– y Hermans, pero a Julian nadie le iba a quitar la oportunidad de mandar su mensaje.