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El ciclista segoviano celebra su victoria en una de las etapas de la prueba. El Norte
Fran Herrero, otro podio entre los titanes del desierto

Fran Herrero, otro podio entre los titanes del desierto

«Es una carrera que te pone al límite física y psicológicamente», explica el de Carbonero, tercero de la Titan Desert tras ser segundo en 2022

Jueves, 11 de mayo 2023, 10:25

El deporte ofrece muchas vidas. Bien lo sabe Miguel Induráin, el mejor ciclista español de la historia, al que liaron a sus 58 años para ir a la Titan Desert, una carrera de bicicleta de montaña –un concepto que se queda corto– por Marruecos. A su encuentro fue Francisco Herrero. «¿Cómo puede estar un cinco veces campeón del Tour de Francia durmiendo esta noche aquí a la intemperie?»

El segoviano rompe un mito: el navarro no es tan tímido en las distancias cortas y le responde con ironía: «A mí me vienen ahora a buscar para llevarme al hotel». Pero es un lugar inhóspito del Sáhara y la habitación más cercana estaba a dos horas. Es la magia de uno de los desafíos más extremos del ciclismo. «Es una carrera que te pone realmente al límite, tanto física como psicológicamente», resume Herrero, tercero el año después de dar la campanada con su segundo puesto. Y se dio el gustazo de sacar siete horas a Induráin.

La inestabilidad de las dunas y las altas temperaturas acompañan a los ciclistas. El Norte

La Titan Desert es un desafío de seis etapas que el ganador, Roberto Bou, completó a un ritmo infernal de 28,45 kilómetros por hora; el ritmo de un ciclista de carretera amateur llevado a la superficie más hostil. En total, invirtió 22 horas 19 minutos y 12 segundos mientras que Herrero, que llegó a estar a un segundo del liderato en la antepenúltima etapa, fue tercero con 22h34m17s.

«Es un terreno abrupto donde la bici no avanza, el aire pega mucho de cara, todo el cuerpo se te carga y las altas temperaturas hacen que el cuerpo sufra mucho más. Es un estrés muy fuerte al que el cuerpo no está acostumbrado». Lo marcan sus datos, los potenciómetros. «El sufrimiento es mucho mayor y el rendimiento es mucho peor». Un medio que no está pensado para el ser humano. Otro planeta.

Esa sensación extrema la potencia la falta de descanso. «En la etapa maratón tienes que llevar tus cosas y duermes en medio del desierto. El cuerpo no descansa igual, por la tarde no estás tumbado en una habitación con aire acondicionado». Y la gestión del agua, un aspecto crucial porque en cada avituallamiento toca decidir entre las reservas o los minutos.

«Es un terreno abrupto donde la bici no avanza, el aire pega mucho de cara y todo el cuerpo se te carga»

«La gente de atrás para más, pero nosotros que vamos compitiendo paramos lo justo y vamos más al límite. En la cuarta etapa, iba en cabeza, sin agua y no me podía soltar. Fue una lucha contra mí mismo para no quedarme porque mi cuerpo ya no estaba funcionando. Cuando llegas, bebes dos o tres litros, algo exagerado». En carrera beben unos cinco litros.

Un desafío extremo

Someter al cuerpo a esa anomalía hídrica genera efectos. «Hay días que vas a comer y estás tan hinchado que no te apetece». Y cuando el termómetro se pone caprichoso, no hay defensa. «Bebes y bebes agua y nunca tienes esa sensación de saciarte». El primer día en casa durmió 11 horas y se dio un festín para cenar: chuletón, gambas, chopitos y tarta de queso. «Había que meter un antojo, que nos lo hemos ganado». Es la recompensa a entrenamientos muy duros, sobre todo esos días en los que el cuerpo pide un descanso, pero no lo encuentra. «Un día hice cuatro horas subiendo cuatro puertos deprisa después de haber hecho series muy explosivas el día anterior». Así se 'maltrata' para sobrevivir a las inclemencias del desierto.

Herrero vivió una historia de Cenicienta el año pasado; el novato que aguantó el liderato hasta el último día y terminó segundo. «Me llevé un palo duro porque lo perdí a falta de un par de kilómetros. Era una sensación rara, agridulce. Sentía que me lo había merecido y no había obtenido mi recompensa. Pero nunca pensé que podía conseguir algo así». La recepción en Carbonero el Mayor mejoró el recuerdo. «Que la gente me recibiera de esa manera me hizo sentir ganador».

«El sufrimiento es mayor que en cualquier lugar y el rendimiento es mucho menor. El aire pega muy fuerte, la bici no avanza»

Este año fue con dudas tras una temporada marcada por algún virus más de la cuenta y las caídas. El objetivo era ganar una etapa y que la carrera se quedara en uno de los tres compañeros del equipo. Misión cumplida. «Me hubiera hecho más ilusión ganarla yo, pero que se la lleve un compañero también es muy satisfactorio». Ha supuesto su confirmación. «El año pasado no estaba preparado psicológicamente para disputar la carrera y llevar el maillot rojo de principio a fin. Fue mucho estrés, que si el GPS, la navegación, preparar la bici, el agua. Veía que había sido casualidad que estuviera ahí, pero este año me he demostrado que he estado ahí por mis cualidades de ultrafondista».

Herrero, de 32 años, resume que la Titan Desert se puede perder por suerte o por patas. En esta ocasión, tuvo una avería en la quinta etapa que le obligó a un cambio de obús, un fallo de navegación y una caída desafortunada. «Un corredor pasó al lado y no se le hundió la bici; a mí se me clavó entera la rueda delantera y salí disparado».

Así que volverá a rematar el objetivo. «Llevo dos años dando al palo. Creo que es una carrera que se adapta muchísimo a mis cualidades porque te obliga a luchar contra ti mismo y yo tengo esa capacidad mental para poner mi cuerpo al límite. Espero tener por lo menos un Titan Desert antes de retirarme».

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