Una victoria más dura de lo esperado

Aupados en las paradas de Patotski, que aunque por momentos de la primera parte estuvo en promedios que rozaban el 90% de acierto bajo palos, llegaba al descanso con un 70%; los segovianos comenzaron a mostrarse como una auténtica apisonadora en ataque. Los parciales los dicen todo: Antequera estuvo con dos goles en el marcador más de diez minutos. Porque su juego entre Jorge Silva y Santamaría era lento por medio. La férrea línea forjada entre Filipe Mota, Carró y Tsanaxidis, cuando no la reforzaba Rosales, impedía cualquier movimiento a Baena, desnutrido de balones. Atascados ahí y con Patotski como último muro infranqueable, los malagueños no hubieran sido capaces de mantenerse en pie si el vendaval segoviano hubiera sido sostenido. Pero se gripó con una serie de parones en el juego y gracias también al cansancio, aunque Zupo Equisoain remozaba la línea de creación dando minutos al capitán Carlos Villagrán y a Rodrigo Pérez Arce. El 14-9 del descanso denotaba el dominio, pero dejaba al Balonmano Antequera vivo todavía; respirando para intentar subirse al tren de la segunda parte.

Entró Alarcón por Moyano en un intento de reacción al final de los primeros treinta minutos que de algo sirvió tras la reanudación. Pero atascados en el tuya mía de Jorge Silva, Aymerich o Grandi; con Baena completamente desconectado por la excelente defensa de Nava, las paradas de Alarcón sirvieron para mantener en un estado latente a los verdes. No anotaban ni mucho ni con frecuencia, pero habían logrado frenar la racha de cuchilladas blanquirojas y llegaron a ponerse a una distancia de tres goles en el minuto 42 de partido.El público segoviano supo leer el partido y empezó a levantarse del letargo que quizá venía del cansancio acumulado de las fiestas patronales. Con Antequera a dos goles, se buscaron soluciones que Alarcón se empeñaba en invalidar. Donde Moyano había detenido un lanzamiento de doce intentos, él llevaba un 62% de acierto y los lanzamientos de siete metros iban sirviendo para recortar. La crisis se trasladaba y Zupo pedía tiempo con quince minutos por disputarse y un marcador de 17-16, la peor renta que podían esperar los naveros.

Con el público empujando como en las grandes ocasiones, Prokop sacó el látido de su brazo derecho para meter a Alarcón con el balón en la portería y Tsanaxidis anotó una vaselina de espaldas que dieron aire a un Nava acogotado por un rival que creía. La diferencia se marchó otra vez a los tres goles. Otro golpe moral fue un lanzamiento de siete metros para los verdes que, esta vez el portero suplente Pleh, desactivaba y que debió haber supuesto de nuevo ponerse a un único tanto. No obstante, la resiliencia de Antequera mantenía la esperanza a flote y hasta en dos acciones tuvo la oportunidad de igualar. Pero su juego lento, al borde del pasivo en muchas ocasiones, no desesperaba a la defensa navera que, cuanto más sometida parecía, más fuerza sacaba para detener el juego rival. El partido empezaba a estar en detalles, en evitar precipitaciones, en minimizar errores.

Con el partido enfangado, con ambos equipos metidos hasta la rodilla en un lodazal de ataques que rozaban el pasivo, protestas arbitrales y defensas muy en el límite, iba a llegar el momento que retrató Goya en uno de sus caprichos: un duelo a garrotazos. ¿Que Alarcón anotaba desde su cancha sin portero? Prokop volvía a percutir por medio. ¿Que Baena lograba un gol desde siete metros? De nuevo Prokop se volvía a levantar como un titán por encima de los centrales para anotar por alto. Y siempre, golpe a golpe, la ventaja iba cayendo del lado de un Nava que iba por delante. Con un efímero gol, pero por delante. Un fallo de Antequera iba a provocar el pánico, como terminó ocurriendo.

Sonó la bocina cuando los andaluces buscaban a la desesperada volver a reducir, pero ya tocaba atacar rápido y esa no es su virtud. Balonmano Nava, con un corro de jugadores y banquillo en el centro del campo, celebraba la consecución de dos puntos que suponen mantener su casa impoluta y refrendar las buenas sensaciones dejadas en Barcelona. Mientras, Antequera lamentaba que el partido se le había terminado quedando corto. Podían haber perdido las esperanzas en la primera parte, pero les habían dejado vivos y habían demostrado que han llegado a Asobal para defenderse con orgullo. Durante el partido demostraron también que saben aguantar, que encajan los golpes y les da para buscar sus virtudes fuera de casa. Pero no fue suficiente.

Nava de la Asunción se fue a dormir pensando ya en el viaje a Cantabria para medirse al Sinfín y los malagueños emprendieron viaje de vuelta soñando con volver a buscar el factor cancha en el que debe ser su fortín.