Balonmano / Eliminatoria de ida European Cup

¿Es serio este nivel en una competición europea?

Es de deseas que el Ferizaj kosovar, las árbitras suecas y el delegado escocés aprovechen los cuatro días en Valladolid para conocer los principales monumentos de la ciudad y recorrer las mejores zonas de tapas del casco antiguo; así al menos aprovecharán el viaje. De balonmano hay poco que decir porque hubo partido, pero no competición; no es que hubiera diferencias físicas, técnicas y tácticas entre los equipos, es que habrá que preguntarse si Aula y Ferizaj juegan al mismo deporte. No vean aquí un reproche a las jugadoras balcánicas, que mostraron una gran actitud y fueron despedidas con aplausos desde las gradas del Huerta del Rey, pero se resignaron desde el minuto uno a poner la cara para recibir una tarta tras otra; normal que en algunos momentos bajaran la cabeza y dejaran caer los brazos.

Fue entrar en el pabellón y darse uno cuenta de que aquello no iba en serio. El Ferizaj pisó el Huerta sin sus guineanas, con solo diez jugadoras, lo que daba una idea del nivel de resistencia que podían ofrecer. El 0-1 hizo pensar que habría partido y esa ventaja se quedó en anécdota; el técnico Petkovski lanzó a su equipo desde las alturas sin paracaídas, ordenó unos ataques de siete, sin portera, sin ningún fundamento, así que, pese a la superioridad numérica, las continuas pérdidas de balón acababan en gol sin ningún esfuerzo, o se lanzaba desde propio campo a puerta vacía, o se corría a la contra sin la persecución de ninguna defensora. En un momento se llegó al 8-2, el Ferizaj se quedó seco durante más de diez minutos, sin más empuje que el de Kongjeli y cuando se alcanzó el 16-4 daba hasta un poco de apuro atacar el marco rival. En esa fase hay que lamentar la lesión de María Antón, con dolores en la rodilla después de firmar un gol.

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El marcador del descanso señalaba un 21-7, daban ganas de aplicar en el balonmano las normas del boxeo por las que hay que parar la pelea cuando la inferioridad de los púgiles es evidente. La hemorragia no fue mayor porque la portera Mullakadrija, pese a su estampa de pierna corta, se lució en varias paradas ante las lanzadoras pucelanas, que tampoco atacaban con la tensión de los partidos reñidos.

La falta de recursos limitó los cambios del Ferizaj al máximo, sus jugadoras ya estaban tan cansadas que empezaron a cometer faltas a destiempo que las llevaba a sentarse dos minutos en el banco, Kongjeli decidió que reservaba sus fuerzas para el domingo y las distancias se ensancharon hasta los veinte goles (29-9). Salva Puig aprovechó la tarde para darle minutos a toda la plantilla, para ensayar una defensa de 5-1 de cara a otros compromisos, y así se entró en una recta final con un desenlace un tanto grotesco, hasta en tres ocasiones intentó el Aula hacer gol desde su propio área, ante una portería con las ventanas abiertas de par en par, y en ninguna de ellas encajaron la pelota. A falta de objetivos reales, se montó un ataque para que Marcela Arounian, reservada por Puig, marcase su gol, elevase a veintiocho (39-11) la mayor diferencia y apagase el marcador. Era la única jugadora de campo que tenía su casillero a cero. La eliminatoria no daba para más, un gasto inútil, quizá sí se ahorren la lavandería porque fue una goleada sin sudor. Y de eso, el Aula no tiene la culpa, la EHF sí.