Una renta de seis goles no vale para ganar

La inactividad se notó en las dos primeras acciones; el Nava frustró con un robo el ataque inicial de los visitantes y desperdició el suyo en una pérdida de Moyano. Lo previsible. El lateral derecho se hizo enseguida con el mando del ataque segoviano, exhibiendo lanzamiento exterior ante la ausencia del lateral izquierdo con el que comparte estrellato, un Prokop que aún está de descanso, al igual que su compatriota Smetanka. Con más minutos de lo habitual, Carlos Villagrán asistió a Darío Ajo, una conexión navera que ya ha conocido tres décadas. El capitán se gustó con los galones de central.

El Valladolid circulaba con más detalle, pero las ventajas eran locales. Tres goles seguidos de Sergio Casares, el extremo con rostro adolescente del que el Nava espera grandes cosas, lanzaron a su equipo cuatro arriba (8-4). El ataque local funcionaba como un reloj suizo, con ocho goles en los ocho primeros minutos, apoyado por alguna parada de Patotski, como la que frustró el contragolpe de Dimitrievski.

Encajada la primera oleada, el Valladolid se asentó en defensa y Nico García se hizo notar en portería. La producción ofensiva segoviana se frenó y Oliveira dio un paso adelante en el ataque pucelano, que se acercó a uno (11-10) tras un parcial de 3-0 interrumpido por un gol de Lodos, que aprovechó la ausencia de Prokop para demostrar su potencial.

El Nava volvió a estirarse con una asistencia accidental de Roberto Pérez a Bernabéu, que pasaba por la línea de seis metros, y una vaselina de Nico López en seis metros, una virguería inesperada para alguien de su tamaño. Los pucelanos evitaron la ruptura gracias a Álvaro Martínez Lobato, que limitó daños antes del descanso (18-14), amenizado con un ejército juvenil de danza que amenazaba con el título de una de sus canciones: bailar toda la noche.

El Nava volvió de vestuarios donde lo había dejado: latigazo de Moyano. Aleix Toro, que había sustituido a Patotski a los 20 minutos y había parado un penalti a Dimitrievski, dejó sitio a Nil Guiteras, mientras Yeray Lamariano, el mejor portero que ha vestido la elástica navera, guarnecía la meta de un Valladolid romo en ataque. Guiteras, que ya brilló en la última victoria liguera segoviana, firmó tres paradas seguidas y alejó de nuevo a los locales (22-16).

La defensa y el contragolpe mantuvieron en liza al Valladolid, que se acercó a tres con un buen gol de Guilherme. Otro parcial de 3-0. Sucedió un intercambio de goles en un duelo dominados por los ataques, por más que el público pidiera un paso adelante a su defensa. Cuando se apagó el ataque local, igualó el partido el Valladolid. Lo hizo con un penalti de Álvaro Martínez Lobato y aprovechó la exclusión local con un gol a puerta vacía.

El Valladolid estaba al timón con las paradas de Yeray y Borja Pérez entonado en ataque. Así llegó la primera ventaja pucelana, a seis minutos del final. Otro latigazo de Pablo Herrero mantenía la delantera en los minutos finales, que el Nava gestionó con dos efectivos del filial, una muestra de confianza de Senovilla. El Nava tuvo el desenlace alternativo tras un lanzamiento de Méndez que no cogió puerta. Faltaban 45 segundos, tiempo suficiente para asegurar el empate, agotar el reloj y probar suerte. Pero Patotski se precipitó y entregó el balón en un pase largo, una acción calcada a la de Pleh ante Huesca, otro de esos puntos que el Nava tiró por el retrete. Y el derbi se lo llevó la metrópoli.