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Se perdió un punto, que pudieron ser hasta dos con el miedo en el cuerpo de los más de 1.500 aficionados vallisoletanos que arroparon este viernes en el debut del Recoletas Atlético Valladolid. Y eso que la noche no iba para sustos, ni para ... estrecheces con un inicio de temporada para el equipo de Huerta del Rey que, por momentos, invitaba al optimismo. De ver cómo los de casa dominaban con autoridad a unos de esos equipos correosos, incómodos... Difíciles de ganar hasta cuando están muertos. Eso es el Frigoríficos Cangas del Morrazo. Un rival capaz de dejarte helado en una última jugada después de remar, y remar, y remar... para nivelar un partido que se les había puesto imposible cuando a falta de diez minutos los de David Pisonero se iban de seis goles, con varios ataques para ampliar la brecha a siete. Con los hermanos Martínez 'peleándose' por ver cuál de los dos terminaba como máximo artillero del partido. O con Juan Bar, aterrizado con estrella en la portería del Recoletas, y un cómputo global de quince paradas, que –de nuevo– en circunstancias normales, hubiese valido para que la victoria se hubiese quedado en Huerta del Rey.
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Recoletas Atlético Valladolid
Vucetic Juan Bar (15 paradas); Martin (3), Álvaro Martínez (8), Miguel Martínez (6), Miguel Camino (1), Edu Calle (2) y Manu García –siete inicial–, Gustavo Oliveira (4), Gedo (3), Pedro Martínez, Dimitrioski (1), Pablo Herrero, Lucas Ribeiro y De Toledo (3).
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Frigoríficos Cangas
Jorge Pérez (diez paradas), Quintas (2), Martín Gayo, Arnau Fernández (4), Jaime Gallardo (6), Rares Forodean 2) y Santi López (7) –siete inicial–, Essam, Brais González (4), Hansen (1), Arón Díaz (1), Rubén Río (2), Manuel Pérez, Toth (5) y Javier Iglesias.
Parciales: 2-2, 5-3, 6-7, 10-9, 14-10, 17-12 (descanso); 21-17, 24-20, 29-23, 30-27, 33-30, 34-34.
Árbitros: Yon Bustamante y Javier Álvarez, del colegio navarro y vasco. Excluyeron por los locales a Álvaro Martínez (min. 55) y al visitante Quintas (min. 5).
Incidencias: Primera jornada de la Liga Plenitude Asobal, disputada en el Polideportivo Huerta del Rey ante 1.728 espectadores.
No fue así, porque el Atlético de Valladolid no supo matar el choque. Lo tuvo en varias ocasiones, pero en ese totum revolutum en el que se convirtió por momentos el encuentro –algo que con la velocidad que quiere imprimirle Pisonero al equipo puede ser habitual–, la moneda salió de canto o cruz en casi todas las ocasiones. Que Gedo marra un lanzamiento desde su casa a portería, con una salida fácil para dársela a varios compañeros y anotar de forma plácida; o de dos robos de balón meritorios en la transición del Cangas que terminan –aún no se sabe cómo– en manos de nuevo de la defensa gallega. Cosas de la 'pretemporada'.
Y así con esa sensación de estar todo controlado (30-24, min. 47) se pasa a la zozobra final, en la que en casi quince minutos el Recoletas solo anota cuatro goles, y se le apaga la luz en ataque. Se establece el 34-34, con 40 segundos para el ataque visitante, y, sí, la sensación de que el equipo que ha dominado buena parte del partido, termina salvándose por la campana, mirando al dúo de colegiados, con más de una acción discutible –en ese totum revolutum–, sobre todo con la controvertida exclusión de Álvaro Martínez, por un lanzamiento a portería que dio en la cara del meta del Cangas.
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Juan J. López
Era el minuto 55. El artillero local había entrado de nuevo ante el apagón generalizado en el ataque vallisoletano. Había hecho los dos últimos goles, para poner el 33-30, y el tiro del pivote que le costó la exclusión podía haber sido el 34-30, el noveno en su cuenta particular y el cierre del choque. Sin embargo, la jugada terminó con Martínez excluido, y el gol siguiente del Cangas, obra de un Jaime Gallardo, que completó una gran segunda parte desde el extremo.
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33-31, y a los gallegos no les tembló la mano para jugar en superioridad. La aprovecharon a la perfección y llevaron el choque al empate con la batuta de Santi López. A falta de un minuto y medio empataban a 34, y la dinámica era para pensar que lo que podían haber sido dos puntos meritorios terminarían con un desenlace trágico, que oscurecería el buen trabajo del Recoletas Valladolid.
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Buen trabajo, porque un equipo en construcción, con seis caras nuevas, fue capaz de dejar en doce goles al Cangas en la primera mitad. Si el temor de Pisonero estaba en la defensa, este se disipó por la vía rápida. El Recoletas se marchaba en el electrónico cuando ya veía el descanso, fiel al guión previsto. Defensa, una buena portería y un ataque veloz de pocos toques que no daba tiempo a los gallegos a plantar el muro delante.
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Debutaba con buen pie Martin Karapalevski en la posición de central –incluso se le pudo echar en falta más minutos–; o destacaba el liderazgo de Lucas Ribeiro en el pivote. Era una primera parte para destacar y en la que los azules se fueron con un 17-12, y la sonrisa en la grada. Pero el descanso sentó mal. Desconexión, y la salida en tromba gallega se comió la ventaja por la vía rápida. Fue el primer amago de que no podría haber relajaciones. De que el partido tendría que irse a los 60 minutos, y no a 50... y con un resoplido final.
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