El Recoletas Atlético Valladolid cerró el año de la pandemia en Huerta del Rey con público, con victoria, con ritmo, con defensa y con las sensaciones del inicio de temporada en todo lo alto. Los de Pisonero defendieron, atacaron con alegría e imaginación y recuepraron ... la mejor versión de César Pérez (él solito hizo más paradas que sus dos compañeros del campo de enfrente). A estos chicos lo de la gente en la grada les motiva especialmente. Vaya espectáculo que se marcaron.
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Atlético Valladolid
Carlos Calle () y César Pérez (14 paradas); Diego Camino (6, 4p), Nico López (), Ugarte (3), Turrado (), Dani Pérez (), Adrián (2), Patrianova (2), Álvaro Martínez (3), Miguel Martínez (4), Roberto Pérez (1), Jorge Serrano (6, 3p), Miguel Camino (4), Manu García (), Víctor Rodríguez (1)
32
-
25
Anaitasuna
Cancio (2 paradas) y Bols (6 paradas); Gastón (4), Bazán (), Eduardo Fernández (1), Ganuza (4), Etxeberria (1), Torriko (4, 1p), Héctor (), Aitor (), Chocarro (3), Fischer (), Izquierdo (4), Dashko (4), Juan del Arco ().
Anotación cada cinco minutos: 4-2; 8-4; 12-5; 16-10; 17-11; 19-14 (descanso); 21-16; 21-18; 23-20; 26-21; 29-23
Árbitros: Yon Bustamante y Javier Álvarez. Discretos. E n un partido limpio cometieron muchos errores tecnicos en las apreciaciones de los pasos y las faltas en ataque.
Campos: Polideportivo Huerta del Rey.. En torno a las 250 personas.Hubo recogida de juguetes y Jorge Serrano recibió el trofeo como mejor jugador de la Liga Sacyr de noviembre.
Arrancó el encuentro a un ritmo inusitado para dos equipos que supuestamente están bajos de pilas. El 3-2-1 defensivo que propusieron los navarros le puso las pilar al Recoletas, al que el juego rápido, dinámico, con cruces y acciones individuales le va. Le pone. Solo necesitaron los de Pisonero tres ataques errados para coordinarse y empezar a encontrar huecos en la presionante defensa rival. Serrano Miguel Camino y Miguel Martínez la gozaban con los expeditos caminos que encontraban a la meta del larguirucho Bols. Si a eso se le suma una defensa más que buena de los pucelanos, muy agarrados a la línea y muy rápidos en los desplazamientos laterales, el resultado se fue hasta un 9-4 a los 10 minutos.
Aquello no funcionaba en modo alguno, así que Anaitasuna se fue a los seis metros y trató de encontrar algo de fuerza para parar a la engrasada máquina pucelana. En vano. El coladero no se taponó y todos los de azul circulaban a sus anchas. Y como de la confianza en ataque nace muchas veces la confianza en defensa. El muro de los gladiadores azules se elevó un par de metros y empezó a ser inaccesible. Y si había un boquete, César Pérez andaba siempre por allí con la gaveta de cemento para tapar el hueco.
Segundo tiempo muerto navarro. Desesperado, Enrique Domínguez tocó una tecla en el ataque y los suyos empezaron a encontrar a Dashko y a rebajar la diferencia. Había que mover ficha para evitar agobios. La solución fue empezar a jugar más despacio y provocar situaciones de dos contra dos en las que estuviera involucrado Ugarte, combinado con un Turrado mucho más pendiente del zurdo ruso. Y todo regresó a la normalidad.
El regreso tras el intermedio ofreció a un Anaita iniciando una defensa 4-2 que variaba a 6-0 sin solución de continuidad en busca de la profundidad que hiciera daño al ataque pucelano. Y por momentos lo logró. Ni con Adrian ni con Diego el Recoletas encontraba los huecos, ahora que Ugarte estaba mejor defendido. Para colmo una inocente acción de Miguel Camino dejó al equipo en inferioridad justo cuando la dinámica parecía ir inclinándose hacia el bando forastero.
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El público de Huerta del Rey salió al rescate de su equipo y las palmas y el acompañamietno que tanto se echaron de menos parecieron insuflar ánimos a los jugadores de Pisonero, que aprovechó un tiempo muerte con solo tres goles de ventaja para reordenar ideas. La primera, volver al esquema del balonmano clásico: un central y dos laterales específicos. El Recoletas estaba atascado en los 21 goles y Anaitasuna se crecía un poco más en cada defensa que salía triunfante ante el ataque pucelano.
El problema, en ese momento, para los rivales se llamó César Pérez, que frenó con sus paradas cada intento de ponerse a dos goles de los pamplonicas. Y si al Recoletas le dejas tomar aire, lo normal es que despierte. Y vaya si lo hizo. Un gol de Miguel Martínez cazando el balón en el aire a pase de Adrián levantó al público de los asientos y puso de nuevo las pilas a los locales. Sobre todo en defensa. Y si defiendes y el público te lo reconoce con una excelsa ovación, el chute de moral es inigualable.
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Pero entonces hicieron acto de aparición los que faltaba: los árbitros. Lo estaban llevando bien, pero decidieron excluir a Álvaro Martínez por una falta exactamente igual a otra que no mereció tal castigo. Un mal cambio a continuación dejó a los de Pisonero con cuatro de pista, pero la figura de César Pérez se agrandó y le comió la moral a los extremos navarros. Y sin extremos, en superioridad, se te van muchas opciones. Y más cuando el rival e lanza a la desesperada a una defensa individual y tu la rompes con facilidad para sumar dos puntos necesarios y justos.
Próxima estación, Benidorm
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