El Recoletas se 'enfría' en León

El siete ofensivo alineado por David Pisonero trató de inicio de encontrar los huecos con Lima y Freitas dando sentido a la circulación del balón frente a una defensa 6:0. Visto el arranque del envite, no extrañó a nadie el exiguo tanteador que mostró el Palacio Municipal de los Deportes en el ecuador de la primera mitad (6-3). Demasiado ataque estático como consecuencia de la orden de agotar el cronómetro en las maniobras ofensivas y siempre concluir con un lanzamiento para evitar el contragolpe en dos conjuntos deseosos de tener espacios libres por delante. Un escenario del que salió beneficiado el cuadro de Dani Gordo, ayer ausente por sanción. Los jugadores del equipo marista se desenvolvieron con mayor soltura gracias al inagotable manantial de talento de Castro, capaz de anotar o de dividir en dos la defensa para facilitar la tarea a su pivote. Un caudal que no supo frenar la formación pucelana hasta verse 8-3 por detrás en el marcador, momento elegido para frenar el reloj y tratar de reconducir la situación.

Trató de mejorar el equipo azulón sus sensaciones siendo más solidario en defensa y con las ideas claras en labores ofensivas. Siempre es más fácil cuando Miguel Camino decide hacerse cargo del timón para comandar una nave que volvió a encallar antes del descanso. Ya en la reanudación la conexión entre Castro y Casqueiro dinamitó las ilusiones del conjunto vallisoletano. Los jugadores locales se manejaron con mucha soltura, mientras que echaron mucho en falta las huestes de David Pisonero la aportación goleadora de D'Antino y De Toledo, muy desdibujados. La escuadra blanquilla se afanó en cubrir los flancos hasta ejecutar sus acciones defensivas fuera del margen de la legalidad con la connivencia arbitral. Pese a todo, el Atlético Valladolid limó la desventaja hasta los cinco goles tras una buena triangulación en el eje que concluyó Álvaro Martínez (19-14, min. 39).

Fue, sin duda, el aspecto defensivo la piedra angular sobre la que creció el Recoletas en una segunda mitad en la que sí fue capaz de mostrar su verdadera cara. De ello se encargó César Pérez entre los tres palos, ayudado por un balance defensivo que dejó de conceder contragolpes y entradas fáciles por los laterales. A la hora de mirar al arco defendido por Saeid, el reparto coral de la anotación del equipo pucelano multiplicó las amenazas antes de enfilar la recta final de la contienda con todas las posibilidades abiertas, pese a vivir siempre en un ejercicio de funambulismo sin red (23-20, min. 53).

Fue hasta el último instante en el que se mantuvo la incertidumbre sobre el vencedor. Dos despejes del meta iraní del Ademar con sus correspondientes goles en la portería del Recoletas resolvieron la ecuación para desesperación de un Atlético Valladolid que deberá esperar a una mejor ocasión para conquistar el fortín leonés. Será en la próxima jornada ante el Frigoríficos del Morrazo, en casa, donde podrá validar su billete para inscribirse en la competición copera siempre que Logroño no gane este domingo al Sinfín y pase así un punto por encima de los hombres de Pisonero.