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Los jugadores del Recoletas Atlético levantan la Copa de campeones de Castilla y León. Dani Pérez
El Recoletas Atlético asalta el trono del Ademar en la Copa Castilla y León
Balonmano / Copa de Castilla y León

El Recoletas Atlético asalta el trono del Ademar en la Copa Castilla y León

Los de Pisonero doblegan a un Villa de Aranda peleón y suceden en el palmarés al conjunto leonés, vencedor de las seis ediciones del torneo

Luis Javier González

Nava de la Asunción

Domingo, 1 de septiembre 2024, 18:19

El Recoletas Valladolid tuvo que sufrir hasta la bocina, hasta la parada de Juan Manual Bar al tiro de Arthur, para ganar en Nava de la Asunción su primera Copa Castilla y León, un título que solo conocía unas vitrinas, las del Ademar de León, en las seis ediciones previas. En el horizonte estuvo un desenlace paralelo al del curso pasado, en el que los pucelanos dejaron escapar ventajas de peso para caer al final. Con el campeón ausente por compromisos europeos, el Villa de Aranda, un recién ascendido peleón que venía de eliminar el sábado al anfitrión, volteó un déficit de cinco goles y forzó un final de infarto.

El colofón a la pretemporada pintaba feliz para el Recoletas, que no se dejó tareas pendientes como la remontada que necesitó ante el Burgos en semis y dominó exprimiendo las superioridades. Y matizando las inferioridades, como la provocada por la roja a Gedo, que cortó de mala manera un contragolpe. Con todo, un parcial resuelto a su favor con goles de Calle y Miguel Martínez, que después repetiría diana pese al agarrón que valió una exclusión estéril, un trance en el que el equipo saca los dientes con su defensa 5:1 y un ladrón de primer orden como Miguel Camino. A la primera, robo y diana en la portería vacía. A eso se unía una gestión solvente en el ataque estático, aprovechando la pieza de más. En un suspiro, un parcial de 4-0 y máxima renta: 7-12.

Villa de Aranda

Javi González, Mosquera, Samuel Saiz, Alberto González, Rubén Fernández, Pol Roy, Pau Guitart, Dalmau Huix, Megías, Jevgenijs Rogonovs, Vega, Fischer, Arthur, Enebral, Tamayo, David López y Berbel.

32

-

33

Recoletas Atlético

Karapalevski, Álvaro Martínez, Miguel Martíenz, Pedro Martínez, Dimitrioski, Miguel Camino, Calle, Pablo Herrero, Gerard Fons, Manuel García, Toledo, Juan Bar, Gedo y Adrián Pons.

  • Árbitros: Da Silva Barbadaes y Fernández Merino. Firmaron un acta con un marcador erróneo (30-31) y fallos en los jugadores de cada equipo y los parciales.

  • Parciales: 2-2; 5-7; 7-12; 11-13; 15-19; 20-21 -descanso- 21-22; 23-26; 27-26; 28-28; 30-32; 32-33.

  • Incidencias: Pabellón Guerrer@s Naver@s de Nava de la Asunción.

El Villa de Aranda reaccionó con los goles de Mosquera, que también facilitaba transiciones con pérdidas o tiros forzados. El Recoletas no perdía el tiempo, acciones como un contragol de Pablo Herrero acompañando de otra exclusión por agarrón continuado. Todo invitaba a un colchón cómodo, pero todo se torció en un momento, al filo del descanso. Esta ve fueron los burgaleses los que aprovecharon la superioridad y las prisas de un rival que perdió dos veces el balón en los últimos 15 segundos del primer tiempo y lo sufrió en su portería vacía. Su ventaja quedaba en la mínima expresión (20-21).

César recoge una placa de la organización. Dani Pérez

Lo que siguió fue un compendio de imprecisiones. El Recoletas percutía por el centro y pareció coger de nuevo distancia tras una buena transición entre Calle y Álvaro Martínez (22-25), pero los arandinos no se quitaron el traje de martillo pilón y culminaron su remontada sin grandes hazañas (27-26) mientras su rival encadenaba un fallo tras otro desde los siete metros. Así se llegó a un final de ataques lentos en el que Karapalevski fue clave al convertir los tres penaltis que tuvo, después de que sus compañeros fallaran cuatro de cinco.

Pablo Herrero se eleva para lanzar a puerta. D. Pérez

Suyo fue el penalti que puso por delante al Recoletas a poco más de un minuto, el que a la postre sería el último gol del partido. El Villa de Aranda la mandó a la posición de comentaristas en el siguiente lance y Pablo Herrero gestionó la renta con el tiento de dejar pasar el tiempo sin caer en pasivo. Cuando Guitart, el portero de los arandinos, recuperó el balón, quedaban cinco segundos. Se sacó un pase de quarterback de fútbol americano, pero su entrenador había pedido el último tiempo muerto. Cinco segundos que bastaron para un último tiro, sin suerte. La Copa, en un pabellón descafeinado sin el anfitrión, es al fin vallisoletana.

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