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Un derbi es un derbi, y cuando en León o en Valladolid se piensa en ese duelo... El balonmano manda. Lo hace porque son muchos años de rivalidad en la máxima categoría de este deporte con dos ciudades que lo viven de otra manera –aunque ... digan que cualquier tiempo pasado fue mejor–. Anoche, entre esos dos equipos que han sacado brillo a la Asobal, el Ademar y el Atlético Valladolid –heredero del extinto Michelin–, se llegaron a vivir algunos momentos que se asemejaron a los de entonces, en los que los decibelios de Huerta del Rey alcanzaban el Cerro de las Contiendas.
Recoletas Atlético Valladolid
Juan Bar (p. 6 paradas); Oliveira (8), Gedo (2), Dimitrioski (4), Manu García, Ribeiro y De Toledo (3) –siete inicial–, Forns (p. 4 paradas), Karapalevski, Pisonero (6), Álvaro Martínez (6), Miguel Martínez (2), Pedro Martínez, Edu Calle (1) y Pablo Herrero (1).
35
-
31
Abanca Ademar León
Saeid (p. cinco paradas); Lindqvist (3), Darío Sanz (6), Rodrigo Pérez (7), Álvaro Zapico, Eduardo Fernández (4) y Rodrigo Benites (2) –siete inicial–, Álvaro Pérez (p. cinco paradas y un gol), Carlos Álvarez (5), Wasiak, Rubén Rozada, Sergio Sánchez (1), Hatem (2), Adrián Fernández y Alberto Martín.
Parciales: 2-2, 5-3, 7-7, 9-10, 11-13 y 15-16 (descanso), 18-19, 22-21, 26-23, 29-24, 31-27 y 35-31.
Árbitros: Alberto Macías y Ernesto Ruiz (Colegio Andaluz). Excluyeron a los visitantes Lindqvist y Alberto Martín. Roja directa a Rodrigo Benites (min. 36) y Lindqvist (min. 45). Tarjeta amarilla al local Lucas Ribeiro.
Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 14 de la Liga Plenitude, disputado en el Polideportivo Huerta del Rey ante 2.251 espectadores.
Y eso que el encuentro no empezó con ese magnetismo de partido especial, pese al espejismo inicial del Recoletas. Los locales se agarraron a la dirección de Alejandor Pisonero y a los goles de Gustavo Oliveira para mantener el embrujo del polideportivo vallisoletano, imbatido esta temporada. El lateral portugués sigue su progresión, y si ante Benidorm hace casi dos meses ya cuajó su mejor partido con la camiseta azulona, contra el Abanca León demostró que tiene un cañón en el brazo. Se fue al descanso como el máximo artillero, con cuatro tantos –como Pisonero–, pero la escuadra y el larguero de la portería leonesa aún están temblando ante la potencia del diestro luso, que finalizaría con ocho goles y como máximo realizador del partido.
Poco le duró la alegría al equipo de Pisonero, porque los visitantes tras los compases iniciales y el 5-3 de los primeros diez minutos, aplicaron una 'nana' dormilona para aplacar cualquier cosa que se significase velocidad en el juego. Bueno, casi todo, porque si alguien demostró versatilidad y talento en el lanzamiento fue el extremo Darío Sanz, que además de incordiar en defensa, con algunos robos de mérito, se fue de Valladolid con seis goles y ni un balón detenido a sus lanzamientos. Y eso con el estado de forma de Juan Bar y Gerard Forns en la portería del Recoletas son palabras mayores. Ahí otra de las noticias de la noche, el adiós del guardameta catalán, y la sensación de que se le echará de menos...).
El extremo del Ademar destacó en ataque, pero el otro nombre de la noche, para bien y para mal en la filas visitantes, fue Rodrigo Benites. Mientras estuvo en el campo fue el mejor del partido. El problema para el Ademar es que duró 36 minutos... El pivote se fue por adelantado al vestuario por una roja clara por un golpe terrorífico a Alejandro Pisonero en el inicio de la segunda parte. Su adiós puso fin a una defensa casi impenetrable de los leoneses, que obligaba a Oliveira, a Miguel Martínez o al propio Pisonero a lanzar desde más allá de los siete metros para mantener el marcador ajustado. Esa fue la tónica de la primera mitad. Benites cerraba el centro de la zaga visitante y, para colmo de males hacia adelante, aclaraba el ataque leonés para que sus compañeros encontrasen el pasillo a la portería de Bar.
La mejor noticia es que sin ser la mejor noche de los pucelanos, estos se fueron un solo gol por debajo al vestuario (15-16). Y sí, en la segunda parte el derbi fue el DERBI. Quizá en León, lo vean diferente, pero ya solo por las dos expulsiones, el partido adquiere otro tinte, que no polémica, porque el propio técnico visitante dio por «claras» las dos rojas que vieron sus jugadores.
A la de Benites se sumó otra a Oscar Lindqvist, en el minuto 45, y ahí el encuentro, la grada y el Recoletas entraron en ebullición, con la réplica de un noqueado Ademar que cuando quiso despertar se llevaba la máxima diferencia del partido (29-23, min. 49) y la sensación de que la racha se le terminaba (cinco partidos sin perder). Lo buscó todo el banquillo leonés: defensa adelantada, vaciar portería... Pero para entonces el halo a noche mágica ya había tomado el pabellón, con Gerard Forns manteado y un embrujo con a balonmano de regreso al futuro, que gusta, y mucho.
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