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Teresa Álvarez ha sido elegida presidenta de la Asociación de Mujeres del Balonmano, una organización que pretende intermediar con la Real Federación de Española de ... Balonmano (RFEBM) para mejorar la situación del colectivo femenino –jugadoras, árbitras y entrenadoras–. La central del Caja Rural Aula Valladolid confía en ayudar a que las condiciones de este grupo mejoren.
–¿Qué busca la asociación?
–Ha tenido diferentes etapas. Sobre todo ahora buscamos que cuente con mucha más visibilidad y que llegue mucho más a la jugadora. Hasta ahora era una asociación que estaba muy relacionada con la propia Federación Española, lo que nos viene muy bien. Es algo de debemos mantener e ir de la mano de la Federación para conseguir mejoras, pero queremos llevarlo a un aspecto más terrenal y llegar a todas las jugadoras, no solo a las de División de Honor, que conozcan la asociación y sean partícipes de ella.
–En definitiva, se trata de un intermediario entre la RFEBM y las mujeres que practican este deporte.
–Eso es. A día de hoy no existe una asociación de clubes como en la Asobal, por lo que nuestra patronal, por así decirlo, sería la Federación Española. Nosotros seríamos el medio para llegar a ellos.
–El primer objetivo de la asociación es...
–Aumentar el número de asociadas. Para hacerse una idea, en estos momentos somos menos de cincuenta asociadas. Es fundamental que además estén activo, pues las que no lo están pueden acudir a la asamblea pero no tienen derecho a voto. Nuestra meta es que haya asociadas de División de Honor, División de Honor Oro y División de Honor Plata, así como de balonmano playa.
–Está claro que las mujeres en el deporte cada vez buscan más el lugar que les corresponde.
–Pretendemos llamar la atención en el sentido de que ya estamos poniendo la base para que nos escuchen y trabajemos en la misma dirección. No vamos en contra de nadie, pero solo buscamos que, poco a poco, tengamos más visibilidad y podamos acercarnos al balonmano masculino.
–Está claro que el balonmano femenino ha logrado avances en los últimos años.
–Hemos dado un paso enorme. Hace quince años, cuando nosotras estábamos aún en la base, veía balonmano femenino, aunque muy poco. Era una época en la que sí eran profesionales, con equipos que con el tema de la construcción tenían dinero como Elda o Itxako. Con la crisis todo eso desapareció. Desde entonces hemos dado bastantes pasos y hemos vuelto a contar con una estructura más afianzada.
–La clave será estar en las negociaciones que puedan afectar al balonmano femenino como colectivo.
–Funcionamos así: en la asamblea hay solo ocho mujeres y dos extranjeras. Se trata de un número reducido. A la asamblea, como en todas las federaciones, se llega con todo el pescado vendido. Por eso hay que ir al paso anterior, donde se negocia lo que va a la asamblea. Tenemos el ejemplo de ests año del calendario en División de Honor. Es horrible. Tenemos ahora dos semanas de parón, jugamos el 28 de diciembre y no lo hacemos el sábado 17 de ese mismo mes. No se ha pensado para nada en las jugadoras ni en los aficionados. ¿Cómo se pudo votar eso en la asamblea? Hay que ir al paso anterior y decidir que calendario queremos que llegue a la asamblea.
–Hablemos un poco de la temporada del Aula.
–La temporada marcha con aspectos positivos y alguno negativo. Creo que en casa estamos muy fuertes, el nivel de entrenamientos es lo más intensos que recuerdo y la gente nueva ha dado ese chispita que nos faltaba quizá otros años. Es verdad que a la hora de los partidos lejos de casa estamos fallando y sobre todo creando dudas. Es importante que nos demos cuenta que debemos explotar lo que hacemos bien y empezar a sumar puntos fuera.
–¿Se retirará con un título?
–Ojála. Si soy objetiva, he logrado con el Aula más metas de las que me había marcado. Con los resultados cosechados en los últimos años he visto que podíamos conseguir un título. Me gustaría. Este año parece más difícil. Si logramos un título, creo que lo dejo (risas).
–Teresa Álvarez es la única jugadora que queda de aquel Aula que subió a División de Honor.
–Es verdad, no me había dado cuenta. Me considero una pieza importante dentro de la historia del club, ya que hemos sido la generación que ha ido ascendiendo al Aula. Es para mí motivo de orgullo. Sabíamos que este iba a ser un año duro, por eso yo no me bajo del carro. Es mi club y sufriremos todos juntos.
–¿Hasta cuándo piensa jugar?
–No lo sé. Con 29 años que tengo no pensaba seguir jugando. Físicamente me encuentro muy bien. Ahora el principal problema que tengo es compatibilizar el balonmano con mi vida profesional. Creo que mi final va a venir más por mi trabajo que por mi físico. Me cuesta verme jugando más allá de un horizonte de dos años. Lo que sí me gustaría es empezar la temporada sabiendo que va a ser la última.
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