Patotski, clave en la salvación del equipo, estará tres años más en Balonmano Nava

El entrenador navarro se ha cansado de mencionar durante su estancia en Nava que una de las claves de haber podido firmar la permanencia estuvo en los porteros, sobre todo en un Patotski que gozó de muchas más oportunidades que Yeray Lamariano. Sin embargo, en la recuperación de Patotski para la causa sí hubo de invertir tiempo y pagarle con mucha confianza. En la primera parte de la temporada, con Diego Dorado en el banquillo, el jugador bielorruso se alternaba en la portería con el eibarrés. En los primeros partidos, Patotski iba alternando porcentajes cercanos el 40% con otros en los que apenas se alcanzaba el 19% de paradas. Su potencial real se vio en partidos como contra Sinfín fuera de casa o contra Guadalajara en el Guerreros Naveros, en los que logró 14 y 17 paradas respectivamente. Sin embargo, sus actuaciones previas al parón por cómo afectó la pandemia al vestuario fueron irregulares, porque esos partidos se alternaban con otros con apenas dos o tres paradas. La pérdida de confianza tras pasar el virus fue notoria, seguramente uno de los casos más palpables en una plantilla que pagó caro todo aquel parón. Por eso recuperar para la causa a Patotski fue uno de los grandes caballos de batalla de Equisoain.

Fue en la jornada 23, contra Atlético Valladolid fuera de casa, cuando su actuación supuso un paso adelante, un punto de inflexión que ayudó a reforzar la férrea defensa que terminó construyéndose para cimentar la salvación. En aquel partido Dzmitry Patotski detuvo 11 lanzamientos de 30 intentos, un 37% que se marchó en el siguiente partido hasta el 42%, en casa frente a Bidasoa Irun. Pero todavía quedarían otras tres exhibiciones más que iban a insuflar aliento a su equipo. En la jornada 26, contra el Club Balonmano Cisne, rival directo por la zona baja, Patotski alcanzaría su tope, un 50% de acierto, repeliendo 19 lanzamientos. De ahí pasó a un pírrico 7% en Aranda, en un partido que iban a maldecir en el vestuario porque supuso un retraso en el trabajo hecho hasta el momento. De vuelta en casa, el portero bielorruso iba a refrendar su mejoría frente al Puente Genil parando 16 de los 39 balones que recibió su portería.

El broche final lo iba a poner en casa, en los dos últimos partidos que disputó el equipo en su pabellón y ya con gente. Frente a Balonmano Cangas, Patotski fue clave con un acierto del 36% y en el último y definitivo, contra Anaitasuna, se quedó en un 32%, pero sus diez paradas propiciaron ventajas que su equipo fue sabiendo aprovechar. Todo eso le ha llevado a convertirse en un jugador importante y apreciado por un Zupo Equisoain que en un momento determinado supo también sacarle todo el jugo a un portero tímido, que no habla demasiado español, pero que ha sabido hacerse un hueco con su forma de ser en el vestuario.

Porque las últimas palabras de Yeray Lamariano antes de salir fueron dedicadas a la especial relación que ha mantenido esta temporada con Patotski, al que definía como «un pedazo de pan». Esa relación resultó ser recíproca y, con la salvación en la mano, en plena celebración con la grada de la permanencia, Patotski reconocía que Lamariano había sido el mejor compañero que había tenido en la portería. Ahora, con estos tres años que alcanza de compromiso, será él quien tenga la responsabilidad de trabajarse la relación en un puesto primordial y difícil por la competencia existente, que se entiende que está por llegar.