Patotski cita al Nava con el ascenso

Dzimitry Patotski ha escrito este sábado por la tarde su capítulo para el ascenso del Viveros Herol Nava a Asobal. Era un momento de dudas tras la primera derrota desde septiembre o las lesiones de gravedad de Álex Lodos y Aleix Toro. Ha emergido el bielorruso para firmar una primera parte con más paradas que goles y sofocar después el intento de remontada local. Una actuación a la altura de la pista, el Quijote Arena, el templo del extinto Ciudad Real, rey de Europa. Así las cosas, el Nava se fortifica en la segunda plaza y volverá a la máxima categoría si vence el sábado que viene al Málaga en casa. Punto de partido.

El partido ha comenzado fiel a los deseos del Caserío: defensa y contragolpe de José Andrés, un pivote al que no le falta velocidad. Aquello fue un espejismo, porque la portería dominante sería la contraria. La teoría sugería que al Nava le interesaría un juego pausado y que el Ciudad Real necesitaba un correcalles, como los tres goles en menos de medio minuto que siguieron al tanto inicial. Pero los naveros han competido en todos los registros y los locales se las han visto con Patotski.

El Caserío ha movido mejor el balón en los primeros compases y el Nava ha replicado con los contragoles de Smetanka y las transiciones. Ya entonces el portero de los guerreros naveros negó dos acciones claras en seis metros y empezó a dejar boquiabierto a más de uno parando a ras de suelo el penalti de Ángel Pérez, toda una hazaña para alguien que ve el mundo desde una atalaya de casi dos metros. Era un Arpad Šterbik revivido en la misma portería que el serbio guardó durante años para el Ciudad Real.

Santi Urdiales buscaba soluciones. El Nava empezaba a atacar con comodidad, así que cambió la defensa de 6:0 a 5:1 en busca de robar, su única fuente de energía ante la imposibilidad de batir al bielorruso en estático. Los locales habían utilizado a toda su plantilla en poco más de cuarto de hora, pero la herida se iba abriendo con ataques naveros que suponían una oda a la continuidad: nada de rifar lanzamientos, un pase más. Para el pivote. Para el extremo. Goles cocinados en horno de leña.

Urdiales paró el partido, pero lo que vino después fue peor. Patotski seguía tirando de recursos; esta vez, sacando la cadera por si el atacante buscaba el palo largo. Hasta cuando los colegiados ignoraban un golpe franco y permitían una contra local llegaba el ogro para chafar el cuento. Cuando superó el umbral del 50% de paradas empezó a sonar su polca; los aficionados segovianos tenían razones para cantar.

En el otro lado de la cancha, los extremos lo anotaban todo. Fueron los minutos de Andrés Vila, jugador que Álvaro Senovilla ha mantenido en dinámica pese a sus lesiones y escasos minutos, anotó cuatro goles, a cada cual más bello, en especial el último, zambulléndose para colocar el balón en la escuadra. El resultado, un parcial de 5-0 que rompía definitivamente el partido.

Urdiales gastó sin resultado el tiempo muerto extra porque el Balonmano Nava seguía plantándose rutinariamente en seis metros y Darío Ajo tiraba de quilates en la definición. Los segovianos aprovechaban una clara exclusión para marcharse ocho arriba. En defensa, Roberto Pérez se adueñó del carril central, para frustración manchega. Campanario, su factor diferencial, anotaba el último gol del primer tiempo, triste consuelo para un duelo desigual (12-19).

No se venció el Ciudad Real, el único recién ascendido que se ha colado en la pelea por el ascenso. El repertorio táctico continuó con ataques de siete contra seis o un marcaje personal a Smetanka. Pese a las variantes, el duelo giró por intensidad. El Caserío subió un punto en los contactos y en su agilidad defensiva; llegaron los contragolpes y Patotski volvió a una versión más humana. La circulación segoviana era más atropellada y Miguel Bravo devolvió al mapa a la inédita portería local. Fueron unos minutos pintiparados para los manchegos, felices en la transición y sólidos en defensa. El resultado, un parcial de 6-1 y Senovilla, que no quería parciales abultados, furioso por pedir tiempo muerto.

El ataque manchego ya había carburado con Santi Canepa y su equipo se acercó a dos (21-23). Las dudas de un deporte con tantas vidas las disipó Smetanka, de nuevo el jugador diferencial. Contener a Moyano y a Prokop obliga a desnudar la defensa por algún lado y el central es un experto en identificar las ventajas y acelerar para aprovecharlas.

Y Patotski, sin la exuberante estadística de la primera parte, eligiendo los momentos. Batirle exigía bordear el reglamento, como el tiro de José Antonio que pasó cerca de su oreja. Lo tocaba todo, hasta un penalti de Canepa con la banda sonora de 'Star Wars', la entradilla de Darth Vader. Muy bien elegida. Así cortó el frenesí local mientras Moyano, limitado al rol de asistente, soltaba al fin un zurdazo que alejaba al Nava a seis a falta de diez minutos y ponía fin al suspense.

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