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El palentino que se resiste a abandonar la cancha

El palentino que se resiste a abandonar la cancha

Chema Rodríguez ·

El jugador que milita en el USM Saran, de la liga francesa, no ha podido terminar la temporada por la covid-19 y se plantea jugar otra campaña

Viernes, 8 de mayo 2020, 07:07

La temporada de Chema Rodríguez concluyó antes de tiempo, como la de miles de deportistas. Este final abrupto, este final sin final deja en el aire el futuro del jugador palentino que, en un principio, iba a colgar las botas esta campaña. «Aún no sé lo que voy a hacer en el futuro», señala desde Saran, la ciudad francesa en la que vive –actualmente confinado– con su familia. El plan inicial, antes de la llegada de la covid-19, estaba bastante trazado. Última temporada como jugador y posteriormente sería entrenador del Benfica. Pero todo ha cambiado ahora. Final sin despedida, campaña terminada sin concluir y aún con el balonmano en la sangre.

El USM Saran, el equipo en el que milita el palentino desde hace tres temporadas, sumaba seis victorias consecutivas y estaba a un punto de entrar en la zona de 'play-off' para ascender a la LHN. «Estábamos en una racha muy buena, ya que en el parón de Navidad habíamos recuperado a varios jugadores lesionados», argumenta el central.

Pero todo se terminó, sin más. «La temporada ya se ha dado por finalizada, al igual que todas las ligas de deportes colectivos en Francia», señala Chema Rodríguez, que no para ni un segundo durante el confinamiento, como cualquiera que tenga niños pequeños en casa. Así que su rutina ha cambiado por completo, dejando de lado el balonmano para centrarse en su familia todo el tiempo.

«Los niños nunca se cansan. Ahora nos toca hacer las tareas del colegio en casa, jugar a mil cosas, hacer un poco de ejercicio, hacer videollamadas con los abuelos... y sobre todo el disfrutar de estar tantas horas en casa juntos», reconoce el jugador palentino, campeón del mundo con la selección española en Túnez en 2005, año que también logró el oro en los Juegos Mediterráneos. Un año más tarde, en 2006, se proclamó subcampeón de Europa para subir al tercer cajón del Campeonato del Mundo de Suecia en 2011.

El confinamiento en Francia no ha sido tan estricto como en España, ya que en todo momento han permitido pasear con los niños, en pareja y hacer deporte de manera individual. «La gran mayoría de la gente aquí, en Saran, ha optado al igual que nosotros por salir solo a lo estrictamente necesario, se ha quedado en casa y no hemos tenido un gran numero de contagios», argumenta Rodríguez.

Reconoce que, de momento, no echa mucho de menos el balonmano porque esta temporada ha sido realmente intensa, ya que, aparte de jugar con el USM Saran en Proligue 2, entrena a la selección de Hungría. «Apenas había tenido tiempo para descansar de balonmano, así que en ese sentido no me ha dado tiempo a echarlo de menos», explica el central, que jugó ocho temporadas en el Balonmano Valladolid.

Dos meses lleva alejado Chema Rodríguez del balonmano por la covid-19, aunque no es la vez que más tiempo está lejos de la cancha, de los partidos y de sus compañeros. «En 2008 me rompí el tendón de aquiles y estuve casi ocho meses sin volver a una pista de balonmano», afirma.

Un ejemplo

Sin duda cree que la cuarentena nos hará mejores. «Estoy seguro de que saldremos mejores personas de este confinamiento. Ya lo estamos demostrando, es muy difícil estar confinado tanto tiempo y la mayoría de personas han mostrado una solidaridad y una fuerza de voluntad sobrehumana. Las personas y más concretamente los españoles están siendo un ejemplo de ello», señala con orgullo.

Su día a día, hasta que llegó el coronavirus, era muy calmado y agradable. Es su tercer año allí y, sin duda, la ciudad le gusta. «Saran es muy tranquila y cómoda, y la calidad de vida aquí es muy buena», reconoce. «El idioma lo llevo o me lleva él a mí, no lo tengo muy claro. Lo domino lo suficiente como para defenderme y mantener conversaciones pero desde luego todavía me queda mucho por mejorar», afirma.

Acostumbrado a estar siempre lejos de Palencia por el balonmano, ahora es cuando añora estar cerca de su tierra, de los suyos. «El poder abrazar a mi familia y a mis amigos. En nuestro caso, como vivimos lejos no solemos verlos hasta junio, pero ahora con la preocupación los echas mas de menos de lo normal», explica el central que sigue imponiéndose en la pista de balonmano con sus 40 primaveras.

«Hace diez años no esperaba seguir jugando a esta edad. Estoy muy agradecido a todos los clubes que han seguido confiando en mí. Haciendo balance, he sido muy afortunado de poder disfrutar jugando al deporte que amo durante tantos años y quien sabe si algunos más», señala, aún con ganas de seguir jugando, y su futuro en el aire.

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