Óscar Marugán recoge el testigo navero
Balonmano ·
El canterano agradece la confianza de Senovilla en la temporada de su confirmación y asume la responsabilidad de ser el chico del pueblo cuando se vayan Villagrán y AjoBalonmano ·
El canterano agradece la confianza de Senovilla en la temporada de su confirmación y asume la responsabilidad de ser el chico del pueblo cuando se vayan Villagrán y AjoÓscar Marugán ha aplicado la frase que su entrenador, Álvaro Senovilla, dijo el primer día de pretemporada. «Teníamos que aprovechar el tiempo. Que hiciéramos todo al cien por cien, él nos iba a regular». Un aprovechamiento que va más allá de los entrenamientos y llega, ... por ejemplo, al estudio de los porteros rivales, cómo reaccionan con más o menos espacio, cómo afrontan los penaltis. El primer especialista del Nava en esta suerte ha dado un salto de calidad y no solo está en el top-20 de anotadores de la División de Honor Plata, sino que está listo para recoger el testigo como chico del pueblo cuando Carlos Villagrán y Darío Ajo dejen el vestuario.
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Marugán, de 21 años, define una trayectoria personal de menos a más. «He ido contando cada vez con más importancia dentro del equipo y más confianza a la hora de jugar los partidos». Un rol más protagonista que ha recompensado su paciencia en años anteriores. «Cuando empecé en el primer equipo, apenas contaba con minutos. Y yo trabajaba duro todos los días. Esa oportunidad me llegado al descender». Su lectura es que la bajada de nivel respecto a Asobal le ha dado minutos. «A lo mejor no estaba preparado para jugar en Primera, pero aquí me ve veo muy bien».
El extremo empezó la temporada en busca de una clara mejora. «Senovilla está contando mucho más conmigo de lo que hacía Zupo Equisoain el año pasado. Me está dando la confianza para mejorar mi rendimiento que no tenía en años anteriores».
En los momentos malos, Marugán ha tirado de paciencia. «Sé que compitiendo es cuando más se mejora, pero en los entrenamientos también mejoraba por la exigencia de dar el cien por cien para jugar con gente que es mejor que tú». Para él, que apenas salía a tirar los penaltis, el descalabro del Nava en la segunda vuelta, en la que sumó 4 puntos de 30 y pasó de pelear por puestos europeos al descenso, fue un trago aún más duro de asimilar. «Veía que el equipo luchaba, éramos poca gente, no conseguíamos ganar y nos metíamos abajo. La sensación de impotencia es enorme porque no estás ayudando al equipo; desde el banquillo no puedes hacer gran cosa. Y más cuando tu compañero de puesto había tenido un mal día y aun así seguías sin salir».
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Marugán es único exponente navero en el primer equipo de una generación que ganó títulos a nivel regional. También llegó Pablo Arranz, ahora en Villa de Aranda, o Javier Gómez, que ha entrenado con los mayores. Suya es la bandera navera ante la anunciada retirada de Villagrán y las dudas sobre qué hará Darío, que ya se retiró en 2021. «Asumo esa responsabilidad si el año que viene soy el único de la casa aquí, pero no la capitanía», bromea.
Al extremo le duele ver al filial colista de Primera Nacional. «Hemos subido juntos, siendo todos de la casa, y nos costó mucho. Sería muy doloroso que descendiera». Dificultaría, además, surtir de jugadores al primer equipo. «La diferencia de nivel entre Segunda Nacional y Asobal era abismal». Lo dice alguien que doblaba ambos equipos.
El navero habla de la conexión con el público por ser ese chaval al que llevan viendo 13 años. «A la gente le gusta ver que lo haces bien contra los mejores. Creo que disfrutan más con uno de la casa marque dos goles que con uno de fuera que marque diez». Con todo, cree que ambos elementos son compatibles. «Lo hemos visto con Darío o Carlos. Han tenido sus roles y han dado perfectamente el nivel».
El ascenso a Asobal que el club espera lograr en los próximos dos meses empezó a gestarse el día del descenso. «Sabíamos que Nava tenía que volver porque no nos merecíamos descender de esa manera». En el inicio de la pretemporada, Senovilla sentó las bases y recuperó al equipo tras la derrota ante Novás y el empate en Aranda. Hay que situarse en aquel momento con un grupo que había ganado dos partidos oficiales –ante Sinfín y Alcobendas– en los últimos nueve meses. «Veníamos de una racha muy mala y teníamos la presión de un equipo que tiene que ascender. Pero había que estar tranquilos; no se asciende en dos días, sino en una temporada entera». El mensaje surtió efecto, pues los siguientes 13 partidos ligueros han terminado en victoria.
El lanzamiento de siete metros es una de las grandes liturgias del balonmano. Marugán habla de un ejercicio de improvisación. «Muy pocas veces pienso dónde voy a lanzar. El portero te puede reaccionar de mil maneras distintas. Él se dedica a observar el brazo y lo tienes que decidir en el momento». La rutina es empezar con él y cambiar a Dani Pérez o Prokop tras un fallo. «Lo hacemos porque hay más especialistas. Y cambiar de lanzador es un juego psicológico con el portero. Yo lanzo siempre el primero, y si le fallo tenemos otros tres tiradores. Aunque marquemos tres seguidos, cambiamos para que el portero no se adapte».
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