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Ganar y esperar. No queda otra opción para Balonmano Nava este próximo sábado. Aunque más bien, en este caso tan extraño auspiciado por Asobal, ver qué hace Sinfín en el Palau en el único partido que se sale de la jornada unificada y se disputará ... el sábado por la mañana; y luego ganar. Ganar para no verse envuelto de nuevo en una última jornada agónica, como la temporada pasada. Ganar para mantener la plaza en Asobal por méritos propios, porque al club le está costando mucho asentarse a pesar de haber firmado una primera vuelta cercana a posiciones europeas. Esta semana, Balonmano Nava todavía depende de sí mismo.
La tesitura de la tabla clasificatoria indica que Puente Genil, Atlético Valladolid, Viveros Herol y Sinfín son los cuatro equipos que van a pelear por eludir una plaza de descenso directo y otra de promoción. Los dos primeros equipos tienen ambos 22 puntos en el casillero, a una victoria del equipo navero. El calendario de Puente Genil, que se mide a Antequera este sábado y a Torrelavega en la última jornada, parece más amable. «Yo creo que Puente Genil tiene un partido contra Antequera, que está jugando bien y no te puedes fiar», porque son últimos pero lograron dar la campanada de la temporada al empatar con el Barça la pasada jornada. «Pero yo ahora mismo no miro los resultados. Cuando acabe la jornada miraremos los resultados, pero ahora mismo es lo que menos me preocupa. Me preocupa el resultado de mi equipo». Una afirmación categórica de Zupo Equisoain, que aun así piensa que Valladolid es más asequible de alcanzar porque se mide a Cuenca, que busca Europa, y al poderoso Granollers. «Por el estilo», terminaba comparando; «Anaitasuna no va a venir a pasar la tarde y Cuenca va a ir a Valladolid a tratar de ganar. Es que en estas jornadas, quitando algún equipo que está en tierra de nadie, los demás tienen objetivos por cumplir y todo el mundo va a tratar de ganar».
Es el alma mater del equipo, los valores de un club encarnados en el vestuario. Y su importancia crece en los momentos complicados. De hecho, en los últimos partidos Carlos Villagrán ha sabido tomar de nuevo el timón y predicar con el ejemplo. No venía siendo protagonista en el primer tramo de la temporada, pero cuando Zupo ha necesitado alguien con determinación y arrestos para liderar cuando otros jugadores, más preparados técnicamente, no han podido, ha aparecido Villagrán. Se hizo patente en Valladolid, en los momentos en que más atascado estaba el equipo; volvió a pasar en la derrota contra Puente Genil en casa y su importancia en el último partido, contra Bada Huesca, fue tal que ha terminado entrando en el equipo ideal de la última jornada. Por primera vez en toda la temporada.
En el rol de central, su veteranía le permite saber que lo último que puede hacer él también es dudar. Así que entra en pista con determinación, pidiendo balón, reclamando el bastón de mando y dirigiendo. Encima, es de los que tienen la capacidad de mantener la cabeza fría y que el brazo no se encoja para lanzar. Suya fue la idea, e hizo la presión, para que se repescara sobre la bocina a Darío Ajo. No solo por los problemas físicos de Tsanaxidis, sino también porque sabe que el club no se explica, se vive. Y nadie lo vive como un navero que alcanza el sueño de jugar en la máxima categoría con el equipo de su pueblo, de su casa.
Sería ideal que el rival no pudiera contar con ninguno de sus porteros, pero en este caso la particularidad viene por la fórmula que está escogiendo para atacar: «Está atacando sin portero. Y lo hace muy bien y está sacando muchos puntos con esta táctica. Y le meten pocos goles en el cambio de portero». En ciertos partidos, cuando la defensa de Nava ha estado a la altura, el equipo ha sabido recuperar rápido y sorprender en el cambio para que entre el portero, así que esa teórica ventaja rival, quizá sea una de las fórmulas para ganar.
Las cuentas por abajo son más claras: si Sinfín no gana, o no puntúa, contra el líder y Nava gana en Benidorm, el puesto de descenso directo lo tendrán los cántabros. Y ese será el momento en que Equisoain respire, porque «la promoción ni me preocupa, ni pienso en la promoción. El primer objetivo es salvar al equipo y tenemos dos oportunidades». En realidad, para esa salvación matemática, promoción aparte, únicamente quedaría un punto con esa derrota que se da por hecha pero que hay que confirmar de Sinfín.
Ese punto, objetivo que parece sencillo y se está atragantando de más, ha de caer cuanto antes. Por eso, el navarro reconoce que tendrá que controlar al equipo para que no arriesgue en exceso si se da el caso de estar igualados en los últimos ataques del partido. No quiere que se repitan los contraataques mal llevados contra Valladolid fuera y en el último partido en casa. Balones perdidos por exceso de precipitación que, no obstante, no hacen que el equipo tenga miedo. «Miedo no hay. Siempre hay temor, hay ansiedad, hay nervios, hay presión. Cuando estás en esta situación hay que saber administrar a nivel individual esa presión, esos nervios y esa ansiedad. Y a nivel de equipo, entre todos tenemos que conseguir que no nos atenace, que el brazo esté suelto y que los jugadores cuando salgan a competir den el 100% con desparpajo, no con temor».
Va a hacer falta desparpajo para puntuar en Benidorm. Parece increíble cómo se ha complicado todo cuando, antes del parón navideño, hasta se susurraba la posibilidad de alcanzar puestos europeos. Ahora la idea es solucionar la papeleta cuanto antes, que los brazos se armen sin temor con el objetivo cumplido y se sepa rematar en la última jornada, que de nuevo la suerte y el calendario han decidido que sea, y menos mal, en casa.
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