El Nava agota las vidas del Caserío

Los segovianos empezaron como debían: un lanzamiento de Moyano desde nueve metros para abrir el marcador antes de los 30 segundos de partido. Pero el Caserío salió peleón e igualó el encuentro con un ataque rápido culminado con Torres. Un resumen de lo que vendría después.

La primera piedra para ganar al Nava es contener a Prokop y a Moyano, algo que el Ciudad Real logró con nota. La aportación de Goivagnola en portería hizo posible que el duelo transcurriera en un intercambio de golpes pese a que su ataque no brilló en exceso. Las defensas mandaban y los jugones tenían que improvisar para buscar el agujero en la muralla. No lo conseguía Prokop con sus slaloms ni Pablo Campanario, saltando en el aire sin saber dónde entregar el balón.

Ese contexto atropellado no permitía al Nava exprimir su superior talento, así que los segovianos buscaron pista libre. La encontraron con un par de transiciones de Óscar Marugán y de Paco Bernabéu, en esta ocasión el primer lanzador de siete metros. La grada se subió al tren y Patotski entró en calor parando con la cara un disparo que enfureció a su banda porque los colegiados no excluyeron al lanzador. Con Guiteras en la portería mientras ponían a punto la nariz del bielorruso, Bernabéu falló el mano a mano que habría puesto el 8-5. Ahí evitó el cuadro manchego su primer incendio.

Con Goivagnola como sostén, el Ciudad Real aprovechó siete minutos de sequía ofensiva de los locales para voltear el encuentro. Lo hizo con dos buenos lanzamientos de Santi Alejo y con un pase espectacular de Campanario para Sergio Ruiz, que lo cazó en carrera antes de batir a Patotski. El Nava superó el mal momento tirando de fondo de armario, con Sergio Casares como impulsor: marcó dos tantos en transición y asistió a Lodos tras un buen robo. Así devolvieron los locales el parcial, con Moyano, un peso pesado del vestuario, abrazando al joven extremo como gesto de reconocimiento mientras la grada coreaba su nombre.

Otra vez se encendían las alarmas en el cuadro manchego, que atajó la crisis con un tiempo muerto oportuno. Llegaron dos goles de la más bella factura para el Caserío: una rosca de Manu Díaz que no deben intentar en casa si no quieren poner en serio riesgo la estabilidad de su muñeca y otro pase de fútbol americano, esta vez de Giovagnola para Torres. De no ser por un gol de Dani Pérez sobre la bocina para alivio del público local, el partido se habría marchado empatado al descanso (14-13).

La salida de vestuarios ofreció una nueva posibilidad de ruptura al Nava con la sucesión de pérdidas del Ciudad Real –fruto del trabajo defensivo local– que mantuvo su marcador inmóvil durante cinco minutos. Pero lo desaprovechó con acciones como un tiro sin portero que se estrelló en el palo o la precipitación de Prokop, primero cometiendo pasos en una transición y después con una falta que chafó un ataque en superioridad.

Así llegó la escena surrealista, pues el portero visitante despegó la portería del suelo en su intento por tapar un tiro de los segovianos. Hasta que la meta no volvió a ocuparse, los árbitros no se percataron, por más que el banquillo visitante lo estaba señalando. Se generó un sanedrín, hasta que Carlos Villagrán aplicó la receta navera, llevándosela hacia el pecho con un par de empujones. El parón dificultó una de las máximas naveras: castigar al rival con intensidad durante 60 minutos. Ese descanso inesperado benefició al Ciudad Real, que enganchó gracias a un gran tiro de cadera de Ángel Pérez, un golazo de Campanario por la escuadra y dos transiciones. Senovilla paró el partido con motivos para enfadarse: 17-18.

El ambiente de tensión se multiplicó con el segundo balonazo que recibió Patotski en la cara, en un tiro de siete metros de Torres, que vio la roja y se fue a la grada rodeado de adolescentes. En la meta contraria, Marugán convertía de forma convencional su penalti y el Nava, de nuevo tres arriba, amagaba con la ruptura con su portero rehabilitado mientras su rival esgrimía dureza defensiva para evitarla (23-20).

El Caserío puso sobre la mesa su penúltima vida con dos buenas circulaciones que terminaron en lanzamientos en seis metros y una transición dirigida por el incombustible Campanario para que Manu Díaz empatara (24-24). El paso de los minutos reducía el margen de error de un Nava que no esperaba este sudoku. Lo resolvió con su defensa, el ingrediente imprescindible.

La sonrisa fue doble porque el Nava, que empezó tercero la jornada, subió un puesto tras la abultada derrota del Novás ante el Málaga. Puerto Sagunto, que venció en Aranda, es líder con 12 puntos por 11 del Nava, 10 del Novás y 8 del Málaga.