Si uno de los objetivos de un club es que los jugadores salgan de sus vestuarios mejor de lo que llegaron, Oleg Kisselev sirve de ejemplo. El lateral izquierdo, hijo del jugador ruso del mismo nombre que militó más de una década en el balonmano ... español, jugará las próximas dos temporadas en el Ademar León, una vez que termine esta temporada, su tercera en el Viveros Herol Nava. Así lo ha anunciado este martes el club leonés, a través de un tuit que no gustó nada en la entidad navera. Kisselev, internacional júnior con España, llegó como un diamante por pulir, superó una grave lesión de tobillo y se va como un jugador de categoría.
Kisselev se mostró ilusionado: «Evidentemente, es un paso adelante y tengo muchas ganas de demostrar que puedo seguir creciendo y mejorando. Se me presentó esta oportunidad y decidí aprovecharla». El Ademar, quizás empujado por los rumores en la prensa leonesa, anunció ayer su fichaje en un tuit pasadas las 14:18 horas; 18 minutos después, la cuenta oficial del Balonmano Nava replicó con un mensaje en el que expresaba su sorpresa.
Pasadas las seis de la tarde, la entidad segoviana emitió un comunicado en el que aseguraba que, si fuera por ellos, el lateral habría seguido. «Oleg Kisselev declina la oferta de renovación presentada por el club», informaba el texto, que añadió: «El Balonmano Nava tiene total confianza en su entrega y sacrificio al servicio del equipo para la consecución de nuestro objetivo y solo podemos desearle la mejor de las fortunas en este nuevo reto profesional y personal, así como una larga y exitosa carrera».
En la misma línea se expresó Kisselev. «No va a afectar de ninguna manera, los objetivos son los que son. Como deportista y profesional, no se me pasa otra cosa que no sea alcanzar los objetivos tanto personales como del club. Sigo siendo jugador de Nava hasta que termine el contrato y todo va a seguir siendo exactamente lo mismo». El lateral quiso restar importancia a la polémica sobre el anuncio. «En Nava eran conscientes de que no iba a seguir, pero no les ha gustado la manera en que León lo ha anunciado. Ellos esperaban hacerlo de manera conjunta, y yo lo entiendo, pero Ademar ha tomado esta decisión y no debería afectar a nadie. En el club eran conscientes de lo que estaba pasando, no era ningún secreto para ellos».
El tránsito entre ambos clubes ha sido ingente. El caso es similar a la marcha de Yeray Lamariano en marzo de 2015 a tierras leonesas. Entonces, el Ademar se había quedado sin porteros y fichó al meta, que entonces lideraba la portería en el debut de los naveros en División de Honor Plata. Hubo también fricción por las formas entonces, pues suponía la salida inmediata. Sin él, el equipo que entrenaba Álvaro Senovilla se clasificó para su primer 'play off' de ascenso a Asobal.
Otro lado del Ademar en Nava es el técnico, Dani Gordo, curtido allí, como el central Rodrigo Pérez Arce. Kisselev no pidió ningún consejo e informó al técnico. «Dani habló conmigo una vez una vez que ya supo que yo iba a ir. Me deseó suerte y me dijo que me esforzase».
Kisselev llegó cedido desde Anaitasuna cuando aún era júnior y su primera temporada se vio lastrada por una grave lesión de tobillo. Apenas jugó y llegó sin rodaje al 'play off' que los segovianos disputaron en Segovia en la primera temporada de Gordo al frente del equipo. El Nava cayó con el Sinfín en la final y Kisselev, ya recuperado, fue entrando poco a poco en dinámica en la pasada campaña, la del ascenso a Asobal, y tuvo un protagonismo creciente. A su potente lanzamiento y envergadura, ha añadido con el tiempo una notable mejora defensiva. Aunque a veces a pecado de irregularidad, el Nava pierde a una de sus piezas más completas.
«He intentado hacer todo lo posible para mejorar y crecer, y yo creo que lo he conseguido, lo mejor y lo más rápido que he podido. Entra un jugador y sale otro, más mayor, más maduro. Aunque aún me queda mucho por aprender y crecer, desde luego que he aprendido mucho aquí», resumió Kisselev, que echará de menos a un pueblo con genoma de balonmano. «Está claro que en Nava el ambiente es especial. Todo el mundo te conoce cuando te ven por la calle, haciendo la compra o tomando un café. Se nota el aprecio de todos los habitantes del pueblo. Es difícil que se dé en cualquier otro lugar». El Nava no podrá competir con los grandes, pero tiene mimbres para ser un club lanzadera, algo nada desdeñable.
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