Continúa coleando el divorcio latente que existe en el día a día del Aula entre presidente y entrenador, y eso no ha provocado ningún efecto colateral en la parcela deportiva, que en su última puesta en escena, el sábado en la pista del Bera Bera, ofreció su mejor versión plantando cara a uno de los grandes de la competición y favorito al título de liga. Con el equipo en buena dinámica, a expensas de lo que pase en la pelea por la quinta plaza y en la inminente Copa de la Reina, sorprende que nadie del club se haya sentado todavía con Miguel Ángel Peñas para hablar de su futuro en el banquillo.
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La renovación de Jimena Laguna, séptima jugador que estampa su firma para la próxima temporada, evidencia un problema en la planificación del curso 24-25, con jugadoras que aceptan la continuidad sin saber qué entrenador estará al frente del equipo.
Peñas, mientras tanto, continúa esperando una llamada. «No tengo ningún contacto con la presidencia del club desde hace mes y medio, y no sé el motivo ni la razón. En este sentido no voy a dar más guerra. No voy a pedir más, lo que sea, será. Llevó quince años con este mismo equipo y más de cuarenta en el club, y si mañana el nuevo presidente me pide que saque la mopa, la voy a poner, y me pide que lleve el infantil, lo voy a hacer. O que le ayude en la directiva», ha declarado el todavía técnico del Aula en el programa 'De rosca' de la cadena Cope.
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El preparador vallisoletano tiene claro que, de no continuar, no escuchará propuestas de otros clubes. «No he mirado ninguna opción porque tengo mi trabajo y no he querido recibir ofertas. Si no sigo, disfrutaré de ver jugar a mis hijas y viendo balonmano desde la grada. Quiero seguir centrado y disfrutando de lo que queda para dar más alegrías a los aficionados», admite, cansado en las últimas semanas de que se le pregunte por el silencio del club acerca de su renovación.
«Mi ciclo puede que acabe en cualquier momento, pero sigo teniendo mucha ilusión y creo que rendimiento también. Este año hemos pasado tres veces de 2.000 personas en el pabellón. Y esto tiene que seguir. Si esto bajara, lo puedo entender. Y entiendo que un presidente puede echar a un entrenador, nunca un entrenador ha echado a un presidente. Así que lo que me queda es ponérselo difícil, ahora en la Copa de la Reina. La decisión que me tome me parece respetable. No estoy pidiendo que se me mantenga, estoy pidiendo que se me hable, simplemente. No pido más», insiste, preocupado porque todo el trabajo que se ha venido realizando en los despachos en la última década se tire por la ventana de la noche a la mañana. «Tampoco tiene que ser algo que haga mal a nadie. Lo único que quiero es que esto no se rompa y se destroce. Quien me tenga que suplir, si eso pasa, es que sea de entidad que mantenga esto. No se tiene que caer esto porque nos ha costado años llevar a este club a lo más alto, posiblemente por encima de nuestras posibilidades económicas. Deseo que esto no acabe aquí, y hablo del club y del equipo», reconoce.
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