Yeray Lamariano, exportero del Recoletas Valladolid
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Yeray Lamariano, exportero del Recoletas Valladolid
Yeray Lamariano coge el teléfono. Esta trabajando desde su casa en Tudela de Duero, su localidad de adopción desde que conoció a su mujer Beatriz. La llamada puede ser de un excompañero de Liga, incluso de un futbolista profesional que necesita «una mano». Es la ... nueva vida del exportero del Recoletas Atlético Valladolid, que hace apenas un mes anunció que ponía fin a una trayectoria de 22 años en el balonmano profesional. Vinculado desde pequeñito al deporte, su nueva realidad pasa por seguir pegado a la pelota, al balón o la raqueta –entre otros–, pero desde la perspectiva de los números.
–¿Cómo lleva estar alejado de la portería?
–La verdad es que sé que he tomado la decisión acertada porque estoy bien, menos cansado y tengo los fines de semana libre para estar con mi familia. Además, también tengo más tiempo para mi nueva realidad laboral.
–¿No le da morriña ver a sus compañeros en la pista?
–Cuando tienes casi 41 años, artrosis en la cadera y tienes un percance como el que tuve yo, lo ves todo de otra manera.
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–Hablemos de su 'percance', de esa conmoción cerebral que sufrió en Granollers. ¿Ha sido definitivo para retirarse?
–Ha sido la gota que ha colmado el vaso, porque balonazos un portero recibe muchos, pero sí que estuve dos semanas bastante mal. Se juntaron varias cosas, y, justo también me subieron la responsabilidad en el trabajo. Era el mejor momento.
–Ya ha hablado dos veces de su trabajo. Veo que le gusta.
–Mi vocación laboral y personal la he desempeñado durante 22 años, que era jugar al balonmano. He tenido la suerte de hacer lo que más me gustaba, y eso con la edad que tengo no todo el mundo lo puede decir. Mi trabajo actual lo he podido elegir, y por eso estoy contento. Asesoro a otros deportistas de forma financiera. Estudié mientras jugaba Ingeniería Industrial y Administración y Dirección de Empresas, y ahora puedo aplicarlo en mi trabajo.
–¿Y cómo son sus clientes? Porque me imagino que muchos serán incluso compañeros de profesión, me refiero al balonmano...
–Sí, el 60% son excompañeros, pero hay de muchos otros deportes. Tengo 180 clientes ahora mismo.
–¿Y qué les dice? ¿Es tan mandón como desde la portería?
–(Risas). Sobre todo les ayudo a planificar. Todos te hacen la misma pregunta, ¿qué será de mí cuando termine mi vida deportiva? o ¿qué tengo que hacer para tener una situación normal? A un deportista la jubilación le llega con unos 35 años de media... Y hasta los 67...Por eso, es fundamental planificarse.
–¿Y lo hacen?
–Les ayudo. Por ejemplo, con la situación que se vivía hace unos años en la Asobal, que era como una montaña rusa..., pues es más difícil. Tienen que aprovechar el momento. Un deportista de 20 años, por regla general, gana bastante más que otro joven de su edad. Tienes muchos más ingresos que gastos, cuando el club te pone el piso, el alquiler... Es un buen momento para aprovechar para buscar formación académica y laboral.
–¿Los sueldos de un jugador de balonmano dan para no volver a trabajar?
–Por regla general no. Los de los futbolistas sí, pero en muchos casos no saben planificarse.
–¿Y cómo les convence?
–Pues muchas veces ya me toca hacer de padre... Un futbolista si se planifica puede no tener que volver a trabajar en su vida. Yo les digo, si en vez de comprarte ese coche de 100.000 euros... ¿Realmente lo necesitas? Luego, también tienen mucha gente a su alrededor que trata de aprovecharse de ellos, la familia, para que compre 18 pisos; o los amigos para que invierta en este u otro negocio.
–Usted no ha tenido ese problema.
–No, siempre he sido bastante responsable. Por eso soy portero (de nuevo risas).
–Eso me interesa, y además me sirve para hilarlo con el balonazo de Granollers. ¿Cómo se hace uno portero y hace de su profesión recibir balonazos con cualquier parte de su cuerpo?
–Más natural de lo que parece. En mi caso, nadie quería ponerse de portero y, empecé a parar, a parar... y el 'feedback' fue positivo. Se ajustaba muy bien a mí. Una posición solitaria, es como un deporte diferente dentro del balonmano. Y tienes una gran responsabilidad. Es raro, porque un pelotazo es dolor para ti, pero un éxito para el equipo.
–Le hago la típica... Y no me hable de balonazos, por favor. Pero, ¿un recuerdo de su carrera?
–No soy de recuerdos. Cero romántico para esas cosas. Me quedo con todos los compañeros que he tenido y la relación que mantengo con ellos. Me acuerdo más de los malos momentos, por ejemplo, el partido de la fase de ascenso con Nava, en el que juego la final con el isquiotibial roto, y perdemos de un gol.
–Habla de Nava, pero en 22 años ha pasado por Bidasoa, Ademar, Valladolid... ¿Le da la sensación que ha cambiado mucho la Liga?
–Sí. Ha cambiado, pero creo que el espectador se divierte más. Es un balonmano mucho más rápido, más dinámico, pero no solo en España, ocurre en toda Europa. La Asobal está ahora mismo en la clase media europea, y los sueldos más altos están fuera, también influye claro.
–¿Y en la Asobal dónde ve a su Valladolid?
–Por encima de lo esperado, por eso no me gustan las críticas cuando se pierde con equipos como Ademar o Bidasoa... No son presupuestos equiparables.
–¿Y dónde le ve a corto plazo?
–Si mantiene el bloque, puede hacerlo muy bien, y estar en la parte media alta de la tabla.
–¿Ha vuelto ya a Huerta del Rey?
–No, y aún tardaré. Quiero que Felipe –por Pipe García–, que por cierto ha debutado muy bien, tenga su espacio, y no que la gente pueda estar pendiente de
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