El final o el principio de los problemas

Carlos Villagrán, el otro jugador presente en los tres ascensos naveros, lo vive con «toda la naturalidad del mundo», pero es consciente del premio que espera. «Volver a la élite de un deporte es muy importante. Normalizar lo extraordinario es un error, tenemos que disfrutar y vivir el momento. Sabemos lo que cuesta, se tienen que dar muchos factores». El del Málaga puede ser el final o el principio de los problemas, pues un triunfo acercaría a los andaluces a un punto y podría decantar a su favor el average a falta aún de dos jornadas. Los segovianos ganaron allí con un gol de Moyano en la última jugada y esperan un desenlace similar. «Intentamos evadirnos de las consecuencias del resultado, estamos centrados en el rival».

Cuando ambos se retiren, tendrán en su memoria esos días, los tres ascensos que ya acumulan: el de 2009 a Primera Nacional, el de 2014 a División de Honor Plata y el de 2019 a Asobal. «Las fases de ascenso tienen su punto especial porque son torneos muy intensos en muy poquitos días», resume el capitán, parte de un equipo que se quedó con la miel en los labios por tres veces en el Pedro Delgado; la peor, ante La Roca, con un ascenso que se evaporó en la última jugada. El ascenso en temporada regular, como el de 2019, tiene otros condicionantes. «Es un trabajo más largo, conlleva muchísimo sacrificio».

El deseado ascenso de esta campaña está condicionado por el formato, con dos fases y los puntos ante los rivales directos. «Te despista un poco, pero la verdad es que estamos a un partido de conseguir el objetivo que nos habíamos marcado al principio. Este sería un broche maravilloso a una muy buena temporada», resume Villagrán, que trata de aunar «los nervios que requiere la ocasión con la tranquilidad para poder afrontar el partido».

Los dos últimos ascensos del Nava llegaron en la misma pista: O Rosal. El de 2019 tuvo un elemento inaudito: los segovianos subieron perdiendo. Así que la ocasión es única. «Yo siempre digo que como en casa no se está en ningún sitio. Vivirlo con tu gente, con los que vienen a verte de los pueblos de cerca, es muy bonito. Nadie se lo pierde. El pabellón va a estar a reventar y la semana ya está siendo muy bonita; te paran, te dicen que lo vamos a conseguir. Seguro que hay un momento complicado y miraremos a la afición para que nos dé ese aliento que siempre nos han dado», apunta Villagrán.

Darío Ajo, que volvió a finales de la pasada temporada tras dejar el balonmano, habla de ilusión. «Veo al equipo muy motivado. Quedan dos jornadas, pero tenemos una buena oportunidad para cerrarlo». Percibe matices diferentes en cada uno de los tres ascensos, repartidos a lo largo de una década, y pone el de Asobal por encima del resto. «La sensación es bastante parecida. No es la novedad de la otra vez, pero sabemos la responsabilidad tan grande que supone».

Y el factor diferencial: conseguirlo en casa. «Un pabellón a reventar, un rival que nos viene pisando los talones. Está todo para que sea una fiesta», subraya Ajo. Villagrán es igual de consciente. «Quiero disfrutar al máximo. No ya la celebración, sino el partido, con todos sus detalles. No me quiero perder ninguno, tenerlo en la retina y guardármelo para siempre». Porque un ascenso no se consigue todos los días.