Smetanka trata de lanzar a portería en una posición forzada durante el partido disputado ayer en Nava de la Asunción. Antonio Tanarro

Los fantasmas se instalan en Nava

Siempre por detrás en el marcador, el Balonmano Nava cae en casa contra Puente Genil y se implica de lleno en el descenso

Sergio Perela

Nava de la Asunción

Jueves, 5 de mayo 2022, 09:57

En un partido tan fundamental como el de ayer, entrar en cancha con los nervios templados era la primera misión. El Balonmano Nava lo hizo, con una defensa agresiva por bandera, bien cerrada en el medio por Carró y Tsanaxidis, que intentaban minimizar los espacios ... que pretendía abrir el pivote Javi García en esa zona central para los lanzamientos exteriores de Puente Genil. Con eso y el liderazgo de Smetanka y Prokop en la zona de ataque, entendía Zupo Equisoain que tenía que empezar a marcar el territorio. Pero también desde el principio quedó claro que conquistar cada línea, cada espacio para un lanzamiento, iba a costar mucho sudor en ambas zonas. Así que con cierta lentitud y con los jugadores haciendo las transiciones también tomándose respiros, como sabedores de que ya llegarían los momentos de cambiar el ritmo, pasó el primer cuarto de encuentro. Con todo tenso e igualado.

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BM Nava

Patotski, Vujovic (2), D´Antino (4), Tsanaxidis (4), Rosales, Carró (1) y Rodrigo Pérez (1); Smetanka (2), Prokop, Horiha (1), Carlos Villagrán, Moyano (2), Óscar Marugán (1), Pleh y Bernabéu (2)

20

-

29

Puente Genil

De Hita, Javi García (4), Djukic, Borges (2), SIlva, Cuenca (1) y Mitic (4); Da Silva (5), David Estepa (3), Xavi Tuá (1), Pomeranz (7) y Luisfe (2)

  • PARCIALES: 2-1; 3-2; 4-4; 6-7; 9-10; 11-13; 13-15; 16-18; 17-19; 18-23; 20-25; 20-29

  • ÁRBITROS: Ignacio García y Andreu Marín. Amonestaron a Tsanaxidis y a Carró por parte de Balonmano Nava y a Da Silva por Puente Genil

Cierto es que al Nava le estaban entrando los lanzamientos de siete metros, que eran el recurso para abrir la portería defendida, y bien, por De Hita. D´Antino estuvo inspirado anotando los dos primeros y Rodrigo Pérez se haría cargo del tercero de la primera parte, que también terminaba dentro. Pero para entonces ya habían aparecido los problemas. Problemas que tenían que ver con un atasco importante a nivel ofensivo, con el equipo cayendo en la trampa del embudo que proponía por el medio el Puente Genil. En cuanto los andaluces tomaron dos goles de ventaja, Equisoain paró el partido y comenzó a meter en rotación a Moyano, Horiha y Carlos Villagrán.

Durante cuatro minutos, todo se volvió a ajustar, aunque el Viveros Herol ya no podría tomar la iniciativa en el marcador. Hubo un momento, reaccionando a una ventaja de tres goles obtenida gracias a dos buenas defensas con sus correspondientes ataques, en que el equipo igualó a 10. Fue gracias a un paradón de Patotski a una agresión lateral que recogía D´Antino para, sin portero, anotar desde su cancha. Un siete metros concedido por un Carró algo abrumado ofensivamente y un gol de Luisfer que nunca debió concederse sobre la bocina del descanso, ofrecían mucho premio a un aguerrido Puente Genil, más sólido.

El retorno tomó tintes extremadamente peligrosos para los naveros. Un parcial de un gol contra tres hacía que se cobrase la mayor distancia hasta el momento. Patotski estaba parando, pero el equipo se equivocaba constantemente en ataque. Por más que Zupo pedía de forma ostensible calma, las ofensivas se aceleraban demasiado. Sobre todo cuando pasaban por un Prokop que, desesperado porque las cosas no le estaban saliendo en absoluto, percutía una y otra vez sin elaboración y sin tino. Entonces fue cuando se equivocó el equipo andaluz. Dos goles consecutivos de Javi García ganando el centro, que suponían de nuevo tres goles de ventaja para ellos, se vieron frenados por dos goles desde el centro de un Tsanaxidis más avezado que el rival a la hora de recuperar a su portero. Otra vez parecía salvar la bola de partido Balonmano Nava.

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Además, Equisoain tiró de su último recurso, el último jugador en la rotación actual. Paco Bernabéu entró hipermotivado y dos goles suyos, uno en una contra espectacular, de las que recordaban su mejor estado de forma, pusieron las cosas de nuevo a un único gol. Otra vez se había tensado la cuerda y los Guerreros habían logrado evitar el descalabro. No obstante, había que empezar a encontrar otra dinámica a la hora de atacar. Con Prokop enfrascado en su batalla contra sí mismo, la opción de Horiha la cegaba de forma insistente la defensa rival colocando siempre un hombre en individual sobre el ucraniano. Desactivado el potencial de su brazo, tocaba hacer algo que no terminaba de salir a la luz. Mediada la segunda parte, una vez más con la losa de los tres goles en contra, Zupo tiraba la cartulina del tiempo muerto sobre la mesa de cronometradores con evidente enfado.

El revulsivo que no llegó

El público, que al ser día de semana y hora algo temprana no abarrotó el pabellón, comenzó a reaccionar sabedor de que era su hora. En el banquillo no quedaban soluciones sin probar, así que la grada comenzó a vestirse. Elevó el ruido, elevó la presión hacia el rival y los árbitros. El equipo se tenía que ver obligado a reaccionar. Tsanaxidis se inventó un gol pivotando desde la izquierda y aquella acción se quedó como las burbujas de una gaseosa, que crujen recién abierto el tapón, pero se empobrecen con el tiempo. De nuevo tres de diferencia, de nuevo malos ataques y paradas de De Hita; a lo que se sumaba algo diferente, que fue la desconexión de Patotski, que dejó de detener balones. Otro tiempo muerto, porque el partido se marchaba por el desagüe con Puente Genil liderando por nada más y nada menos que cinco tantos. La mayor grieta de todo el partido.

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El problema es que no sería la menor. Porque tras el tiempo muerto, Balonmano Nava quiso salir con más energía, sí. Mas sin despejar el atasco ofensivo en la zona de medios, que hacía que la defensa rival no tuviera dificultad en leer cómo cerrar los espacios. Y se entró en ese momento en que parece que todos los rebotes van a manos contrarias, que todo lo que se pita en cancha es en contra. Incluso Bernabéu anotó un tanto placado de forma flagrante y los árbitros prefirieron conceder un siete metros que Rodrigo estrellaba contra el costado de De Hita. Un portero que se iba a crecer con cada acción, enervando al público y a sus rivales con sus ademanes exagerados y sus celebraciones.

La distancia era enorme. En cada ataque hacia la brecha, todo el banquillo se ponía en pie para intentar apuntalar el espíritu de los hombres en cancha. Puente Genil jugaba con fuego con ese pasivo que parece que ya está en desuso y Patotski volvía a parar. Pero había demasiada urgencia, demasiada precipitación. Las manos temblaban y ciertos balones que podían originar contras, se escapaban entre ellas. A los cinco últimos minutos se llegaba con cinco goles de brecha. Se terminaba perdiendo por nueve dejando una imagen de tremenda desesperación mientras celebraba los dos puntos un rival que adelanta en la clasificación y el público aplaudía con deportividad.

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