El Nava salvó con notas positivas el segundo partido imposible de la temporada, la derrota segura en el Palau Blaugrana. Tras amagar con el milagro en octubre ante el Barça en tierras segovianas –una ventaja de cinco goles en la segunda parte para una derrota ... por 31-37–, los de Álvaro Senovilla mantuvieron su versión diésel durante los 60 minutos: sin grandes bajones, prolongando el buen tono de sus cuatro victorias y un empate en los cinco partidos precedentes. El buen nivel de ambos porteros, un Mario Nevado descarado y minutos reivindicativos de Tomas Smetanka y Francisco Ahumada. El guion fue cosa del Barça, que sacó del armario su traje defensivo. El equipo que apabulla a rivales con marcadores en ocasiones cercanos a los 50 goles se llevó el partido con su versión más granítica ante un Nava que se quedó en 25. Y gracias.
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Barcelona
Gonzalo Pérez de Vargas, Pol Valera (2), Jonathan Carlsbogard, Aitor Ariño (4), Emil Nielsen, Hampus Wanne, Blaz Janc (2), Timothey N'Guessan (4), Aleix Gómez (3), Djordje Cikusa (5), Óscar Grau, Langaro (3), Melvyn Richardson (6), Luis Frade (4), Ian Barrufet y Javier Rodríguez (3).
36
-
25
Viveros Herol Nava
Luis de Vega, Andrés Moyano, Borja Méndez (1), Andrés Vila (1), Dani Pérez (1), Mario Nevado (7), Francisco Ahumada (5), Gonzalo Carró, Roberto Pérez, Dzimitry Patotski, Óscar Marugán, Tomas Smetanka (6), Isaías Guardiola (1), Gedeón Guardiola (1) y Pablo Herranz (2).
Parciales: 1-1, 5-4, 8-5, 13-6, 15-10 18-12 (descanso), 21-14, 24-16, 27-17, 29-21, 31-22 y 36-25.
Árbitros: Sánchez Bordetas y Millán Cazorlas. Señalaron cero exclusiones a los locales y tres a los visitantes.
Otros datos:
El partido arrancó con un misil picado de N'Guessan, pero fue el único gol de los cinco primeros minutos. Una sequía nada habitual para un equipo que no pierde un duelo liguero sobre la pista desde 2018 ante el Granollers. Quizás empezaron con una velocidad más de la cuenta y el coche no tenía la temperatura para asimilarla: tres pérdidas seguidas y el Nava, ya sometido de inicio por la defensa culé, que bloqueó sus dos primeros lanzamientos, empataba a uno con un penalti de Ahumada, un nuevo ejecutor. Un resultado de fútbol, el mejor escenario navero.
En cuanto no llegaban las pérdidas, el Barça calibraba en estático con su nómina de francotiradores desde nueve metros. No es solo talento, sino táctica, el papel de Luis Frade para hundir a la defensa 6:0 navera y dar el suficiente espacio vital para que N'Guessan y Richardson sumen dianas. El Nava, tan ágil en la circulación ante rivales terrenales en el último mes, no encontraba huecos en la muralla y necesitaba de hazañas para superarla. Auténticos golazos de Isaías Guardiola o Mario Nevado, cuya valentía no se negocia, tampoco en Barcelona. Los segovianos igualaban el tanteo, pero el Barça se consolaba cuando encajaba con su fugaz respuesta: el contragol, el antídoto con el que agotó a los segovianos en la segunda parte cinco meses atrás.
La brecha llegó en cuanto al Nava se le acabaron los golazos y apareció Gonzalo Pérez de Vargas, que agota sus partidos como el gran tirano de las porterías de la Asobal. Patotski mantuvo el tipo con intervenciones de primer orden, pero la meta culé estaba apoyada por una guarnición que no concedía lanzamientos fáciles. Las visitas naveras a la línea de seis metros tenían que llegar a la contra, las que remachaba inmisericorde Smetanka. Pablo Herranz hacía valer su química con Isaías Guardiola para sumar un par de goles en el pivote, pero aquello era la excepción a la norma. El Barça era infranqueable.
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El Barça pasó en un suspiro del 4-4 al 12-6, un parcial de 8-2 que forzó el tiempo muerto de Senovilla y terminó en la práctica con el suspense sobre quién se llevaría los puntos. El caramelo desapareció de la puerta del colegio al cuarto de hora; los visitantes se acercaron a cuatro tras una asociación entre los gemelos que definió Gedeón con un pie apoyado sobre la pista, pero los blaugranas iban sacando trajes del armario. Djordje Cikusa fue el último, con un quiebro en seco que dejó pasmado a Dani Pérez, que le agarró de la cadera y asumió la exclusión. Carlos Ortega pidió tiempo muerto por aquello de gastarlo y diseñó una última jugada antes del descanso, bien defendida por los Guardiola por el centro. Pero ni con esas pudo vivir tranquilo Patotski, que tuvo que tocar un balón de Frade que superó la barrera navera.
El Nava había limitado daños al intermedio (18-12) y se acercó a cinco con un gol de Ahumada, que ejecutó sin fallo sus cinco penaltis y discute el puesto de Pérez como primer lanzador. Pero el talento del Barça son palabras mayores, como demostró la poderosa internada de Valera con el carril central para limpiar las telarañas de la escuadra en plena carrera. Luis de Vega mantuvo el buen tono del último mes con paradas de mérito como un penalti negado a Richardson o un mano a mano en seis metros con Javier Rodríguez, al que aguantó para mandar la pelota a las nubes. El leonés cuajó una buena segunda parte –no solo en defensa, también asistió a Andrés Vila con un pase digno quarterback de fútbol americano–, pero su único consuelo fue evitar que el marcador fuera más abultado.
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La culpa la tuvo la portería del Barça. Porque si Pérez de Vargas había cuajado una gran primera parte –un 42,8% de paradas entre sus reflejos y la ayuda de su muralla central–, Emil Nielsen salió en la segunda para mejorar sus números: hizo dos paradas más para un 45,8% de acierto. Así es imposible competir con los números terrenales de los guardametas naveros –Patotski tuvo un 22,7% y De Vega un 28%–, con más marrones en seis metros, pero a los de Senovilla no les faltó gallardía: Nevado seguía soltando el brazo, Méndez acertó desde nueve metros y Smetanka corría en cuanto veía una rendija. Y los naveros perdieron la segunda parte por un gol menos de lo que perdieron la primera. Notas positivas para una lucha entre dos púgiles de diferente peso.
Porque el Nava se juega sus cartas en sus dos envites con el Torrelavega, un rival directo en liga y el obstáculo para su primera fase final copera. Tras estrenar la jornada, son sextos y sin sumar, pero solo Puente Genil y Anaitasuna podrían alcanzarles.
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