El Nava tiene otra remontada en el zurrón, pero no cierra el partido: Ahumada falla el contraataque de la sentencia, Luis de Vega ve cómo el balón bota dentro de la línea tras tocar la madera y Moyano dirige mal un lanzamiento que da la ... bala del empate al Torrelavega. Otro partido decidido en los últimos segundos, esta vez por la defensa. Porque Prokop desarma con el brazo la pizarra rival y Gedeón Guardiola caza el último balón a la desesperada antes de celebrar tras la bocina el quinto triunfo en siete partidos. El que deja atrás a un rival directo en la lucha por puestos europeos, y al que recibirá de nuevo el miércoles día 10 de abril por un billete en la fase final de Copa.
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El choque con más decibelios de la temporada en Nava de la Asunción –el medio centenar de aficionados cántabros han superado este sábado a la parroquia de Bidasoa de hace catorce días– comenzó con la tarjeta de presentación de ambos: el lanzamiento exterior de Jakub Prokop, de vuelta tras sus problemas físicos, y la velocidad en la circulación tras encajar para un gol sencillo en el pivote. Cada uno aportaba un plato al festín goleador; los segovianos se relevaban en el lanzamiento desde nueve metros y los cántabros acortaban el tiempo, hacían gala de su equilibrio entre riesgo en la circulación y goles.
Viveros Herol Nava
Luis de Vega (1), Andrés Moyano (7), Borja Méndez (2), Andrés Vila (1), Dani Pérez (2), Mario Nevado (4), Paco Ahumada (2), Gonzalo Carró (2), Jakub Prokop (4), Roberto Pérez, Óscar Marugán (2), Patotski, Tomas Smetanka (1), Isaías Guardiola (3), Gedeón Guardiola (3) y Pablo Herranz.
34
-
33
Bathco Torrelavega
Adrián Fernández (4), Alonso Moreno (3), Álex Rubiño (2), Carlos Calle, Javier Muñoz (6), Daniel Ramos (1), Borja Lombilla (2), Facundo Cangiani (3), Marko Jurkovic, Fabrizio Casanova (4), Oswaldo Maestro (6) y Mikolaj Czaplinski (2).
Parciales: 3-3, 8-6, 10-11, 13-13, 14-16, 18-19 (descanso), 20-22, 23-24, 25-25, 28-27, 33-30 y 34-33.
Árbitros: Rodríguez Estévez y García Gil. Señalaron cuatro exclusiones a los locales y dos a los visitantes.
Incidencias: Partido disputado en un pabellón Guerreros Naveros lleno.
Esa sinfonía de ataques que sometían a porteros se rompía cuando aparecía la defensa, la gran hacedora de parciales naveros. Bastaron una parada de Patotski y un robo para que Gedeón y Ahumada ajusticiaran en seis metros y pusieran la primera ventaja de dos tantos de la tarde (6-4). El Nava tuvo una bala para allanarse el terreno, pero el Torrelavega hizo un repliegue notable, una virtud táctica que igualaron en el siguiente lance los locales.
Dos pizarras exhibiendo rotulador. Los cántabros elevaron el nivel para voltear el marcador, con pases de museo como el envío del meta Jurkovic a Czaplinski, un láser a la espalda de la defensa. El cuadro navero buscaba la misma precisión, pero no la encontraba en un pase demasiado fino de Méndez a Carró que desembocaba en contra y parcial de 0-4 (8-10).
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Ahora eran los cántabros los que jugaban con viento a favor y los locales necesitaban de los brazos de Isaías Guardiola y de Mario Nevado para apagar las alarmas. Otra muestra de la calidad del duelo estaba en que ninguno indultaba una pérdida. Los goles no llegaban por desidia defensiva, sino porque los ataques tienen poso. Y ejecutores como Lombilla, el pivote que puso el balón en la escuadra con un misil sin apenas armar el brazo. Y conductores como un Alonso Moreno que se adueñó del partido, ya fuera asistiendo, anotando o convirtiendo penaltis. En cuanto bajó una marcha el ataque navero, se despegó el Torrelavega, que generaba mejores lanzamientos y castigaba las contras.
Una pérdida provocó el primer tiempo muerto de Senovilla y otra le sucedió, la que desembocó en el 15-19, obra de Javi Muñoz, ya con Luis de Vega en la portería. Minutos clave para evitar la sangría, algo que los segovianos consiguieron con talento –Jakub Prokop marcó un gol de equilibrista mientras le giraba la defensa– y con intensidad en su retaguardia. Ayudó el meta leonés, con un gol desde su arco –casi marca otro en la siguiente acción– y parando un penalti a Moreno casi con el tiempo cumplido. Su equipo perdía al descanso (18-19), pero el público celebró la intervención como si fuera ganando.
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El frenesí se perdió en vestuarios y el Torrelavega se despegaba porque Javi Muñoz marcaba dos penaltis y Pérez fallaba el suyo y daba a Carlos Calle el placer de desviarle un tiro poco angulado. Oswaldo Pérez castigaba ajustando su tiro al travesaño y recuperaba la ventaja de cuatro tantos (20-24) para los visitantes.
Senovilla amagó con soltar la tarjeta del tiempo muerto, pero la espera mereció la pena porque su defensa captó el mensaje y la dupla eslovaca recortaba distancias. Prokop aprovechó para dar un mensaje a Maestro, que escuchaba desde el suelo. Como la colegiada, que castigó el exceso con exclusión. Poco importó, pues Nevado igualó la contienda con un misil desde nueve metros.
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El partido de los aciertos entró en su fase de errores, síntoma de que las defensas habían tomado el control de la narrativa. El promedio de goles empezaba a ser el de un partido normal, pero la belleza seguía en el escaparate, con Maestro y Moyano intercambiándose proyectiles. Con todo, el guion le sentaba mejor al Nava, más cómodo en la garra. Así que fue Álex Mozas el que paró el partido cuando vio a su equipo por detrás media hora después (27-26). Siguió un ataque atropellado, pero Nacho Casanova lo resolvió colando la pelota entre las piernas de Luis de Vega pese al contacto con Roberto Pérez. Un gol clave que cortaba un parcial. Los dos llegaron a los últimos diez minutos sin saber cómo romper tanta igualdad.
Luis de Vega se quedó en portería por lo que paraba, pero sumó otro gol a puerta vacía. Intentó repetir fórmula Gedeón, pero Adrián Fernández le impidió maniobrar, penalti de manual que convertía Ahumada. El Torrelavega no contempló limitar daños y bajar el riesgo de sus pases mientras tuviera el arco desnudo.
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Así que Roberto Pérez sacó el brazo y desvió el balón, que cayó en manos de Ahumada para que llegara a Gedeón y sumara el tanto a su cuenta. El gigante capitán de la selección chocaba el pecho con el diminuto central chileno tras poner la máxima ventaja local de la tarde (32-29). Debió ser el final, pero no. En Nava reina el suspense.
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