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Carlos Villagrán (13 de abril de 1984) es el verbo del Nava, el único que ha vivido cada temporada desde el anonimato de la Segunda Nacional. Lo dejará a final de temporada, sin esperar a un último sorbo en la élite si el club cumple ... el objetivo del ascenso. El anuncio llega antes para no ser una distracción en el nudo gordiano de la temporada.
–¿Por qué se retira?
–Me encuentro muy bien físicamente y con ganas de acabar estos meses, pero es el momento de saber parar y frenar a tiempo. Echarme a un lado como jugador y afrontar nuevos retos.
–¿Por qué lo anuncia ahora?
–Teniendo las ideas claras, es mejor decirlo. Estamos hablando de otros aspectos de cara al año que viene. Y por no entorpecer con ninguna noticia cuando la competición sea más importante. Ni tampoco dejarlo para el final porque deseamos que haya otra noticia más importante que esta.
–Habla de frenar a tiempo ¿Qué intenta evitar?
–Intento estar al máximo en mis días como jugador en activo. Hay que reconocer que vas cumpliendo años y te cuesta más estar metido en el día a día. Tengo más obligaciones. Y quiero tomar yo la decisión, que ninguna lesión o factor externo me obligue. Ahora estoy en plenitud de tomarla.
–O se retira usted o le retira el balonmano. Elige la primera.
–Si. Me parece egoísta estirar la goma hasta el final. Ni el club ni nadie me ha obligado a nada; se lo comuniqué y ellos me respaldaron, como siempre.
–¿Qué elementos participan en la toma de decisión?
–El día a día. Sentirme útil hasta el final. Tengo ciertas obligaciones dentro del club que quizás no puedo atender como a mí me gustaría, con una dedicación más exclusiva. Por otro lado, la conciliación familiar es muy importante. Sin ellos no hubiese llegado hasta donde estoy. Sopesas todo en la balanza y tomas la mejor decisión posible.
–¿Qué ve en el retrovisor?
–Sinceramente, tengo que reconocer que todavía no he frenado. Estamos pendientes de la competición, centrados en el Zamora para coger ritmo de cara al partido del Burgos. No he tenido esa pausa. A raíz de ciertas preguntas sí que he echado la vista atrás, son muchísimos años y recuerdos imborrables. Ojalá se pudieran repetir todos, pero la magia de esto es que hay que vivirlos en su momento.
–Habla de echarse a un lado. ¿Cómo es el Nava después de Carlos Villagrán?
–Siempre lo hemos dicho: no hay nadie imprescindible. Esperemos que esté lo más alto posible, que volvamos a disfrutar del balonmano de alto nivel en Nava. No veo más allá. Lo único que hago es dejar de ser jugador, pero estaré muy ligado al club.
–Los últimos meses han asentado la transición hacia Tomas Smetanka. ¿Queda el puesto de central en buenas manos?
–Ya se está demostrando. Es un chico con unas cualidades increíbles. Hay que tener paciencia porque está en formación, pero está asimilando perfectamente todos los conceptos de Álvaro, que no son sencillos. Creo que va a ser un maravilloso central.
–¿Puede el Nava mantener jugadores de la casa compitiendo por estar en Asobal?
–Puede, espero que el año que viene todavía haya jugadores naveros en la primera plantilla, para nosotros es el mayor de los éxitos. Es verdad que jugar en Asobal no es fácil, no está al alcance de todos. Que un pueblo como el nuestro haya tenido a tres, cuatro o cinco jugadores es un logro muy difícil de conseguir. Es un reto bonito: que los que están mantengan ese nivel y ser capaces que algún jugador de abajo pueda llegar. Es un trabajo largo, pero gratificante. Yo pienso que siempre se verá algún jugador en el primer equipo.
–¿Cómo se consigue al próximo Carlos Villagrán en un pueblo en el que apenas nacen niños?
–Eso no se fabrica, tiene que salir alguien con una implicación muy grande con el club, que quiera crecer y no pida nada a cambio. Habrá que mimarles mucho, transmitirles lo que uno ha vivido, la ilusión, las ganas… Luego tiene que haber calidad; para eso tenemos formadores que traemos de fuera. Queremos que haya formadores en el pueblo que sean capaces de entrenar a los chicos y sacar el máximo rendimiento.
–¿Tiene miedo a cómo será su vida sin pisar una pista?
–Sé que me va a doler. He oído decir a otros compañeros que no echaban de menos la pretemporada; yo sé que sí. El balonmano se ha convertido en mi día a día; para mí no es un esfuerzo entrenar, disfruto casi más que en los partidos. Sé que el 1 de agosto voy a estar aquí y les voy a ver con las zapatillas, sus tiros ... Sé que me va a generar nostalgia, pero lo llevaré con naturalidad.
–¿Cómo va a llenar ese vacío?
–Soy inquieto, intento tener poco tiempo libre. No hemos definido mi figura, pero voy a estar muy ligado al balonmano. Voy a intentar desarrollar en el club todos los conocimientos que he adquirido. Ser coordinador de cantera tiene tareas infinitas, sé que el tiempo va a estar ocupado.
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