El pasado sábado, Lourdes Guerra, conocida en el mundo de balonmano como Lulu, jugaba su último partido con la camiseta del Aula. Ponía así a once años en el club de Pajarillos, donde se convirtió en una jugadora clave dentro del esquema de Miguel Ángel ... Peñas durante más de una década. Llegó con 21 años y en Huerta del Rey ha crecido hasta ser una de las mejores guardametas de la competición. Pero era el momento de cambiar. Once años habían cargado en exceso la 'mochila'y necesitaba cambiar de aires para volver a disfrutar en plenitud del balonmano. Aunque no se ha hecho oficial, ni Lulu ni lo confirma ni lo niega, jugará la próxima temporada en Plata con el Elda.
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–Once años que se quedan atrás.
–Más que atrás quedarán para siempre. Han sido once años buenos. En el global, las cosas buenas vividas pesan más en la balanza. Hablamos de un periodo maravilloso de mi vida en el que he podido crecer muchísimo como jugadora y como persona. Han sido once años irrepetibles y que, como se suele decir, no se vuelven a recuperar. Los años que vengan por delante serán mejores o peores, pero los vividos en Valladolid van a ser siempre importantes.
–La emoción le pudo al final del último encuentro disputado en Huerta del Rey.
–Todas las que nos marchamos creo que estábamos muy emocionadas, pues el cariño que se recibe aquí y el que tenemos de la afición es grande. Fuera hemos jugado en canchas prácticamente vacías, por lo que de Huerta del Rey es muy emocionante. Después de once años es lógico que haya lágrimas. A alguna que llevaba un solo año también se le escaparon. Aquí recibes mucho cariño y eso te produce emoción positiva.
–¿Qué es lo que le mueve a marcharse?
–Necesitaba salir. Es un cúmulo de cosas de muchos años. No hay una situación determinada a la que achacarlo. De la manera en la que me siento y consultando con psicólogos y gente me quiere, es algo que no viene de este año. Viene de más atrás. Han sido años muy buenos, pero muy duros mentalmente. Es verdad que este año ha sido el más duro, pero no es el que ha marcado mi situación. Te ocurren fracasos, por llamarlo de alguna manera, que se van acumulando con las temporadas y llega un momento en el que no puedes más.
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–¿Ahora su objetivo es recuperar el amor por el balonmano?
–Por mi cabeza pasó la posibilidad de dejarlo. Gracias a la ayuda que he tenido y a la gente que me quiere, que me hicieron recapacitar, he entendido que tenía que luchar. No es fácil enfrentarse a una misma. El peor enemigo de cada uno somos nosotros, sobre todo la cabeza. Voy a intentar enfrentarme a mí misma, no poner excusas y volver a ser la que era.
–El mejor recuerdo cosechado en estos años en el Aula.
–El ascenso, que es lo que marca todo lo demás. Vine a ayudar al equipo a subir. Ese era el objetivo y no pensamos en conseguirlo el primer año, pero lo logramos. Fue muy importante, pues sin ese ascenso no hubieran sido posibles las finales de Copa o jugar en Europa. Vine con un ascenso y me voy con otro, el del Real Valladolid. Cuando llegué estaba en Primera y me voy con el equipo de fútbol de nuevo en la máxima categoría (risas).
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–Y el peor...
–Si me tuviera que quedar con un momento, sería la Copa de la Reina del año pasado disputada en Las Palmas. Estuve muchos meses muy mal por aquella final, soñando con ella. Puede ser que ahí explotara y este año lo he pagado.
–¿Qué ha cambiado en Lulu Guerra durante estas temporadas en Valladolid?
– Tenía 21 años cuando llegué aquí. He aprendido a tener un espacio, un sitio. He tenido que cargar con responsabilidades que vas adquiriendo con el paso de los años y al final he conseguido ser mejor, eso está claro, no solo como portera, también como persona. Me llevó de Valladolid muchos sentimientos y personas que para mí son especiales, pues esta siempre será mi casa.
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–Es una lástima que en estos años no haya llegado la guinda de un título que se ha rozado.
–Competimos para ganar, pero me voy satisfecha con lo conseguido. Es verdad que un título hubiera sido la guinda. Me voy más jodida por lo de Europa. Ahí quedó la incertidumbre de lo que hubiera pasado en el campo, pero la situación que vivimos lo impidió. Pero me voy contenta con los resultados logrados. El Aula se merece un título. No sé si llegará, pero conseguirlo o no no debe manchar a la trayectoria del club ni a las jugadoras que hemos estado en él.
–Ahora le va a tocar a Carmen Sanz dar un paso adelante.
–Este año ya lo ha dado. Conoce lo que tiene que hacer. Sabe que esto es ley de vida, gente que se va. Ella está preparada y solo necesita que le den tiempo, aunque la gente en el deporte se desespera rápidamente si no llegan los resultados. Al equipo hay que dejarlo trabajar. A Carmen, también. Ella al final va a rendir y seguro que va a dar muy buenas tardes en Huerta del Rey.
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–¿Qué es lo que más va a echar de menos de Valladolid?
–Muchas cosas. Al final, yo, además de jugar, trabajo de cara al público y eso me va costar. Echaré de menos al público de Huerta del Rey, pues pocos equipos cuentan con una afición tan grande. También el día a día, pues llevo once años en la ciudad. Ahora podré venir en invierno unos días, pues no me importa pasar frío (risas).
–Después de una excelente primera vuelta del Aula, la mejor de su historia, la segunda no ha sido nada buena.
–Al contrario que otros años, que hacíamos mejores segundas vueltas, esta ha tocado al revés. La competición ha crecido bastante. Notamos la baja de Lorena.
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