El Balonmano Nava sale del hoyo

En los últimos ocho partidos, Balonmano Nava había vivido todo tipo de situaciones, y todas y cada una de ellas se habían inclinado del lado de los rivales. Remontar para morir en la orilla era una de ellas y quizá, después de lo vivido en el primer partido con público de vuelta en las gradas, todo ello quede ya en el pasado. El encuentro frente al Puerto Sagunto fue todo un tobogán de emociones y sensaciones enfrentadas que parecían darse de forma aleatoria en la cancha. Decía Diego Dorado al término del partido que ellos tienen contabilizadas alrededor de 70 acciones por partido por cada equipo, unas 140, por tanto, en total. Habría que echar cuentas de la cantidad de canas que pueden salirle a cualquier hincha navero por encuentro si todos son como la montaña rusa del domingo por la mañana. El tiempo es relativo, se dilata y se contrae; eso fue lo que pasó con los cinco últimos minutos del partido, cuando los guerreros naveros remontaron y se adelantaron finalmente en el marcador.

El dato de 17 goles tras 19 lanzamientos es un resumen perfecto de lo que pasó en la primera parte. Al menos, en la segunda mitad de los primeros treinta minutos. El brillo en los ojos de los jugadores al saltar a la cancha y mirar a las gradas no se tradujo en una entrada brillante sobre la pista. Es verdad que engancharon una ventaja de dos goles, pero todo se equilibró y ambos equipos fueron simplemente igualándose, como mirándose en un espejo y pretendiendo ser el reflejo del contrario. Eso no podía durar.

Chen Pomeranz comenzó a pedir el balón, a imprimir un ritmo muy bajo para madurar bien las jugadas, casi siempre al límite del pasivo. El israelí movía a su equipo como una cobra cuando levanta la cabeza, hipnotizando a una débil defensa navera, para propinar el golpe de efecto. Entre él, la efectividad del pivote Pozzer y la inoperancia de la defensa local pusieron el primer ladrillo para dominar el partido. El espesor del ataque del Viveros Herol hizo el resto. Precipitados en ocasiones, faltos de tino en otras muchas y con las ideas tácticas haciendo aguas se les iba marchando ese tiempo y al descanso ya tenían cinco goles que remontar.

Recordando valores

En el deporte la cuestión anímica es tremendamente influyente, a veces más que la física. En la segunda parte los de Diego Dorado entraron con mayor decisión en el partido: primera buena defensa y contraataque finalizado por Bernabéu en su primera aparición en el partido. Simenas, irregular en el primer tiempo, se reencontró con la mejor versión de sí mismo y clavó tres lanzamientos consecutivos en los primeros cinco minutos. Y justo en ese momento, cuando Nava se había cuadrado ante los valores que le han hecho fuerte y estaba honrándolos, la elevación de la intensidad defensiva llevaba a Rodrigues a la exclusión y en esos dos minutos llegaba la máxima diferencia, la de seis tantos.

Fue durante esos dos minutos cuando llegó otro punto de inflexión un tanto trágico. Bernabéu se lanzó sobre la línea de pase de la zona de construcción del Puerto Sagunto, interceptó un balón por coraje que se le escurrió y, al lanzarse en plancha sobre él, forzó muscularmente y se rompió el isquio de la pierna derecha. Era difícil pensar que podían pasar más cosas que no favorecieran los intereses naveros.

Esa lesión, por contra, fue el detonante que ayudó al Balonmano Nava a aferrarse a los pilares de su fe. Convirtieron la defensa en un muro, algo a lo que colaboró mucho el crecimiento de Yerai Lamariano en la portería. Marugán, que en la primera parte se había llevado un golpe en la cabeza que convertía su participación en más que dudosa, y D'Antino convirtieron las alas en autopistas de salida rápida para contragolpear y anotar, dirigiendo luego los brazos al aire para enardecer aún más a un público entregado al fervor. Ese efecto duró hasta que Vicent Enric Nogués tiró del freno de mano del partido, aun por delante su equipo en el marcador, y pidió un tiempo muerto a falta de diez minutos. Eso hizo que Dorado tuviera que volver a darle otra vuelta de tuerca a su pizarra.

Cinco minutos después, estabilizándose sobre esas mismas fortalezas, un gol de Simenas ponía el empate a 25 y en la siguiente acción Jorge Silva elevaba con su grito y su gol a su equipo. Ya no iban a soltar a la presa. Puerto Sagunto no había sabido reaccionar en toda la segunda parte y ya era tarde, porque los defensores de los guerreros agarraban como nunca y se había acabado la barra libre de lanzamientos. Una exclusión de Corzo por agarrar a D'Antino para evitar una contra tras otra pérdida de balón, acababa con las expectativas posibles de volver a igualar. Una parada de Lamariano frente a Pomeranz y un gol de Pérez Arce desde cancha propia dieron al partido el final que merecía semejante tobogán de sensaciones: el abrazo de un equipo unido tras una victoria muy sufrida y el grito de una afición que se lleva el mejor premio tras mucho tiempo sin haber podido pisar el pabellón para alentar a los suyos.

Importa, claro, que era un duelo directo en las posiciones bajas de la tabla y estos dos puntos son tremendamente importantes para el Viveros Herol Nava, que todavía tiene que apretar porque diciembre aún le depara otras dos semanas de tres partidos. No todo está hecho, pero el primer paso, al menos, está dado.