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sergio perela
Nava de la Asunción
Domingo, 4 de abril 2021, 22:07
Típico encuentro en el ascensor con el vecino ruidoso que saca de punto. Esos momentos de silencio forzoso, con ganas de tocar temas peliagudos pero sin saber cómo. A una situación así se pareció de entrada el partido, salvo que la habitual música insulsa de ... ambiente del elevador, en esta oportunidad era la voz unánime de un pueblo que abarrotó hasta la medida de lo posible las gradas de su pabellón para alentar a los suyos. La tensión se cortaba en el parqué, pero los aficionados naveros la habían roto en el vermú y, sabedores de la importancia del choque, entraron en él antes que los propios jugadores.
Cinco minutos sin un solo tanto en ninguna portería en los cuáles ya quedó claro que en las ideas defensivas de los segovianos no había que hacer hincapié, pero en las ofensivas sí. Patotski fue el primero en levantar la mano para decir que se presentaba voluntario para tirar del carro. Terminó deteniendo tres de los cuatro lanzamientos desde siete metros de Cisne y logrando una estadística de 19 paradas sobre 38 lanzamientos. El portero bielorruso lleva muchas jornadas apuntalando al equipo y reforzando esa convicción defensiva que parece haberse contagiado al resto.
Los problemas del equipo, en esta ocasión, se centraron en ataque. Mediada la primera parte, Jorge Silva lanzaba un torpedo desde su campo, aprovechando un robo que llegaba antes de que regresase a pista Villamarín, en una superioridad, y ponía una diferencia de cuatro tantos. Los gallegos se vieron obligados a pedir tiempo muerto y, justo tras ese intento de reinicio, D'Antino volvía a castigar poniendo una diferencia de cinco que se antojaba suficiente para ir matando el partido. Pero justo ahí empezaron a entrar las dudas.
Llama la atención que esas dudas ataquen sobre todo a un jugador experimentado como Jorge Silva. El portugués, llamado a dirigir los ataques y con un brazo derecho prodigioso generalmente, comenzó a enrocarse, a tomar malas decisiones. Zupo decidió recetarle banquillo a falta de nueve minutos para el descanso, pero ni Rosales, ni Villagrán, ni siquiera el propio Rodrigo Pérez Arce lograron dar la pausa que el partido requería. Por el contrario, siguieron fallando pases, sin visión y hasta precipitándose sin necesidad. Sólo Patotski, que sacó incluso un mano a mano contra Vázquez que podría haber supuesto que Cisne se pusiera por delante en el marcador, sujetaba fuerte la soga.
Todo iba a cambiar tras el descanso. Zupo iba a ir utilizando más piezas, la defensa iba a seguir funcionando igual, pero la velocidad de ataque cambiaría por completo. Cortocircuitar a Cisne iba a tener su premio, se iba a poder correr más y en ese ritmo terminarían por perder el tren los colistas. También fue el momento en que el cañonero Pérez Arce entró en ebullición.
Estaba siendo el primer recambio, sólo en principio para las acciones ofensivas. Lucía un aparatoso vendaje alrededor de su rodilla derecha, la que venía cuidándose durante toda la semana, y otra fuerte sujeción en el tobillo izquierdo. Pese a jugar con armadura, en su mirada se ve siempre la determinación y, cuando el partido subió unos puntos en tensión, decidió aligerar la carga de su portero y tirar fuertemente él también. Terminaría anotando diez goles tras catorce intentos, un acierto cercano al 80%. Y tras cada tanto, carrera rápida a defender mientras se erguía, abriendo los brazos, mirando a la grada y gritando como si ensayara para hacer de extra en la película «300». Enardecía a la grada y a sus compañeros mientras iba despedazando la oposición acción tras acción.
Se iban a sumar a la causa dos jugadores que hasta ese momento no estaban teniendo ni protagonismo, ni minutos. Vujovic y Bernabéu rotaban por primera vez en la segunda parte para buscar dañar desde los extremos y lo hicieron. Entre los tres llevaron a los Guerreros a tomar otra diferencia de seis tantos a falta de once minutos que ya iba a resultar insalvable. Tomaron al Cisne por el cuello y le hundieron la cara en la última posición. Nada es aún matemático, pero Nava ya no se ve en puestos de descenso.
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