El balonmano empezó a jugarse en Valladolid a finales del siglo XIX

Hasta ahora, el primer partido que se considera que se jugó en España de esta especialidad tuvo lugar en 1928 en Barcelona, cuando militares del Regimiento de Alcántara, tan ligado a Valladolid por otra parte, ofrecieron un partido de exhibición. Otras fuentes, sin embargo, sitúan ese nacimiento en el mismo año, pero en El Ferrol.

Según ha relatado Ortega en la presentación de su hallazgo en el Ayuntamiento ante Óscar Puente y numeroso público, todo nace de una carta dirigida al rector del colegio por un alumno que responde al nombre de 'Athlticus'. Este hombre expone sus quejas por no disponer de un sitio en el que poder practicar fútbol o rugby en invierno, cuando las condiciones climatológicas impedían disputar partidos de estas especialidades en la Eras de los Ingleses, y en ese contexto señala con un cierto tono de indignación que durante el invierno «the handball is the only game that can by played property» (el balonmano es el único juego que puede ser jugado correctamente). Pero a él no le gustaba el balonmano, él prefería practicar fútbol o rugby«Claro y meridano. Handball. Balonmano en el idioma de Shakespeare», relató en su conferencia Ortega, para el que quedan pocas dudas de que con este testimonio puede considerarse a Valladolid como el primer lugar en el que se jugaba al balonmano en España.

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Oficialmente, el primer partido de este deporte en Valladolid, hasta ahora, se celebró el «2 de febrero de 1940, en el campo de la Sociedad Taurina, donde el equipo de la Organización Juvenil de Madrid derrotó al de Valladolid por 4-2, aunque no tardaría en llegar el desquite, pues la recién fundada Federación Española organizó en la temporada 1941-42 el primer campeonato oficial de balón a mano disputado en España y que, para orgullo nuestro, fue ganado por el equipo del S.E.U. de Valladolid, campeón de la fase regional y campeón invicto también en la fase final disputada en Madrid. Benito Sanz de la Rica, Leoncio Sánchez, Manuel Casanueva, Raimundo Arribas y Antonio Díaz, entre otros, fueron los protagonistas de aquella singular hazaña.»

A mayor abundamiento, Ortega desvela que muy posiblemente en el colegio se jugara el balonmano a 7, y no a 11 -origen inicial aceptado universalmente como balonmano primitivo-, ya que el desparecido polideportivo que utilizaban los alumnos no aceptaba por espacio un juego con 22 participantes.