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Los partidos del Alimentos de Valladolid Aula se han convertido en carruseles de feria, en montañas rusas donde las emociones se disparan y se disipan con la misma facilidad, donde la alegría y el llanto se intercalan sin orden ni concierto a la vez que ... sin solución de continuidad. Y como en una montaña rusa, nadie puede estar seguro de nada. Tan pronto estás en el cielo como te ves envuelto en una cuesta abajo que no tiene fin.
Aula Alimentos de Valladolid
Lulu (11 paradas), Beta (7), Ángela (6), Tina (2), Yunis (3), Elena (2) y Viloria (3) –siete inicial–, Carmen (1 parada), Elba (2), Iara (1), Joana (2), Teresa (1), Rafaela.
29
-
29
BM Porriño
Fátima Ayelén (4 paradas), Cerqueira (4), Ines (4), Soraia (4), Aitana (1), Alba (3), Anthia (6) – siete inicial–, Begoña (9 paradas), Ana (2), Alicia (1), Andrea, Fátima Suárez (4).
Parciales cada cinco minutos: 3-2, 5-4, 10-8, 11-9, 12-11, 16-13, 19-15, 20-21, 22-23, 23-27, 26-27 y 29-29.
Árbitros: Tanía Rodríguez y Lorena García. Excluyeron a Inés (min. 13), Cerqueira (min. 33), Alba (min. 50) y Anthía (min. 58), todas del BM Porriño
Incidencias: Partido correspondiente a la séptima jornada de Liga, disputado en el pabellón de Huerta del Rey ante unos quinientos espectadores.
La visita del Porriño era una partido clave para conocer el rumbo que el Aula deseaba tomar en esta temporada, la de la mejor plantilla de su historia. La victoria se hacía más que necesaria, imperativa, para las discípulas de Miguel Ángel Peñas, ya que con ella se escapaban de la zona caliente que mira al descenso. Pero una vez más, y ya van demasiadas esta temporada, el equipo volvió a ofrecer la de arena con pinceladas de cal y finalmente se tuvo que conformar con un empate salvado in extremis, aunque ciertamente la balanza podría haberse inclinado para un lado un otro igualmente.
El Aula dominó la primera mitad, sin estridencias, con el Porriño pegado a su espalda hasta el punto de que la mayor diferencia llegó precisamente al descanso (16-13). Y tras la reanudación, la locura se instaló en el conjunto local. Eufórico con una ventaja de cuatro goles (19-15), deprimido hasta encajar un parcial de 1-6 (20-21) y luego alternando errores garrafales con toda una exhibición de garra, coraje y espíritu de lucha para salvar el empate, porque ni siquiera estuvo acertada a la hora de la jugada que pudo haberle dado los dos puntos.
Y entre todo este maremagnum cabe destacar especialmente a Ángela Nieto, una jugadora comodín, que tan pronto se ve obligada a jugar en el centro de la defensa, como en el extremo, que tan pronto corre el contragolpe como roba un balón, que siempre está enchufada, siempre concentrada y muchas veces cubriendo más campo del que la corresponde. Si hubiera más jugadoras, especialmente las recién llegadas, tan disciplinadas y eficaces, seguramente que el Aula estaría mirando de tu a tu a los grandes de la liga.
Y es que el partido ante el Porriño comenzó con igualdad sobre la pista, sin que ninguno de los dos equipos impusiera su ritmo, si bien las gallegas tenían mucho mejor estudiados sus movimientos. El Aula imponía su defensa ya que se mostró romo en ataque, con una pivote como Camejo que, si bien cumplía su misión en la zaga, era una mera pieza decorativa en ataque, por lo que el Porriño se mostraba como un equipo muy difícil de superar. Y ello quedó resumido en la primera exclusión gallega, que concluyó con un parcial de 2-2 (10-8). Con el marcador ajustado, la presencia de Teresa dio más velocidad a los contragolpes, la mejor manera de superar la defensa visitante. Y se llegó al final del primer periodo con la típica jugada ensayada, con más de 30 segundos en el electrónico, que nunca sale, eligiendo un mal lanzamiento cuando aún había tiempo para mover el balón (16-13).
Con esos tres goles de ventaja, el Aula salió en la segunda mitad más enchufadoy además se encontró con la exclusión de Cerqueira para colocar un 19-15 en el electrónico.Y ahí se cortocircuito el conjunto de Miguel Ángel Peñas. En parte por la pésima defensa, pero más aún por los anárquicos ataques, con pérdidas absurdas y dos penaltis fallados, el Aula se diluyó ante un Porriño que no había arrojado, ni mucho menos, la toalla. En apenas cinco minutos, las gallegas se colocaron por delante en el marcador con un parcial de 1-6. De poco sirvió el tiempo muerto solicitado por Peñas. El equipo deambulaba sobre la cancha. Y ante esta situación el técnico apostó por la garra y el coraje, que parecían ser los únicos capaces de intentar solventar la situación. Porque el Porriño, que se había colocado con un 23-27 a falta de diez minutos, se mostraba como un equipo firme en defensa y también certero en el ataque, jugando con orden y encontrado en sus pivotes un filón. Una nueva superioridad local y un penalti parado por Lulu dieron oxígeno a un Aula en el que solo funcionaba el corazón, las ganas, el coraje y ese espíritu indomable marca de la casa, con Teresa, Elba y Bea como protagonistas. Así redujeron las diferencias, y ello pese a que las colegiadas no señalaron un claro gol de Ana Viloria que repelió la barra de dentro de la portería. Con posesión y en superioridad, el Aula se vio con una exquisita oportunidad de anotar el tanto de la victoria, de la tranquilidad, de la confianza, pero estaba claro que el orden y el tiralíneas se habían quedado en el vestuario.
Con este punto, el Aula llega al parón octavo en la clasificación, empatado precisamente con el Porriño, y colocado en la parte baja de la tabla. Después de siete temporadas en División de Honor, el Aula mira de reojo al descenso.
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