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Son tres exponentes del Aula Alimentos de Valladolid. Teresa y Cris llevan desde niñas jugando en este equipo mientras que Lulu se incorporó hace 'solo' siete temporadas, justo el año del ascenso a la División de Honor. Desde siempre, estas guerreras del balonmano femenino vallisoletano se han dejado la piel por hacer más grande a su club, son el alma de la entidad y lo han demostrado por enésima vez en un acontecimiento ya histórico para el Aula como ha sido la final de la Copa de la Reina. Una competición que les ha dejado sentimientos encontrados: Un enorme esfuerzo realizado y una severa derrota ante el Bera Bera; una desbordante ilusión de disputar una final y una imagen ofrecida muy diferente a la realidad del equipo. Quizás por eso mismo, toda ellas ya piensan en la siguiente final. Que llegará.
Para Teresa Álvarez, la sempiterna capitana del Aula, este fin de semana en Baracaldo cabe calificarlo de «sorprendente y especialmente positivo. Llegamos con temores por las bajas por lesión, pero hemos jugado a un grandísimo nivel». Cris Cifuentes, pivote y comodín del equipo capaz de jugar donde sea y cumplir con creces, señala que fue «impresionante con mayúsculas, una gozada y con unos resultados deportivos inesperados», mientras que la guardameta Lulu Guerra, canaria que ya incluso acude a Zorrilla a animar al Pucela, afirma que «apenas he disfrutado porque todo ha pasado muy rápido. El año no había sido muy bueno para mí personalmente, pero en esta Copa hemos dejado claro que no hay que rendirse nunca».
Tres días consecutivos de competición entre los ocho mejores, con horarios estrambóticos, teniendo que cambiar los hábitos diarios de comidas, descansos, etc, son calificados como «una brutalidad» por parte de Cristina, aunque las tres coincidieron plenamente en que «este año la organización por parte del club Zuazo ha sido realmente extraordinaria. La concentración en los hoteles, compartir con otros clubes y con las rivales, el numeroso público en las gradas... Todo ha llevado a un ambiente de auténtica fiesta del balonmano», aunque Teresa le puso un pequeño inconveniente: «En anteriores ocasiones a nosotras nos tocaba disfrutar de la 'Copa de la noche', algo que esta vez no hemos podido, ¡pero desde luego no lo cambio por disputar la final!».
Cristina Cifuentes
Lourdes Guerra
Teresa Álvarez
Los partidos
En cuanto a la propia competición las tres jugadoras analizaron brevemente cada uno de los tres partidos disputados.
Cuartos de final ante el Granollers: «Un subidón de autoestima», afirmó Cris; «el más importante porque llegamos con temores y salimos reforzadas», comentó Teresa, mientras que Lulu, desde la portería, analizó que «se jugó desde el corazón».
Semifinales ante el Elche Mustang: «Supimos sufrir y aguantar y competimos muy bien», aseguró la veterana Teresa; «la prórroga la jugamos con mucha cabeza», comentó Lulu, mientras Cris reconoce que «fue un partido de lucha, corazón, sangre, sudor y lágrimas, un premio a nuestra constancia».
La final ante el Bera Bera: «Sentimientos encontrados y mucha rabia porque somos capaces de mucho más», analizó la guardameta canaria; «estábamos reventadas, a los diez minutos casi estaba decisido, pero no bajamos los brazos», argumentó Teresa, mientras que la pivote Cristina señaló que «la Copa no fue justa con nosotras, no merecíamos el sufrimiento que padecimos durante sesenta minutos».
Ahora, desde la distancia, y dejando a un lado la crítica deportiva de la final, las jugadoras del Aula ya piensan en la siguiente final y en evitar los errores cometidos. «Aparte del esfuerzo físico, quizás nos faltó experiencia en la final. Nos faltó paciencia para recomponernos. El año anterior, en la Copa, ganábamos por ocho goles al Bera Bera, pero se mantuvo en su línea y acabó remontándonos», analiza Cris Cifuentes. Por su parte, Lulu se muestra vehemente: «Para mí todo fue demasiado deprisa, tenemos que llegar a más finales porque esta no la he disfrutado como esperaba». La capitana Teresa cree que «casi todas ya hemos jugado partidos muy importantes y creo sinceramente que tenemos una filosofía de juego que nos puede dar más éxitos. La próxima final seguro que no la perdemos».
Arengas, premios y renovación
Se ha puesto de moda eso de las arengas en los momentos previos a las grandes citas deportivas y en el Aula, Teresa Álvarez ha sido la encargada de lanzar la soflama a sus compañeras. «Desde el primer día dijimos que lo principal era creer en nosotras mismas y que solo nosotras podíamos y teníamos que hacerlo. Ante el Bera Bera nos miramos a los ojos y nos dijimos que sí, que éramos nosotras las que estábamos en la final y teniamos que dejarlo todo en la cancha». Tere es la única que suele 'discutir' con Miguel Ángel Peñas en los tiempos muertos: «No es discutir. Cuando Miguel Ángel pide un tiempo muerto trata de explicar muchas cosas y yo solo intento dejar claro qué es lo que pide al bloque atacante, al que yo dirijo en la cancha». En este sentido no dudó en destacar la ausencia de Bea Puertas. «La he echado mucho de menos. Fue una baja inesperada y nos entendemos muy bien en la cancha. Incluso ella pidió estar en el banquillo para intentar darme apoyo desde la banda«.
Por otro lado, Cris Cifuentes fue una de las protagonistas de la Copa al convertirse en la máxima goleadora del torneo con 19 tantos. Prácticamente jugó los 180 minutos más la prórroga de semifinales, salvo las correspondientes exclusiones, y su rostro tras la final y al recoger el premio como goleadora y MVP del Aula en ese partido, reflejaba perfectamente el sentimiento de todo el club: «Nuestro deseo era haber competido para ganar la Copa. Tenía una mezcla de rabia e impotencia porque nos habíamos dejado la piel en la cancha y sabíamos que habíamos dado una imagen completamente distinta a lo que es el club. Todos los equipos, incluso rivales, nos alabaron por nuestro juego y nuestro espíritu de lucha y el público ha disfrutado con nuestros partidos, pero luego la final no nos salió como esperábamos».
La guardameta Lulu Guerra también estuvo bajo los palos prácticamente los tres partidos, pese a los problemas en la rodilla, bajo la atenta mirada de su abuela, su hermano y su tío, que se desplazaron desde Canarias para presenciar la Copa, y confía en estar muchos años más en las filas del Aula. «En este equipo el peligro de que perder integrantes es constante porque hay muy buenas jugadoras. Yo ahora mismo estoy feliz con mi trabajo y mi club, aunque sinceramente me gustaría llegar a jugar en el extranjero por la experiencia personal, pero hemos demostrado que en el Aula también podemos luchar por cosas muy importantes».
Y ciertamente ahora todas ellas ven ahora la Liga con otros ojos. «Si ganamos al Rocasa, la liga puede quedar en manos del Bera Bera y ello nos colocaría en la final de la Supercopa», analiza Teresa, mientras Cristina afirma que «es un orgullo pertenecer a este club y tirar del carro cuando las cosas están difíciles. Ahora el objetivo, como siempre, es ganar y poner al club lo más alto posible en la clasificación.... y si llega la final de la Supercopa, mejor, pero sin duda la final de la Copa de la Reina es un acicate para todos y confío que también para incorporar nuevos patrocinadores», mientras que Lulu Guerra reivindica «poder disfrutar de una final que ha pasado demasiado rápido».
Y es que el virus de las finales y los títulos ha llegado al Aula para quedarse.
En 1990, el Universitario también sorprendió en la fase final de la Copa de la Reina. En aquel tiempo, la fase final se jugaba en dos semanas. Las vallisoletanas derrotaron al Hernani 27-26 y al Pegaso (19-16) y a la semana siguiente, el 2 de junio, jugaron la final ante el Construcciones Estelles, de Mislata (Valencia) perdiendo por 17-21. A las órdenes de Carlos Colmenero jugaron la final Casado, De Prada, Cristina (2), Laura (3), Blanca (3), Paloma (3), Chito, Juncal (5), Quintero (1) y Fuentes.
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