Aula Cultural: El club que surgió en el frontón de un aula de barrio
Uno de los nuestros ·
En 1976 Antonio Martín, Luis Ángel de la Fuente, Cutberto García Alfageme y, por supuesto, Israel Maniega como entrenador y factótum, fueron los precursores del Aula en el barrio de Las Flores
santiago hidalgo
Valladolid
Sábado, 24 de octubre 2020, 09:35
Desde Las Flores pasando por Pajarillos hasta llegar a la Huerta del Rey. Parece demasiado bucólico. En el fondo es la historia de un club que nació en un exiguo frontón, medio de tierra medio de cemento, aledaño a un teleclub o aula de cultura (de ahí precisamente su nombre) en el populoso barrio de Las Flores vallisoletano y que gracias a los esfuerzos de muchos se ha convertido en el ejemplo del balonmano femenino nacional.
Todo comenzó en los años setenta y así lo relata uno de los protagonistas, Antonio Martín, quien junto a Luis Ángel de la Fuente, Cutbelo García Alfageme y por supuesto Israel Maniega estuvieron en ese arranque. «Había unas monjas en el barrio de las Flores y tenían un equipo de balonmano femenino sénior. Le pidieron a Israel que les entrenara porque no sabían nada. Entre ellas estaba Charo, la novia de Isra».
Lo cierto es que Israel había jugado al fútbol y conocía poco de balonmano, pero como él dice se compró cuatro libros y comenzó a aprender. Lo siguiente fue encontrar un sitio para entrenarse. Así, aprovechando que el Ayuntamiento de Valladolid había creado en diversas zonas de la ciudad las llamadas aulas culturales o teleclubs, como también las llama Antonio, y que en la de Las Flores había a su lado un frontón descubierto, se encontró emplazamiento. La verdad es que en el frontón no cabía el área de 6 metros, pero hacían lo que podían.
En el barrio de Las Flores, donde el peligro de la droga acechaba a cada casa, surgieron iniciativas que intentaron luchar por una mejor existencia. Ese aula de cultura y el frontón fueron el germen del equipo donde el desaparecido Cutberto García Alfageme, primer presidente de la entidad, y otros amigos de Israel como Luis Ángel o Antonio se dedicaban a hacer todas las gestiones necesarias para mantener al club con vida.
La propia federación de balonmano, situada entonces en las actuales oficinas de la Fundación Municipal de Deportes (FMD), significaba un desplazamiento largo ya que no había coches. «Israel era el entrenador y el resto hacíamos de todo», señala Antonio.
Ya estaba encendida la llama. Posteriormente fueron uniéndose colegios como el Pío del Río Hortega con su director Santiago Rollán a la cabeza, que incluyó el balonmano femenino entre las actividades extraescolares de las niñas: luego, en 1980, el colegio Cristóbal Colón y también el Santiago López, con chicos. Antonio recuerda que los entrenamientos eran en el patio en donde solo las luces de las aulas, en un primer momento, o un brazo que se sacó de una farola de la calle para alumbrar, ponían algo de iluminación a unas sesiones casi nocturnas. También un Cristóbal Colón que antes de convertirse en pabellón cerrado y con graderío no tenía ni porterías: «Se pintaban en la pared».
Los primeros éxitos llegaron con los equipos cadetes. Campeón de Valladolid y dos sectores en Cáceres y en Toledo. Para los viajes y alojamientos, la financiación partía de los bolsillos de esos fundadores y de las gestiones que estos pudieran hacer con el pequeño comercio del barrio como el bar Linares. A Toledo, por vez primera se desplazaron bastantes familiares y es desde ese momento cuando, como indica Antonio, «se acuñó el término marea azul para sus seguidores».
Desde Las Flores se había llegado a Pajarillos por la implicación de esos tres colegios. Se fueron logrando pequeñas conquistas como lo era entrenar en mejores pabellones como el de la Rondilla o la posibilidad cierta, aunque no fructificada, de poder convertirse en filial del CD Universitario de balonmano que por aquel entonces campaba en la máxima categoría nacional. Los logros iban acompañados de mayores aportaciones económicas de la federación y de las instituciones y así fue por lo que en 1986 la entidad debió registrarse como club oficialmente. Fue curioso ya que pidieron prestados los estatutos del Balonmano Michelin masculino y los copiaron al dedillo. «Solo que cuando ponía BM Valladolid acuñábamos Aula, y cuando ponía chico, anotábamos chica». Así nacía el Aula Cultural.
Peñas llama a la puerta
A medio camino llegó Miguel Ángel Peñas. «Israel tenía tantos equipos que no podía con todos. Apareció un tío con el pelo escarolado, 'Carolo', e Isra le propuso ¿Por qué no me ayudas?. «Si no sé nada», contestó Miguel Ángel. Sin embargo fue a un sector y después de verlos a todos dijo, «si a estos hay que ganarlos se les gana». Allí empezó, y sigue haciéndolo, un «genio autodidacta del balonmano», como le define su compañero en más de una decena de años, el delegado del equipo y uno de los fundadores, Antonio Martín.
Lejos aún permanece el viejo frontón, ahora cubierto, en el barrio de Las Flores. El club Aula Cultural ha sido mejor club de España en 1992, subcampeón de la Copa de la Reina en 2019, juega en División de Honor desde la 2013-2014 y más recientemente en Europa. Huerta del Rey es donde disputa los partidos de elite, pero nunca ha renunciado a sus orígenes ni a su barrio, primero Las Flores y luego Pajarillos y su sede de la calle Cigüeña.
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