Secciones
Servicios
Destacamos
El Recoletas Atlético Valladolid va camino de récord. De puntuación, de puesto y de taquicardias provocadas en sus seguidores. Se ha hecho especialista el equipo de Pisonero y Olleros en llegar a los finales con el marcador apretado. Producto de la igualdad en la Liga, claro, pero también de la manera de jugar de los vallisoletanos. Ante un rival con más calidad individual, más kilos, más centímetros, mejor clasificado y con más lanzamiento, el Recoletas diseñó un trabajo de laboratorio orientado a confundir a Simonet, el cerebro conquense, en defensa y a provocar la duda del muro rival con circulaciones a la velocidad de la luz y de una precisión matemática. La consecuencia fue que el Atlético Valladolid nunca se fue dle encuentro, nunca tuvo un desfallecimiento y que, cuando el cansancio apuntaba, Pisonero y Olleros supieron leerlo con clarividencia para dar respuesta. Todo el Recoletas brilló a altísimo nivel, en un trabajo coral e inteligente prfectamente puesto en escena.
Atlético Valladolid
Carlos Calle (2 paradas), César Pérez (13 paradas), Nicolás López (1), Ander Ugarte (3), Roberto Turrado(), Daniel Pérez (3), Adrián Fernández (2), Álvaro Martínez (1), Miguel Martínez (1), Roberto Pérez (), Jorge Serrano (11, 4 de penalti), Miguel Camino (1), Manuel García (1), Víctor Rodríguez (4)
28
-
27
BM Cuenca
Maciel (9 paradas), Ibáñez (), Simonet (2), Vainstein (1), Martín Doldán (2), Ángel Pérez de Inestrosa (1), Hugo López (), Lucas Moscariello (4), Thiago Ponciano (2), Carlos Fernández (), Davide Bulzamini (2), Ignacio Moya (3, 1 de penalti), Federico Pizarro (7, 2 de penalti), Sergio López (3)
Marcador cada cinco minutos: 3-2,5-6, 8-7, 10-9, 12-10, 15-13 (descanso) 17-16, 18-18, 21-20, 22-22, 25-24, 28-27
Árbitros: Fernández y Murillo. Llevan seis años en la Asobal, pero siguen dirigiendo conforme va la obra. Flojitos y con rasero distinto.
Tuvo un arranque de partido el Recoletas muy Recoletas. A tumba abierta, sin hacer prisioneros. Ni dosificaciones ni historias. ¿Qué hay bajas? Pues ya habrá altas. En el ADN de los de Pisonero está el correr, está la intensidad y están las piernas en defensa. Son las armas de un equipo que da sentido absoluto al concepto que fija en la mente el sustantivo. No hay grandes figuras ni jugadores diferenciales. Hay bloque. Y muchas horas de trabajo de Pisonero y Olleros para buscar los movimientos en defensa y en ataque más adecuados para contrarrestas las armas del rival. Varios de los movimientos que prepararon durante la semana dejaron a los de Cuenca con el molde en defensa. Circulaciones de lata velocidad y alta precisión que acababan donde deben acabar, con el el balón dentro de la portería de un irritado y enfadado con el mundo Leo Maciel.
Total, que el Recoletas ofreció un recital en defensa, con el muro moviéndose acompasadamente tanto en 6-0 como en 5-1, y con César deteniendo un balón tras otro. Y es sabido que en balonmano, cuando el portero para, la defensa defiende. Y a la viceversa. La calidad individual de los conqunses les permitía hacer la goma y no se pararse en exceso de los locales, que se estaban divirtiendo de lo lindo y haciendo, de paso, disfrutar a la entendidísima afición vallisoletana. En las gradas de Huerta del Rey se ha visto el mejor balonmano de España, y es en este campo donde mejor se aprecia cómo disfrutan los aficionados con las acciones coordinadas de su equipo en ataque y en defensa.
Recoletas se fue con ventaja al vestuario como consecuencia de la mezcla de intensidad, acierto e inteligencia en el campo. Lástima que el cansancio empezara a notarse en el regreso y Cuenca empatara y se pusiera por delante. Con la ayuda arbitral, cierto, pero no menos verdad es que Maciel empezó a tocar balón y que Simonet descubrió los huecos defensivos que no halló en el primer acto.
Planteaba Pisonero una defensa muy abierta, agotadora, pero a la vez reconfortante por los éxitos que provoca en lo que a robos se refiere. Pero no daba. Y no lo hacía porque Cuenca tiró de paciencia y de calidad para ir minando la intensidad pucelana y sembrando pequeñas dudas. Pero los gladiadores azules no estaban por la labor de ser sometidos. Era de tal esfuerzo su trabajo que, pese a ser una defensa muy abierta, estuvieron a punto varias veces de provocar el pasivo de los de Cuenca. Algo complicadísimo de lograr.
Con más kilos y más centímetros y más rotaciones en los de Cuenca, había que aplicarse con inteligencia y confiar en que el saber hacer del bloque se impusiera. Pero llegó la jugada clave del encuentro. César, un valladar, se lesionó al intentar detener un siete metros. Pisó mal y se torció el tobillo, lo que no impidió al poco deportivo Pizarro lanzar a puerta vacía, en un gesto impropio de un deportista.
La pérdida del guardameta se combinó con una mayor agresividad defensiva y una mayor permisividad arbitral. Al Recoletas se le empezó a hacer de noche en cada ataque. Costaba un mundo combinar y encontrar un hueco por el que llegar a la portería de Maciel. Pero los vallisoletanos estabn en plan indómitos, asi que respondieron con la misma intensidad atrás y con un Adrián imperial en la dirección del juego, controlando el tiempo y buscando siempre la mejor opción. El vuelo del avilesino en la penúltima jugada -grandiosa estrategia la diseñada por los técnicos de Valladolid- no acabó en gol por pisar la línea, pero la defensa arregló el entuerto y dejó los puntos en casa.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.