Atiende el teléfono ya desde Galicia, justo el día en que ha comenzado por completo y sin mucho tiempo para pensar su nueva vida. Adrián Rosales se retiraba del balonmano con el sabor amargo del descenso del Viveros Herol, el club en el que ha ... pasado las últimas cuatro temporadas. A sus 36 años, afirma que llevaba ya dos pensando bien en si seguir en el mundo del deporte profesional o buscar la experiencia de poner en práctica la ingeniería que había estudiado. La oportunidad la pintan calva y al gallego se le dieron todos los condicionantes en este 2022: «En febrero o marzo me salió una buena oferta de una empresa de tecnología. Enseguida tuvimos buena química, respetaron lo que yo había hablado con el club, pues tenía contrato en vigor, y me dejaron acabar la temporada».
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Sobre el final de sus 18 años de carrera, le queda un evidente regusto amargo: «La segunda vuelta no ha sido buena. Se han juntado muchas lesiones, que el parón de Navidad nos sentó mal, que empezaron a no salir los resultados. Todo eso te lastra y al final, la moneda te sale cruz porque llegas en una dinámica mala». No hay más explicaciones, según él, a lo ocurrido. También, con su experiencia, entiende que no es bueno dramatizar demasiado con la situación. «He pasado muchas veces por esto. En Cangas viví dos ascensos y también dos descensos y, en definitiva, son oportunidades de cambiar un poco». Algo parecido a lo que se vivió en el club navero cuando él llegó, con esa derrota frente a Sinfín en el play off disputado en el Pedro Delgado. Una derrota que terminó siendo una victoria para el club.
Respecto al último partido, Rosales sí desvela la mezcla de sensaciones que vivía el vestuario justo antes: «No es que no lo esperábamos, que podía ocurrir, pero creo que ninguno lo llegamos a pensar de verdad. Personalmente, consideraba que teníamos equipo como para no descender. Y entre eso y que no lo quieres pensar, intentas pasar solo por lo positivo y te das con la realidad cuando ves que, durante el partido, no puedes ganar. Porque pensábamos que íbamos a ganar a Anaitasuna».
Adrián Rosales, a pesar de haber vivido aventuras deportivas variadas, en Francia; se considera un navero más por, sobre todo, cómo se portó el club con él en su primera temporada, en la que apenas pudo contribuir por una grave lesión. Por eso cree firmemente en que la División de Honor Plata no es el lugar de Balonmano Nava: «Por presupuesto, por jugadores, por afición, el equipo tiene todo como para no estar mucho tiempo en Plata. Sobre todo es importante no dejarse llevar por lo negativo del final de temporada. Hay que quedarse con el ejemplo de la afición en el último partido. La afición de Nava es, si no la mejor, una de las mejores de España. Da gusto jugar allí». Y, preguntado por si cree, como terminó diciendo Darío Ajo tras el último encuentro, que quizá el lugar del club es más la segunda categoría que la Asobal, Rosales se reafirma: «Hay proyecto y hay equipo como para estar en Asobal. Es verdad que la masa social es más pequeña que en la mayoría de las otras sedes. Pero el club se ha preparado todos estos años, además del esfuerzo económico de Julián ha consolidado una base importante de patrocinadores. Todo eso sin contar con toda la estructura de base que tiene creada, porque el trabajo está ahí».
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Las únicas noticias que han salido desde el club en las últimas horas tras el descenso han sido las marchas de Rosales y de Haris Pleh, ambos por razones bien diferentes. Y es que el trabajo de estos últimos días está siendo complejo, porque aunque había jugadores ya renovados para la próxima campaña, algunos de esos contratos estaban supeditados a la continuidad en la máxima categoría. Por tanto son momentos de renegociación en los cuáles todas las partes mantienen mucha discreción.
El principal punto es saber si Zupo Equisoain va a cumplir el contrato que, hace justo un año, firmó con el club y que le vinculaba tres temporadas más. Le quedarían dos, pero el navarro, en la rueda de prensa posterior al último encuentro, ya dijo al ser preguntado que no sabía si seguiría en el banquillo. Esa es la primera piedra que ha de afianzar Julian Mateo ahora, decidir quién será el timonel.
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