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Álvaro Seabra, Darío Ajo, Yeray Lamariano y Andrés Alonso, tras su último partido en Nava de la Asunción. Antonio de Torre
El adiós de cuatro pilares de la historia navera

El adiós de cuatro pilares de la historia navera

El pasado domingo, con la permanencia en Asobal atada, cuatro jugadores históricos de Balonmano Nava jugaron por última vez en un pabellón que les ha marcado de por vida

sergio perela

Segovia

Domingo, 6 de junio 2021, 12:44

Decir adiós nunca es fácil cuando lo que queda atrás es reseñable, momentos difíciles de olvidar y que pertenecen al pasado, pero que marcan el presente y condicionan el futuro. Álvaro Seabra, Darío Ajo, Yerai Lamariano y Andrés Alonso han dejado años de sudor y trabajo en Nava; han sido testigos y protagonistas, parte del porqué el club está a día de hoy en Asobal. Y, sobre todo, han ayudado a construir una historia que no perderá fuerza por más veces que sea contada, como es la de un club modesto de un pueblo de la provincia de Segovia que un buen día llega a codearse con los mejores equipos de España en las canchas con más solera.

Álvaro Seabra

«Lo mejor que me ha dado Nava es que mi hija es navera»

El portugués llegaba a Balonmano Nava siendo ya veterano, tras haber jugado en clubes grandes de Europa y, sin embargo, recuperó la ilusión por ganar porque la obligación en aquel entonces era ser campeones. La decisión de retirarse ya estaba tomada meses atrás y quería hacerlo en Nava, con lo que «los últimos tres meses, al terminar cada partido, yo casi lloraba. El último fue una despedida maravillosa, con gente. Al saltar a jugar también lloré un poco, porque son las cosas que me van a quedar del balonmano, porque puedo decir que dejo aquí amigos. Al final, no quería llorar y lloré un montón y eso que normalmente soy muy hijo de puta al jugar», comenta sonriendo en la puerta del pabellón, porque todavía está en el pueblo. La semana que viene ya se marchará a Portugal para luego irse a Rumanía, la tierra de su esposa.

Dice que el mejor momento que le han dejado estos años en Nava no ha sido deportivo, sino personal, porque su hija «está hecha aquí, es navera. Fue cuando ganamos la liga que, estando de vacaciones, nos enteramos de que mi novia estaba embarazada». Pero reconoce que cuando llegó al equipo vio enseguida que había una diferencia importante: en otros clubes había coincidido con grandes jugadores, pero nunca con un grupo tan unido.

El peor momento también lo tiene muy claro, el segundo año. «Casi tenía una rotura de ligamentos en la rodilla. Como ya era un poco mayor, ya pensaba que si estaba rota la rodilla no quería jugar más. Tuve suerte y no tuve nada. Pero el apoyo de la gente fue fabuloso».

Darío Ajo

«Para mí no significa solo deporte, sino amistad y compromiso»

El domingo, el pivote puso punto y final a 22 años de relación con el balonmano, todos ellos en el mismo club, el de su pueblo. Él ha sido uno de los exponentes de la fórmula que funciona en el club, de hacer cantera que un día pueda llegar al primer equipo. Y Ajo nunca jamás hubiera pensado cuando empezaba a jugar que iba a terminar alcanzando la liga Asobal, que ahora deja porque el trabajo le impide estar lo suficientemente centrado en un balonmano profesional.

Tras el último partido, en el que además fue protagonista con sus goles, ya dejó definida su despedida como «perfecta». El colofón a «unas vivencias y unos recuerdos muy bonitos a lo largo de muchos años. Significa muchos amigos, sentimientos muy fuertes que se crean en el interior de un vestuario». Darío ha vivido la etapa en la que todos eran piña dentro de la cancha y de paseo o de cena por el pueblo, pero también la siguiente, en la que empezó a venir gente de fuera. Para él el club del que ha sido jugador y fue y será aficionado, significa «una serie de sentimientos de responsabilidad, de compromiso. No significa solo deporte, sino amistad y compromiso».

El verdadero compromiso de la entrevista para Darío Ajo es elegir el mejor momento que ha vivido en Balonmano Nava. «Estos últimos años para mí son los mejores que ha tenido el club», comienza, «pero yo me quedo con los años de Plata, sobre todo cuando se apuesta por un ascenso a Asobal. Un año que no se pudo, el siguiente que fue un año espectacular». Al final, él prefiere no elegir un momento, sino una etapa y es precisamente esta última; aunque con mención especial al ascenso a División de Honor Plata en Galicia, cuando no se contaba con ellos y ascendieron. «Eso fue un pelotazo grandísimo. Ya veníamos de años con mucha afición aquí en Nava, pero ese ascenso fue de los mejores momentos». Igual que, para él, la temporada que estuvo en Logroño, con 22 años, compartiendo pista y vestuario con jugadores que, hasta ese momento, solo había podido ver por televisión, jugando EHF europea.

Dice no recordar tampoco un momento como el peor, aunque sí algunos muy tristes, como la fase de ascenso en Segovia u otra anterior, contra el Puente Genil, en 2014. «Me dieron un golpe en el hombro derecho y casi no podía levantarlo. Nos quedamos por un gol de La Roca, sobre la bocina en el último partido. Pero todos esos momentos tristes ahora los recuerdas con nostalgia y con alegría», reivindica.

Yeray Lamariano

«El mayor patrimonio ha sido la relación con mis compañeros»

Yerai Lamariano vive en Tudela de Duero y en estos días está pendiente de ultimar el siguiente paso en su carrera deportiva, porque pese a lo que describe como un «annus horribilis», tiene fuerzas y ganas de estirar un poco más su carrera. El porqué la temporada ha sido tan negativa para él se enmarca dentro de todo lo que ha vivido el propio Balonmano Nava: «Se consiguió la permanencia, que es un éxito, pero a un coste muy alto. Dentro de diez años, se verá como un año de éxito. Pero visto bien de cerca, ha sido durísimo».

También el final le ha dejado un regusto diferente, porque hubiera preferido que el equipo se salvase en el partido frente a Puerto Sagunto. «Me hubiera gustado tener esa última semana más relajada, en otro ambiente, con otro nivel de tensión. Luego todo termina bien y la felicidad desborda. Explota todo en un momento. Me hizo recordar mis buenos momentos, que son muchos más que los malos», comenta. Y es que si Balonmano Nava no se cruza en su camino, él tenía tomada la decisión de abandonar la carrera profesional tras haber sido el capitán de Balonmano Valladolid en un año traumático, de impagos. «Gracias a Carlos Villagrán me reenganché», comenta, «y todo lo de después se lo tengo que agradecer a Nava. Pero más allá de eso, me llevo el cariño de la gente, no solo de la directiva y de los compañeros, sino del pueblo. Yo lo he sentido, mi familia lo ha sentido, nos hemos sentido muy queridos».

Porque en Nava descubrió otra forma de vivir el balonmano, en un ambiente de amistad que conoció en su primer año. «Jugar en ese equipo», el que no logró el ascenso en 2018, «era una maravilla. Los que veníamos de un mundo más profesional encontramos otra forma de entender el balonmano». Claro, cuando entran en juego ese tipo de afectos, todo cala mucho más. Como el año del ascenso, especial para él porque, además, dejaba atrás una lesión grave. «El ascenso no fue solo haber subido, sino dejar atrás todas aquellas sensaciones», sentencia recalcando que el haber fracasado el año anterior hizo que todo aquello fuera «todavía más lindo».

Dentro de esa otra forma de entender el balonmano, para Lamariano «el mayor patrimonio es la relación con mis compañeros. Tengo que decir que mis compañeros han sido amigos, estoy orgulloso de ellos». Incluso, en esta temporada, su relación con su competidor en la portería, Patotski, ha estado teñida de eso, de una relación ajena a egos. «Cuando él ha dado el do de pecho, he estado apoyándole. Asumiendo más tiempo de entrenamiento el lunes para que él pudiera recuperar, porque lo importante era ganar los partidos. Una de las mejores cosas que me llevo es el hecho de que, al terminar, me dijera que había sido el mejor compañero que había tenido en la portería. He ganado una Recopa y te puedo asegurar que lo más importante no son los títulos, sino esto».

Andrés Alonso

«Nava lo ha sido todo, en lo profesional y en lo personal»

Hombre de pocas palabras, el pivote aún parece emocionarse cuando, al otro lado de la línea telefónica, recuerda la despedida que le brindó el club y la afición. «Es difícil de explicar. Son muchas emociones, muchos sentimientos encontrados. Hasta lloré y no soy hombre de lágrimas. Es que allí he dejado mucho trabajo, muchos compañeros», rememora. Alonso llegó al club en 2016 y Balonmano Nava para él «lo ha sido todo, en lo profesional y en lo personal. Un ascenso, jugar en Asobal; todo. He estado muy a gusto. Nunca he buscado otras opciones. Tenía ofertas, pero priorizaba siempre jugar en Nava».

También él piensa que el mejor momento que ha vivido en el club ha sido el del ascenso a Asobal, aunque también guarda buenos recuerdos de un momento amargo como la derrota contra Sinfín en el Pedro Delgado, en la fase de ascenso de 2018, por un solo gol. De aquello, se queda con los aplausos y el apoyo de la gente. En cuanto al peor de los momentos vividos, tiene claro que todos se han acumulado en este año, en esta temporada. «El primer año fue difícil porque el equipo estaba hecho para cotas mayores y nos salvamos de perder la categoría en Plata. Pero este lo ha sido más. Me rompí la mano en diciembre, cosa que no sabe casi nadie. Y luego, con la situación del equipo, cuando estás abajo ya no entrenas igual, ya nada es igual».

Alonso está ahora en Valladolid, descansando y esperando a tomar una decisión sobre su futuro. Quiere continuar jugando porque físicamente se encuentra bien, pero es el momento de estudiar ofertas y ver hacia dónde puede seguir desarrollándose su carrera.

Los cuatro han sido testigos de unos años en los que el club ha ido evolucionando desde un grupo de amigos hasta un equipo que busca asentarse en la élite nacional. Seabra, veterano, se atreve a soñar: «Hace cuatro años Nava ya era profesional. Ahora tiene que haber cambios para mejor. Tiene todas las condiciones para estar más tiempo en Asobal y, quién sabe, igual llegar a Europa» dice mientras piensa que él quiere verlo por la tele.

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