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santiago hidalgo chacel
Sábado, 29 de octubre 2016, 17:23
El día en el que Malumbres firmaba por el BM Valladolid para defender el arco del equipo de Juan Carlos Pastor, algunos periódicos publicaron un lacerante titular: Llega el portero más goleado de la Liga Asobal. Era cierto. Aunque con matices. El Gáldar canario, donde Malumbres debutó como profesional con 17 años, hacía un balonmano muy agresivo, defendía 3-2-1 o 5-1, y presentaba tanteadores muy elevados que provocaban que el equipo encajara muchos goles.
Navarro de Villaba, el pueblo de Miguel Induráin, Iñaki Malumbres (3 de agosto de 1975) había comenzado en el club Betionak. Pese a tener sección de ciclismo, Iñaki hizo sus pinitos como portero de fútbol y jugador y guardameta de balonmano. De casta le viene al galgo: su padre, uno de los fundadores, le antecedía en las labores en la portería del equipo en el que militó durante un cuarto de siglo. Fue, asimismo, su entrenador, aunque Iñaki también en el fútbol contó como cicerone con el mítico Pello Artola, portero de la Real Sociedad y del Barcelona. «Era mucha tensión porque te llegaba una y la tenías que parar». Con este argumento, Malumbres terminó por inclinarse, ya en el instituto, por el balonmano. Con 15 primaveras hacía la pretemporada y formaba parte del equipo de División de Honor de Pamplona con Zupo Equisoain en el banquillo, en una escuadra que ya contaba con dos internacionales de la antigua URSS. Así, hasta que el actual seleccionador, Jordi Ribera, se fijó en él en un encuentro de territoriales juveniles y se lo llevó a 2.500 kilómetros de su casa a jugar en el Gáldar con la élite. Su padre y un amigo abogado supervisaron en la barra de un bar un contrato que le vinculaba al club canario por tres años, aunque luego estuvo cinco.
El BM Valladolid vivía unos años buenos después del ya conocido encierro. Con Juan Carlos Pastor y el presidente Andrés Martín, era un equipo sin fichajes extranjeros pero en el que recaló a lo largo de los años mucha gente joven y de gran proyección, como Albert Rocas, Chema, Iker Romero, Raúl Campos, Sierra, Da Silva, Davis, César Montes, Belaustegui Por esta vía aterrizó también Malumbres junto a otros, más veteranos, como el gran capitán Raúl, Pisonero o Alemany. «Jugábamos un balonmano que no hacía nadie pero que ahora todo el mundo ha copiado. Un juego de pequeños, de muchas velocidad, movilidad en defensa anticipativa en vez de defensas seis cero y pegar y pegar De más colaboración y mucha confianza a los porteros. Era el sistema de Pastor mezclando diversas escuelas. Así nos enfrentábamos al Barcelona Dream Team y muchas veces les ganábamos. Luego ha tenido sus discípulos, como Raúl González, Jota, Nacho o Talant Dujshebaev», remarca Malumbres.
El BM Valladolid disputó en esos cuatro años seis finales, pero no obtuvo título alguno quizás porque no se le tenía en cuenta como un grande: «¿Qué pretendéis? ¿Además ganarla? Ya habéis llegado a la final», le dijo un árbitro al portero del BM Valladolid en una final de Copa del Rey que los vallisoletanos disputaron en Zaragoza al Barça. Hasta que no llegaron los extranjeros y el cubano Julio Fis no se logró el primer entorchado: la Copa Asobal. En ese momento, el balonmano nacional estaba en su apogeo con la llegada de muchos jugadores procedentes de la extinta Yugoslavia o de las repúblicas soviéticas.
Tras estos cuatro buenos años, el destino y nuevos retos condujeron a Iñaki hasta Bidasoa, primero, donde no llegó a jugar ya que la marcha de Hombrados a Ciudad Real le posicionó en su tierra y en el Portland San Antonio, de nuevo con Zupo, con quien ganó sus primeros títulos y disputó una final de Champions. Después llegaría Arrate, un equipo recién ascendido. La perseverancia de este navarro le hizo lograr la convocatoria con la selección con 31 años. «Fui el internacional que ha debutado con mayor edad», dice, y eso ahí queda.
Luego, el Zaragoza tres años hasta que se lo llevó la crisis; más tarde, Ademar de León, con Manolo Cadenas y donde soportó un año difícil. Después, fichaje por el Atlético de Madrid que no llegó a sacar equipo tras el embargo de Hacienda, una experiencia en el Vardar de Macedonia y el regreso a estas tierras para firmar por el Atlético Valladolid. «Tenía unos problemas físicos por unas dolencias en las articulaciones y vine a hacer unas pruebas. Entré en la consulta del médico y salí como exdeportista, ya que era un tema crónico», apunta el portero. El presidente del club vallisoletano le ofreció entonces colaborar en el recién nacido club y es entonces cuando Iñaki se compromete con el programa de cantera A jugar balonmano en colegios de Valladolid y provincia para trabajar la base: «Tenemos 230 niños que hacen deporte en su centro y todo eso teniendo en cuenta que hay estructuras de balonmano ya consolidadas donde no entramos», declara.
A la par, y tras su licenciarse en INEF y después en Derecho, además de en Mediación, preside también la Asociación de Jugadores de Balonmano (AJBM), un sindicato que «vela por los intereses de sus asociados, y que ha estado presidido por David Barrufet, Jaume Fort, y antes Lorenzo Rico», dice Iñaki, quien califica este puesto representativo como «gratificante, pero ingrato». El convenio de los jugadores, el salario mínimo, los contratos, impagos, lesiones e incapacidades son algunas de las preocupaciones de la asociación, así como preparar a los deportistas para la vida después del balonmano.
En su trayectoria como profesional, 21 años jugando al balonmano, Malumbres vivió el auge y la depresión de este deporte en España. Militó en seis clubes. De ellos, cinco han desaparecido (Gáldar, BM Valladolid, Portland, Arrate, Cai Zaragoza, Atlético de Madrid) y solo Ademar de León subsiste, aunque pasó por un concurso de acreedores. «La crisis ha arrasado con todo. Ahora los clubes son más conscientes del dinero que tienen, pero hubo años de burbuja, inflación, de los que todos nos beneficiamos, aunque luego vinieron los años de impagos». Una montaña rusa de subidas y bajadas comparable a aquella eliminatoria de Recopa contra el Oporto en la que el BM Valladolid caía en la ida por 12 goles en un mal día de Iñaki que comenzó olvidándose del pasaporte en casa y teniendo que retrasar la salida. Ya en la vuelta, con Huerta del Rey a rebosar, la preparación del partido de Pastor, las palabras motivadoras de Andrés Martín, y todo en comunión condujo a que la caldera resurgiera con una remontada de 14 goles. Una mañana memorable. Porque siempre sale el sol.
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