El pasado martes anunció su retirada definitiva como jugador profesional Pau Gasol. El mejor jugador de baloncesto de la historia de España pone así punto y final a una exitosa carrera que va mucho más allá de la faceta anotadora, reboteadora y de los éxitos ... y títulos conseguidos.
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El baloncesto español debe mucho a Pau Gasol, un coloso, un referente en su país y en EEUU, donde tanto cuesta ganarse el respeto si eres extranjero. Eso certifica la grandeza de Pau. El respeto con el que hemos visto cómo le saludaban estrellas mundiales de la NBA es síntoma inequívoco de lo señalado.
Reconozco que pensaba que aún podríamos disfrutar una temporada más de sus valores y acciones en las pistas de juego. «Pau se retira por salud. Necesita descansar para poder tener buena calidad de vida de aquí en adelante», señalaba tras el acto celebrado en el Liceo de Barcelona su padre, Agustí Gasol. Sobran los comentarios. Es un argumento demoledor que no admite reproche alguno.
Su palmarés jamás será igualado en el baloncesto español. Once medallas con la selección española, destacando sus dos platas olímpicas 2008 y 2012, dos anillos de la NBA en 2009 y 2010, y el oro en el mundial de Japón 2006. Estamos hablando de un hombre que ha jugado 1.688 partidos oficiales con su club, el Barça, en la NBA o con La Familia en la época más exitosa de la selección española.
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Corría el año 2001 cuando cruzó el Atlántico para vivir su aventura americana tras ser elegido en el número 3 del draft de ese verano. Fernando Martín fue el precursor de la participación de un español en la NBA. Pau Gasol logró que los americanos ubicaran España en el mapa. Un imberbe adolescente larguilucho, espigado y sin muscular inició su carrera profesional en el año 1999. Dice adiós tras 22 temporadas de éxitos, mejora y progresión. Estamos ante un ejemplo como persona y deportista, encarnando los grandes valores del espíritu olímpico.
Si hay que elegir un partido de Pau que haya dejado huella me quedo con la semifinal del Eurobasket de Francia de 2015, ante la anfitriona y favorita. Su exhibición de aquella noche, con 40 puntos, 11 rebotes, su poderío, cómo se echó al equipo a la espalda para acallar los más de 30.000 espectadores presentes serán las dos horas de disfrute baloncestístico difíciles de borrar de nuestra memoria.
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La humanidad de Pau, su estilo de vida fuera de las canchas, cómo cuida y fomenta la familia completan el aurea de ídolo actual que pasa a ser leyenda en vida. Nacido en Sant Boi siempre ha estado alejado de polémicas, reclamaciones o entretenimientos independentistas tan de moda en los últimos años que distraen la atención. Pau siempre hizo gala de ser español y allá donde estuvo defendió a su país.
Seguirá son sus negocios e inversiones. Empresario de éxito, bien asesorado y con cabeza, el pasado verano ha entrado a formar parte del COI por el estamento de jugadores. Su familia seguirá siendo su prioridad, cuidando de sus acciones solidarias con los desfavorecidos a través de las ONGs con las que colabora. Estamos, y ese pálpito tengo, ante un máximo mandatario del Comité Olímpico Internacional en unos años, por lo que representa y el respeto ganado que atesora en Europa, en Norteamérica y en el deporte mundial.
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